Cintos de los Frailes (izq) y de las Higueras (dcha) |
Muy bien aconsejados por el gran
conocedor de estas Sierras, Álex Conejero, que considera ésta una de las
mejores y más completas rutas que se puede realizar en ellas, y cuyo track se
puede encontrar en su blog “Por los Cerros de Úbeda”, iniciamos la marcha junto
a la Piscifactoría del río Borosa en una mañana en la que el termómetro
marca 2.5ºC.
El caudal es bajo, señal de que
ha llovido poco este invierno; el agua clara y transparente alegra el
silencioso entorno con su murmullo a esta hora temprana.
Al poco de caminar por la pista
que acompaña al río (por la que retornaremos al final de la ruta) tomamos un
claro y empinado sendero que, hacia la izquierda (sentido marcha; marcas
blancas amarillas de PR), se adentra en
la boscosa ladera. Hasta llegar a topar con los cortados de la cordillera de
las Banderillas el sentido de la marcha es de Oeste a Este.
Son fuertes las primeras rampas y
ello ayuda a entrar en calor. El buen sendero discurre entre altos pinos y muy
abundantes matas de romero en flor que perfuman el trayecto. Estamos en la
llamada cuesta del Topaero.
La pendiente se suaviza tras los
primeros 250m de subida y la vegetación permite ir viendo, a la par que las
soleadas laderas, los cintos por los que marcharemos después. Su aspecto
impresiona ya desde la distancia. Mientras seguimos caminando no dejamos de
preguntarnos por dónde y cómo se transitarán.
El sol está a punto de asomar por
encima del Calarejo de los Villares;
a sus pies el camino que lo contornea permanece a la sombra.
Tras un recodo salimos al sol y
damos vista a la Tiná de los Villares.
Cuatro personas caminan por unos campos de más abajo. Nos quedamos algo
sorprendidos de verlos allí tan temprano, pero pronto sabremos que han subido
caminando desde la Cerrada de Elías en el río Borosa, por el sendero que
comunica los Villares con la Cerrada, a la que han accedido en 4X4.
Tiná de los Villares |
Vamos a su encuentro y, al hablar
con ellos, nos llevamos una grata sorpresa:
Se trata de tres hermanos
(Emilio, Eduardo y Francisco Sánchez), acompañados por Lourdes (hija de Eduardo),
que han subido para almorzar junto a la fuente de lo que fue el lugar donde
pasaron la niñez y parte de su juventud, porque los hermanos Sánchez nacieron
en los cortijos "Los Villares".
Emilio (el de la izquierda) nació
en 1943, Eduardo (el de la derecha, padre de Lourdes) nació en 1945 y Francisco
(en el centro) en 1947.
Hermanos Sánchez junto a lo que fue su casa y Lourdes |
Síntesis sobre la vida de los
hermanos Sánchez en Los Villares, según los testimonios recogidos por Lourdes:
Cuando eran niños jugaban con piedras, palos, se subían a las
higueras,... con lo poco que había en aquellos tiempos.
Emilio empezó a trabajar con 8 años como pinche, dándole agua a una
cuadrilla de hombres que plantaban pinos. Su sueldo era de 18 pesetas.
Eduardo, comenzó a trabajar de pastor con 10 años, y a los 12 años en
un vivero de pinos quitando hierba.
Después se iban con su padre a hacer carbón y alquitrán. También plantaban
pinos.
Luego los tres hermanos empezaron a trabajar limpiando cunetas y
haciendo el camino con pico y pala desde la piscifactoría.
Subían y bajaban todos los días andando para ir a trabajar. Salían a
las 4 o las 5 de la mañana, para llegar de día, y volvían de noche alumbrándose
con teas encendidas.
Vivían de lo que cultivaban en los huertos (patatas, trigo, garbanzos,
higos, tomates...)
Llegaron a formar un grupo musical
en el que Francisco tocaba la guitarra, Emilio bailaba y Eduardo cantaba.
Hacían bodas, comuniones, bautizos, serenatas...por los cortijos.
También quieren mencionar a su hermano mayor, Ramón, el cual murió a
los 18 años por una pulmonía, ya que en esos tiempos no tenían mantas, ni
ducha, ni camas...dormían en colchonetas de paja. Tampoco tenían medios para
curar ni para poder desplazarse rápidamente.
Mientras vivían en Los Villares se construyó la central donde su padre trabajaba. Durante 6 años Eduardo y Ramón vivieron en una covacha, donde cuidaban unas cuantas cabras.
Emilio (dentro) y Eduardo (fuera) de la covacha. |
Aproximadamente se fueron de los Villares en el año 1963.
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Conocen al dedillo la sierra; nos
explican por dónde iban de jóvenes hasta Cazorla, nos dan todo tipo de
indicaciones para llegar al Tranco del Perro y nos confirman también que
transitar por los Cintos era la forma habitual de moverse antaño por estas
tierras. Que el paso más complicado es el bordeo por su base del Picón del Haza,
cuya mole se puede salvar también, y sin problema, por encima, a través del
collado del Haza. Nos advierten de que se nos hará de noche en la ruta y
sonríen incrédulamente cuando les decimos que pensamos estar de vuelta en la
Piscifactoría bastante antes de que anochezca. La verdad es que desde aquí el
recorrido que queda se nos antoja bastante largo.
Tras el agradable encuentro
seguimos nuestra marcha, acelerando para asegurar que no pasamos la noche al
raso.
Descendemos unos metros y
cruzamos el arroyo de los Villares. El
camino es claro pero parece poco frecuentado.
Atrás quedan los campos y la casa
de los Hermanos Sánchez; seguimos sin demora la marcha hacia el Collado de
Roblehondo.
Los Villares, desde la distancia |
Desde las Asomaicas podemos ver más de cerca el Cinto de las Higueras y
el Picón del Haza.
Al fondo, Cinto de las Higueras y el Picón del Haza |
La vista del conjunto completo de
los Cintos resulta impresionante. Nadie diría desde la distancia que se pueden
recorrer a pie.
A medida que nos acercamos al collado de Roblehondo el entorno se vuelve
más montaraz. Antiguos bancales abandonados recuerdan los esfuerzos de quien
aquí vivió hasta mediados del siglo pasado.
Una vez en el collado, los
farallones calizos de la Cuerda de las Banderillas quedan enfrente mismo y bien
cerca ya.
Llegando al collado de Roblehondo |
A la izquierda, los cortados bajo la meseta cimera de las Banderillas y el valle del río
Aguamulas.
Vertiente del Aguamulas |
A la derecha, los Cintos de los Frailes y de las Higueras,
que hemos venido a recorrer, y el valle del río Borosa.
Vertiente del Borosa |
Enfrente, el Tranco del Perro, punto de acceso a la parte superior de los
paredones.
El Tranco del Perro |
En la soledad del entorno nos
sentimos observados.
El camino hacia el Tranco supera
la pared a base de unas zetas de mampostería que permitían el paso de personas
y caballerías, aunque en algunas zonas, aparte de llevar a los animales bien
sujetos por el ramal, también habría que azuzarlos.
Ascendiendo por el Tranco |
¿Serán figuraciones o realmente
se adivina una cabeza de perro petrificada?
En primer plano ¿Cabeza de galgo petrificada? |
Tras cruzar el Tranco de Perro
nos encontramos en el Cinto de los
Frailes, entre el Fraile de las Banderillas, el Fraile y el Puntal del Águila.
A partir de aquí, y en dirección
al Sur, marcharemos por los impresionantes Cintos, siguiendo las trazas de
senderos que no ofrecen duda. Como muchas veces en la montaña, lo que desde la
distancia parece inexpugnable en la proximidad ofrece alternativas de paso. Y
este es el caso de los Cintos.
Inicio de la marcha por los Cintos |
Por delante varios kilómetros de
caminar por las alturas en la más absoluta soledad. Subiendo y bajando con la
atención que el agreste entorno merece. Las pendientes son fuertes pero no hay
sensación de vacío.
Junto al Puntal de las Cabras (1.580m) hacemos un alto para tomar algo de
alimento, que lo ya recorrido es bastante y lo que queda también.
Descendemos por fuerte pendiente
a la Hoyica del Jorro, y bordeamos
las paredes del Castellón del Haza de
Arriba.
Descendiendo a la Hoyica del Jorro. Enfrente el Castellón del Haza de Arriba |
Vista atrás hacia el fuerte descenso tras pasar bajo el Castellón del Haza de Arriba |
Tras una nueva subida damos vista
al Cinto de las Higueras, último de
la serie y el más plano y verde de todos; amplia terraza con una caída
impresionante hacia el río Borosa, que se cierra por el Sur con el imponente Picón del Haza.
El Cinto de las Higueras con el Picón del Haza al fondo |
El resto del recorrido es
evidente: bien por el collado del Picón (al Este), bien por su base (al Oeste).
El Cinto de las Higueras nos
retiene y lo recorremos pausadamente, sorprendiéndonos con sus vistas, deleitándonos,
aunque a prudente distancia, con el olor a miel que desprende una multitud de
abejas en su trajín sobre el árbol florido, observando los restos de un antiguo
cortijo testigo de épocas pasadas, sabiendo que ya estamos llegando al final de
esta marcha por las alturas, próximos al entronque con los túneles que perforan
el Picón donde confluiremos con la gran cantidad de personas que se acercan a
ver el nacimiento del río Borosa, lugar por el que pasaríamos si fuésemos por
el collado.
Atrás queda el Castellón del Haza de Arriba |
Vista atrás hacia el Cinto de las Higueras y los restos del cortijo |
Pero decidimos continuar por la
base del Picón y por la colgada trocha que lo bordea. No es difícil, pero su
exposición en algún corto tramo aconsejaría abstenerse en caso de hielo o
nieve, optando entonces por el collado.
Bordeando la base del Picón del Haza |
Por fin alcanzamos el cómodo
camino normal que recorre los túneles y, para mutua sorpresa, volvemos a
encontrarnos con los Hermanos Sánchez y Lourdes quienes, junto con Paquita, se
han acercado al nacimiento del Borosa. Ahora sí acaban de creerse que no nos
atrapará la noche en estas montañas.
Juntos atravesamos el túnel, al
tiempo que nos cuentan que su padre hizo las escaleras de madera (cuyos restos
aún se ven) por las que, desde fuera y por la escarpada ladera de la montaña,
accedían al túnel en construcción para proseguir sus trabajos. Duras faenas
realizadas por los duros serranos de aquella época.
Chimenea de acceso al túnel con los restos de escalera de madera visibles en la parte superior |
Tras salir del túnel nos
despedimos de la familia Sánchez, porque a nosotros aún nos queda un buen
puñado de kilómetros a pie (ellos retornarán desde la Central hasta la
Piscifactoría en 4X4) y corremos pendiente abajo.
La escasez de lluvia del invierno
es patente en el Salto de los Órganos, bastante poco caudaloso.
Salto de los Órganos |
Las formaciones tobáceas
flanquean el camino. Cunde la carrera por esta senda tan bien acondicionada.
La contemplación de las
cristalinas aguas de las pozas y el magnífico paisaje que rodea este tramo
superior del Borosa, junto con la espectacularidad de la gran cascada que cae
desde el Cinto de las Higueras, justifican por sí solos la gran afluencia de
visitantes que recibe.
Cuenca alta del Borosa |
Nada más queda que retornar
siguiendo el cauce del Borosa, contemplando la vegetación de ribera, pasando
por las pasarelas de la Cerrada de Elías, viendo cuan mansamente llegan las
aguas a la Piscifactoría, tan distinto de cuando el río baja bravo en época de
crecida.
Cerrada de Elías |
El Borosa a su llegada a la piscifactoría |
Completamos así una circular que,
durante 24km largos y superando un desnivel total en ascenso de 1.260m de D+,
nos ha permitido recorrer lo intrincado de esta parte de la Sierra y de los
Cintos de las Banderillas, quedando la puerta abierta para futuras andanzas por
lugares en los que:
El tiempo que dejó a los caminos
solitarios convirtió los hechos en recuerdos, a la caza en narraciones y a los
nombres en leyendas (A.
Benavente – “La Torre del Vinagre”).
Hola Carmar¡
ResponderEliminarVaya lugar bien bonito, no conocía esta zona. Habrá que tomar nota para hacerle una visita.
¡Gracias por compartirla!
Fer
Todo un descubrimiento la zona. Engancha de veras y quieres volver a por más.
EliminarSalud y Montaña,
Hola Carlos, me alegro que te haya gustado la ruta, la zona es una maravilla. Tuvisteis la inmensa suerte de charlar con auténticos serranos de los de antes,lo que se aprende de la Sierra hablando un rato con ellos. Para mi es muy importante la etnografía y la antropología en las montañas, pues no debemos olvidar que éstas han sido desde siempre el hogar o el medio para subsistir de muchísimas personas.
ResponderEliminarEnhorabuena Carlos, gran reportaje.
Un abrazo,salud y montaña!
Gracias Álex por la recomendación y la excelente descripción de la ruta. Tuvimos toda la suerte de los novatos: además del precioso entorno, el encuentro con los Sánchez aportó un gran plus. Durante todo el trayecto fuimos conscientes de que nos movíamos por donde tuvieron su hogar y subsistencia muchas personas, antes de ser desplazadas a destinos extraños.
EliminarVolveremos a no mucho tardar.
Salud y Montaña, y un abrazo, Álex
Hola Carmar.
ResponderEliminarYa veo que esta Sierra os dejo enamorados en vuestra primera incursión, y habéis vuelta recorrerla, con un gran circuito, primero recorriendo las zonas altas, por los cintos, y después por la cuenca del Barosa, realizando un recorrido bello, y montaraz.
Un saludo.
Fue un descubrimiento, Eduardo. Un entorno montaraz, con mucha historia detrás, intrincado la mayor parte de las veces y con mucho bosque; en suma, de lo que tu y yo buscamos habitualmente.
EliminarSalud y Montaña.
Exuberante paisagem percorrida e deliciosa narrativa registrada!
ResponderEliminarSou muito grata de poder apreciar seus caminhos incríveis e histórias pessoais por toda a natureza maravilhosa que você encontra...
Um beijo
Reconforta constatar que las vivencias de uno mismo en la naturaleza alcanzan a otros que también aman a la naturaleza siendo, de este modo, compartidas.
EliminarGracias por tu comentario y mucha Salud y Montaña, Teca.
El recorrido es espectacular, apuntando de modo intrigante ese recorrido acompañado por palabras que describen sobradamente lo que no siempre alcanzan las imágenes.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho ese suplemento nostálgico de la familia Sánchez. Quién mejor que ellos para relatar de primera mano esa difícil vida en la sierra o, mejor dicho, supervivencia. Cuando te sumerges en sus vidas, tiendes a ver a estas personas endurecidas por el campo, de una manera más cercana.
Muy emocionante este entrañable encuentro con gente hecha en la naturaleza, a pesar de la triste perdida por la falta de recursos de un hermano.
Preciosa entrada Carlos.
Un abrazo
Gracias Javier por, una vez más, coincidir en el empleo justo de las palabras: recorrido intrigante lo fue, poco a poco fuimos descubriéndolo a medida que lo caminábamos; el encuentro y las vivencias aportadas por la familia Sánchez pocas veces se tiene la fortuna de tal coincidencia, sus historias son las de esas personas que tuvieron que vivir en épocas y condiciones tan adversas.
EliminarRecorrido, encuentro y emociones que perduran en la memoria.
Un abrazo.