domingo, 15 de enero de 2017

El Pinsapar de Orcajo. Una reliquia de los bosques de coníferas.


Pinsapos en Orcajo
Cerca de Orcajo (pequeño pueblo de la comarca de Daroca), en la ladera Norte de la Sierra de Santa Cruz, hay una mancha boscosa, dentro del pinar predominante, compuesta por Pinsapos. El pinsapo (Abies pinsapo) es una especie de abeto, perteneciente a la familia Pinaceae y de distribución restringida a sierras mediterráneas del sur de la Península Ibérica y el Rif marroquí. Es pues una rareza en esta latitud, que Eduardo y yo decidimos visitar en una mañana de frío enero en detrimento de destinos de mayor envergadura.

Zona ésta de las proximidades de Daroca donde los entornos singulares son frecuentes: laguna de Gallocanta, ríoPiedra, etc.

Son pasadas las 9 de la mañana cuando empezamos a caminar tras haber dejado el coche en la Plaza Mayor de Orcajo, junto al Palacio de los Valenzuela. Nuestras rápidas zancadas, acuciados por el frío, apenas son perceptibles en el silencio de las solitarias calles.

Salimos a campo abierto y en las afueras del pueblo, junto a un cruce, damos con el Peirón de la Pilarica.

Peirón de la Pilarica (foto tomada al atardecer). Al fondo, la Sierra de Santa Cruz
Tomamos el camino de la derecha, sentido de la marcha que, para nuestro pesar, discurre a la sombra entre encinas, vides y almendros, con campos de cereal en rastrojo, helados y blanqueados por la helada que muerde y de qué manera (-6ºC). Por el camino de la izquierda volveremos más tarde.

Al otro lado del campo hay un antiguo colmenar a punto de ser tocado por el sol.

Antiguo colmenar
Ateridos, continuamos descendiendo hacia la fuente del pueblo. Lugar de merendero en el que a esta hora suelo y bancos permanecen recubiertos de la pátina helada que ha dejado la rosada. El agua retenida en el aljibe de la fuente está recia y literalmente congelada.

Fuente / merendero. Orcajo visible en la distancia.
Por fin, siguiendo el trazado de la pista (coincidente con el PR-Z 60; marcas blancas y amarillas), entramos en terreno soleado.
 
 
Abrimos algunas de las almendras caídas que encontramos bajo los árboles, para saborearlas al tiempo que nos reconfortamos en la tibia calidez.

 
Atrás va quedando Orcajo.
 
Orcajo
Mientras continuamos la marcha que, pasando junto a  varios corrales y parideras abandonados, se encamina hacia la ermita de San Nicolás.

 
Algún ejemplar aislado de pinsapo junto a la pista indica que no lejos está el objetivo de hoy.
 
Abies pinsapo
 
Aunque de momento postergamos su visita y seguimos hacia la ermita, pasando de largo los mojones que, enfrente mismo de unos corrales en ruinas, marcan el arranque de la trocha hacia el pinsapar que, desde la distancia, ni siquiera se adivina entre los visibles pinos. Algunas marcas verdes y desvaídas en las piedras completan la indicación del mojón.

El frío sigue siendo intenso. Todo lo que está húmedo y a la sombra se encuentra bajo los efectos de la cencellada.

Cencellada manifiesta
En la ermita de San Nicolás, a la que hemos decidido acercarnos aunque nos separamos algo de la circular que nos llevará luego por el pinsapar, y en el carasol de su fachada Sur, comemos algo antes de ascender a lo alto de la Sierra de Santa Cruz.

Ermita de San Nicolás
Reanudamos la marcha, retrocedemos unos metros hasta encontrar una pista de subida a la Sierra. Una vez en lo alto del cordal recorremos la loma de Oeste a Este.  La ladera Norte de la Sierra, pendiente y cubierta de pinar, contrasta con la Sur y con la loma cimera, donde la vegetación es baja, de tomillos y aliagas fundamentalmente, con alguna que otra encina.

Sobre la Sierra de Santa Cruz. Izq.: el bosque de su cara N. Al frente, la loma cimera.
En la distancia, hacia el Sur y a continuación de los campos de cultivo, se divisa la tenue línea azulada que marca la posición de la Laguna de Gallocanta.

Mirada al S desde el cordal de la Sierra. Tras los campos de cultivo, la laguna de Gallocanta.
Alcanzamos finalmente uno de los puntos altos de la Sierra de Santa Cruz, el Mojón Blanco (1.300m). A partir de él desaparece el bosque de la ladera Norte. Todo lo que sigue es monte bajo y rocas.

Desde esta elevación optamos ya por descender "pinar a través" en busca de la pista que, a la altitud de 1.050m – 1.150m, recorre toda la cara Norte de la Sierra.

Llegados a la pista enfilamos de nuevo hacia el Oeste, a buscar el acceso al pinsapar. Desandamos así lo recorrido por la loma cimera, hasta llegar a los corrales en ruinas, cruce desde donde arranca la trocha indicada con mojones.


Embocadura del acceso al pinsapar
Guiados por los hitos encaramos el pinar dentro del cual esperamos encontrar los pinsapos localizados en una franja entre los 1.150m y 1.200m de altitud.

Están disimulados, es el pino lo que predomina. Al principio sólo hay pinsapos aislados y pequeños.

Algún pinsapo empieza a verse entre los pinos
Su tamaño y concentración aumentan a medida que nos adentramos en el bosque. Ahora sí estamos en el pinsapar.

Ejemplares de pinsapo, cada vez más numerosos.
 
 
Cuanto más uno se interna, más grandes son los pinsapos que se encuentra. La zona de pinsapar se sitúa en la ladera Norte, en el entorno de los 1.200m de altitud, y ocupa una franja de unos 50 metros. No hay una ruta determinada, hay que adentrarse en el bosque y deambular por él.

Pinsapos muy desarrollados
 
 
Donde el boscaje impide el paso, retrocedemos y buscamos otro camino. De esta forma nos hallamos inmersos entre unos árboles elegantes, piramidales, cuya altura estimamos de hasta 20m o 25m.

Tienen las hojas gruesas, rígidas y punzantes, de color verde oscuro. Todo en ellas pone de manifiesto la resistencia de éste abeto a la sequía.

 
La lisa superficie de sus piñas, grandes y cilíndricas, situadas en la parte superior de la copa, indica que ya están maduras.

 
Tras varias idas y venidas salimos del pinsapar y retornamos  junto a los corrales en ruinas. Para volver a Orcajo y completar la circular, optamos por desandar / des-correr la pista por la que hemos venido, al pie de la loma cimera.

Durante el trayecto pasamos junto a un gran depósito de agua cuya superficie, a pesar de estar recibiendo los rayos del sol desde hace varias horas, continúa totalmente helada.

 
Correr es una buena forma de combatir el frío que vuelve a adueñarse de la umbría por la que transitamos. El buen trazado y piso uniforme de la pista, con suaves toboganes, nos permite correr en paralelo, modalidad que induce a ir pensando que el surco por el que transita el compañero está siempre en mejores condiciones que el propio, concentrándose en éste los guijarros, los charcos helados y alguna que otra raicilla traicionera, mientras el del otro lado se presenta liso y uniforme. Da lo mismo optar por uno u otro, porque la impresión es siempre la misma.  

Finalmente la senda se enfila directamente hacia Orcajo y desciende francamente dejando atrás el pinar, a la par que desaparecen como por ensalmo los pensamientos anteriores, ya que la fuerte pendiente obliga a concentrarse bien en dónde se apoyan los pies.

La luna se hace visible sobre los muros deteriorados de una antigua edificación rodeada de almendros deshojados; todo (s) sometido (s) a la nueva helada que se avecina, de la que nosotros tratamos de alejarnos velozmente. 

 
Llegamos de nuevo al Peirón de la Pilarica, completando una circular de algo más de 18km de longitud, habiendo salvado un desnivel total en ascenso de 725m de D+, que nos ha permitido visitar el Pinsapar de Orcajo, una reliquia de los bosques de coníferas terciarios en los campos de Daroca.

 

10 comentarios:

  1. Curiosa y guapa excursión tocayo. ¿Sabes si esos árboles provienen de una repoblación? Los pinares fijo que sí. Mi padre es de Valverde (Calamocha) próximo a la Sierra de Collados donde predomina el pino de repoblación pero sobreviven manchas de quejigo (roble marojo, coscoja y encina que poco a poco recuperan su territorio en estas tierras duras que también son famosas por sus sabinas (Olalla). Un abrazo y feliz 2017!!!

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  2. El pinsapar es fruto de una audaz y acertada repoblación forestal a comienzos del siglo XX, cuando alguien, con responsabilidad y mando decidió salirse del clásico pino e integrar esta especie de abeto en tal zona. En suma, una rareza en todos los sentidos que ahora podemos disfrutar.
    Salud, Montaña y un abrazo, Carlos

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  3. Hola Carmar.

    Nos costo encontrar ese pequeño manto de Pinsapos, pero al final mereció la pena. Día frío, que nos dejo un buen sabor de boca.

    Salud y Montaña.

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    1. Está escondido y disimulado; casi no lo encontramos, pero la perseverancia tuvo su premio y mereció la pena. Frío el que hace por la zona, sí.
      Salud y Montaña.

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  4. Hola Carmar.

    Este pinsapar si que es una curiosidad natural, no hace falta irse a la Sierra de Ronda para verlos, que los tenemos aquí bien a mano.

    Gracias por compartirla.

    Salud¡

    Fer

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    1. Curiosidades que gusta encontrar y también compartir con quien las sabe apreciar. Son rarezas, pequeñas delicatesen.
      Salud y Montaña, Fer.

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  5. Muy bonitos los arboles. Se puede hacer la ruta con animales?

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    1. La ruta es perfectamente factible para los animales. Discurre mayoritariamente por pistas o buenas sendas alejadas de barrancos o cauces a los que pudieran caer los animales.
      Gracias por tu visita y a sorprenderse "in situ" con esta rareza junto a Daroca.

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  6. Que vergüenza, habré pasado cuatrocientas mil veces por el cruce hacia Gallocanta y, siempre, siempre...la eterna pregunta...A ver cuándo voy al pinsapar jaja...Ahora, de nuevo, me lo pasas por los morricos y me lo apunto en la agenda.
    Muy bonito el reportaje y de los que mueven conciencias.

    Un abrazo

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    1. Suele suceder que, cuando pasas muchas veces por un determinado lugar, lo ves, le reconoces su valía pero, como ahí está(rá), el subconsciente lo relega. Algo así me ha pasado a mí con la Sierra de Guara. Pero siempre llega el momento en el que la lista rebosa, la memoria se agita, y con cualquier pequeño estímulo, abrimos el tarro que tan cerrado estaba, oxigenando lo que amenazaba con enmohecerse.
      Así que ahora que una vez ha llegado la sacudida pocos argumentos van quedando para posponer la visita a tan peculiar zona.
      Un abrazo, Javier.

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