domingo, 29 de enero de 2017

Circular al Cerro de la Salamanca desde el Embalse La Jarosa. Por los muros de Cuelgamuros.


Embalse La Jarosa desde Cuelgamuros. Al fondo las nevadas cimas de La Bola y La Maliciosa.
Escondido entre pinares y jaras, este embalse (el más pequeño de la Sierra de Madrid) es un lugar bonito y acogedor desde donde se pueden trazar diversos circuitos delimitados por la estribación Sur de la Sierra de Guadarrama, separadora de las provincias de Madrid y Segovia: al Este, el pueblo de Guadarrama (Madrid); al Oeste, el de San Rafael  (Segovia).

Para hoy diseño una circular que, saliendo de la zona de aparcamiento La Jarosa II (1.035m), se adentra en el pinar por una pista asfaltada siguiendo el Camino de la Carrasqueta, pasa tras la gran Cruz en la falda de Cuelgamuros (1.450m), accede al GR-10 que surca la parte superior del cordal separador de Provincias por la Portera del Cura (1.534m), visita el Refugio de la Naranjera (1.600m) y retorna seguidamente a la Portera para recorrer en sube y baja la cuerda, sentido Sur-Norte, pasando por el Cerro de la Carrasqueta (1.652m) y el Risco del Palanco (1.687m), alcanzando por fin el Cerro de la Salamanca (1.785m), cima desde donde se desciende directamente hacia el Este en busca de un cortafuegos que se dirige, recto y pendiente, hacia el muy visible embalse de la Jarosa. En suma, una circular de unos 17.5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso ligeramente superior a los 1.000m de D+ por una zona con hermosas y amplias panorámicas. Resulta ésta una ruta cuyo denominador común son “los muros”: que varias veces se cruzan, el del cordal junto al que discurre el GR-10 y el propio nombre del valle.

Son las 9:30h de una fría mañana cuando comienzo la marcha en la Jarosa II siguiendo el Camino de la Carrasqueta, pista asfaltada que, en dirección Oeste, va desde el restaurante hacia la gran Cruz de Cuelgamuros. Los altos pinos filtran los rayos del sol.

 
Tras una pronunciada curva y a la altura de 1.340m, alcanzo el primero de los muros de hoy, que se cruza fácilmente por un paso habilitado al efecto.

 
Unos 200 metros más adelante, junto a un cartel indicador, sale de la senda principal (Norte-Sur) otra que enfila directamente hacia el Oeste ganando rápidamente altura hasta alcanzar 1.440m de altitud, momento en el que gira de nuevo hacia el Sur, encaminándose hacia la ladera de Cuelgamuros, por detrás de la Cruz y del Monasterio.

El panorama que se abarca a lo largo de este tramo es realmente extenso: desde la monumental Cruz hasta las cumbres de La Bola, La Maliciosa y La Pedriza.

 
En primer plano la Ermita del Altar Mayor, sobre el Risco de la Brulera
La contemplación es interrumpida por el frío que se me apodera. Si bien el frente está soleado, la retaguardia, a la sombra, sigue congelada.

"Código de barras del invierno", a la espera de que nieve.
A los pocos metros abandono la buena senda, que continúa hacia el Sur, y en su lugar tomo una trocha hacia el Oeste que se interna monte arriba (hay algunos hitos), hacia la parte superior de la ya próxima cuerda de la Sierra. Son 100 metros de subida que me vienen al pelo para entrar en calor.

En lo alto la nieve hace acto de presencia, son los restos de la exigua nevada que ha caído en los días de atrás (mientras el resto de la Península continúa bajo los efectos de la gran borrasca, que apenas ha tocado tangencialmente a la zona Centro) ¡Y llego a un nuevo muro!

 
Siguiendo las huellas de quienes me han precedido por estos parajes busco el modo de atravesarlo.

 
Al poco localizo la Portera del Cura que, sin mucho esfuerzo, permite pasar al otro lado de la valla: delante, Oeste, Segovia; detrás, Este, Madrid; a la derecha, Norte, la cuerda hacia el Cerro de la Salamanca; a la izquierda, la cuerda hacia el próximo Refugio de la Naranjera.

Atravesando la Portera del Cura
El Refugio de la Naranjera, lamentablemente sin techo, constituye un buen parapeto en el que protegerse del fuerte y frío viento del Norte que azota hoy estas alturas. Lugar en el que tomo un bocado antes de reemprender la marcha hacia La Salamanca.

Refugio de la Naranjera
 
Desde el Refugio la orientación de la ruta es clara: retornar a la Portera y seguir el cordal pasando de un lado al otro del murete o de la valla de alambre, en función de las indicaciones y de las ganas que se tengan de trepar o no los apilamientos de rocas que se encuentran.

A partir de este momento el GR-10, ora por la vertiente madrileña, ora por la segoviana, transcurre paralelo al muro que delimita ambas provincias.
 
Marchando junto al muro, por el cordal
 
Cordal divisorio en el que se estableció un prolongado frente militar, y del que quedan numerosos restos en forma de nidos de ametralladoras, bunkers y alambrada espinosa (¡Ojo con los “invisibles” trozos de alambre, caídos y disimulados! Constituyen una trampa peligrosa para los pies).

Restos bélicos
Al fondo el Cerro de Cueva Valiente
 
Zonas boscosas seguidas de tramos más despejados, en un sube y baja que lleva por  el Cerro de la Carrasqueta, el Risco del Palanco y alcanza finalmente el Cerro de la Salamanca, el objetivo de hoy.

 
 
Extensos panoramas a ambos lados mientras el incesante viento me obliga a continuar bien abrigado. En cualquier punto expuesto se acumula el hielo.



Tengo ganas de alcanzar ya el refugio del Cerro de la Salamanca, que a pesar de estar en un estado ruinoso al menos ofrece protección frente a la ventolera.

El refugio del Cerro de la Salamanca
Últimos metros antes de llegar la Cerro de la Salamanca
Aunque la temperatura sea baja ¡Qué bien se está al sol y resguardado del viento! Mientras tomo un plátano y unas avellanas aprovecho para contemplar el paisaje.

Resguardado del viento, en el refugio del Cerro de la Salamanca. Vista hacia el cordal recién recorrido (al Sur)
 
El Cerro de Cueva Valiente, desde el refugio del Cerro de la Salamanca
Impronta de viento y frío
Llega el momento de emprender el descenso y, abandonando el GR-10, subo los pocos metros que separan el refugio de lo alto del cordal, en busca de un paso en la alambrada que me permita acceder a la vertiente madrileña.

Con el embalse de La Jarosa a la vista emprendo el trote monte a través en busca del cortafuego que, más abajo, constituye el modo más rápido de perder altura.

A la búsqueda del cortafuego
El paisaje es amplio y espléndido en todo momento.

El descenso es rápido y el embalse está cada vez más cerca
 
El trote por el cortafuego, sin bajar la guardia para no resbalar sobre los guijarros, cunde mucho y permite perder altura rápidamente.

A partir de los 1.450m las jaras comienzan a abundar y a perfumar el entorno, conformando un sotobosque denso y aromático. Se entiende bien la razón para dar el nombre al embalse: La Jarosa.

Olorosas jaras en las proximidades del Embalse
Alternando trote y carrera retorno finalmente al lugar donde he dejado el coche, tras haber completado una circular que permite contemplar vastos y bellos panoramas, desde unas perspectivas diferentes de las habituales, por una zona que abre las puertas para futuros recorridos.

El Embalse de la Jarosa y su entorno reciben los tibios rayos del atardecer, mientras el día se encamina hacia otra noche de crudo invierno, con poca nieve en perspectiva.
Embalse La Jarosa
 

8 comentarios:

  1. Señora vuelta, como siempre.

    Que sepas que te hice caso con la circular al Salto Roldán. En breve en mi blog (que llevo retraso).

    Salud!

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    1. Me alegro de que hayas hecho la vuelta al Salto, espero que no te defraudase. Ya sé que vas con retraso en el blog, pero aguardo a que publiques "la vuelta" para leer tus impresiones. Mientras tanto seguiré leyendo tus memorias ;-), que también están bien.
      Salud y Montaña, Pirene.

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  2. También estuve el sábado en un monte de unos 1500 metros donde hacía una rasca que te escayolaba la sonrisa. Subimos por una información sobre el lobo que tenía poca consistencia pero, había que probar.
    Entiendo ese frescor vivido pero, hay que atacar para abrirse camino.

    Un abrazo

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    1. Abriéndose camino, pero con la ropa bien cerrada. Saltando muros y obstáculos, pero con los pies bien puestos sobre el suelo. Sonriendo, pero con la boca cerrada, que el frío se cuela por cualquier sitio. Viviendo y saboreando cada rincón, escena y oportunidad que la Naturaleza ofrece a quien se sumerge en ella procurando no dejar rastro alguno.
      Un abrazo

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  3. Que recuerdos de estos parajes, cuando comenzaba a realizar caminatas más "montañeras" con las míticas y recias botas Kamet sexto grado, durmiendo en los hoy ruinosos refugios de La Naranjera y La Salamanca. La vida pasa, la memoria pervive, y las montañas eternas. Preciosa ruta, y un abrazo Carmar.

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    1. ¿Y qué me dices de las Galibier Super Guide y de las meticulosas "untadas" con grasa de caballo? Tiempos aquellos en los que comenzábamos por la montaña, el Pirineo era mi escenario, que para llegar al tuyo han tenido que pasar no pocos años. Curioso que, en mi caso, haya sido ésta la primera vez que he pisado el cordal al Sur del Cerro de la Salamanca mientras tú ha tanto que por allí anduviste.
      Salud y Montaña, amigo Rafa.

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  4. Magnífico dia de caminhada!!!... Ainda que estivesse frio, a roupa bem fechada sobre a pele, o sol anima a saltar obstáculos e desvendar detalhes que a natureza nos oferece a cada passada... Viver e apreciar cada momento, cada cena, cada oportunidade, cada segundo que aparece no caminho não tem preço.
    Bonita rota e preciosa reportagem compartilhada.
    Um beijo e felizes dias de montanha pela frente

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    1. Los detalles que encontramos cuando marchamos por la naturaleza son en verdad hermosos, y gracias a ellos el conjunto se enriquece. Apreciándolos nos hacemos parte del entorno por el que nos movemos, igual que el resto de los animales que por allí andan. Si no están atentos a los detalles, arriesgan su supervivencia; nosotros, estando atentos, prolongamos nuestras vivencias.
      Salud y Montaña, Teca.

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