Faz a contraluz, con el cordal de la Salamanca al fondo |
Transitar por el Valle de
Enmedio, bien sea por su base o por las alturas que lo delimitan, supone
adentrarse en un paraje especialmente infrecuente y solitario. Seguramente
constituye uno de los lugares más apartados y tranquilos de la Sierra de
Guadarrama.
Este recorrido, con origen y
final en el Camping del Valle de En medio (1.450m), discurre por parajes poco
habituales, bien atravesando densos pinares o bien por sendas zigzagueantes
bordeando formaciones rocosas de altura.
Peñas enhiestas (sector de Peña
Blanca), peñascos de curiosas e imaginativas formas (la Cara, la Silla o Dedo,
el Pato, etc…), petroglifos (El ojo que todo lo ve, el trébol de cuatro hojas),
placa conmemorativa de mariposa única, y todo ello en un marco natural que
recibe pocas visitas.
En nuestro caso optamos por
realizar la ruta en sentido de las agujas del reloj, empezando temprano porque
la meteo pronostica tormentas por la tarde, adentrándonos de salida en el
recoleto Valle de Enmedio por una buena pista, que abandonamos pronto para
encaramarnos al enriscado cordal Este del mismo, el sector de Peña Blanca
(1.660m), antiguo destino de escaladores que hoy han emigrado a otros lugares.
Curioso bastión rocoso en medio
del pinar, tranquilo, en un entorno magnifico. Aislado roquedo a la espera de
que algún solitario buscador de “rarezas” deambule por estas peñas, transite
por los callejones, se asome a sus balcones y cornisas, cuidando de dónde pone
manos y pies en su trepar por las moles de granito que tanto contrastan con el
bosque de pinos y las laderas tapizadas de gayuba que las circundan. Aquí
reside precisamente su encanto.
Una vez en la parte alta recorremos
la cuerda por una serpenteante senda o trocha que rodea los enhiestos roquedos
y bloques que la conforman, alternando las vertientes (soleada al Este y en la
umbría al Oeste), en un itinerario agreste y entretenido, típicamente
“Pedricero”, para concluir, tras atravesar un estrechamiento / ventana natural,
en un recoleto plano donde se encuentran unos curiosos petroglifos (“el ojo que
todo lo ve” y “el trébol de cuatro hojas”, uno frente a otro) que, de no andar
advertidos, pasan fácilmente desapercibidos.
Acceso al sector de la Peña Blanca |
La Peña Blanca |
El trébol de cuatro hojas |
El ojo que todo lo ve |
Seguidamente la senda deja atrás
las rocas y se interna descendentemente en el pinar hacia el Collado del
Hornillo (1.637m). Tras las ramas de los pinos se ve el cerro de la Salamanca y
el cordal que, desde él hasta el refugio de la Naranjera, seguiremos después en
sentido N – S.
Cerro de la Salamanca |
Este collado, atravesado por una
carretera asfaltada con muy poca circulación, supone un punto de inflexión en
la circular.
Desde el Collado del Hornillo se
emprende una pronunciada subida (tan sólo 150m de desnivel, pero que hacen
resoplar) hasta alcanzar el Cerro de la Salamanca (1.785m) y su refugio, hoy en
ruinas.
Refugio en ruinas de la Salamanca |
A continuación, y a lo largo de
poco más de cinco kilómetros, el GR-10 cabalga entre dos vertientes, al E la
zona del Escorial (la Jarosa, Cuelgamuros, etc), al W la zona de Peguerinos,
manteniendo la cota en torno a los 1.700m, con algún sube y baja de poca
relevancia.
Desde la Jarosa nos llega una
sensación de calor con olor a jara. La densa cobertura de gayuba aporta
luminosidad a la vertiente madrileña.
Vertiente y embalse de la Jarosa |
A la altura de la Portera del
Cura el cordal cambia de aspecto. Los grandes bloques rompen con la uniformidad
del entorno por el que ha discurrido la senda hasta el momento.
Alcanzado el refugio de la
Naranjera abandonamos la cuerda y tomamos un sendero que, rápidamente y entre
roquedos de nuevo “Pedriceros” (nuestra imaginación asocia sus formas con
Caras, Sillas, Caballos de Ajedrez, etc.), se dirige al plano del Respernadero
(1.450m). El camino requiere atención, pues a tramos está muy roto y cubierto
de pedruscos.
El Dedo o la Silla, según desde dónde se mire |
Cara con ceño fruncido |
El Caballo de Ajedrez |
El cielo, que se ha mantenido despejado
y claro durante toda la mañana, empieza a mostrar nubes aisladas ¡Uhmmm!
Una vez en el plano, y tras la
visita en ida y vuelta al monumento /
placa conmemorativa del descubrimiento de la mariposa Graelsia isabellae, constatamos que las nubes se han desarrollado
rapidísimamente. Se huele la lluvia, que se acerca a pasos agigantados ¡Uhffff!
Emprendemos un sinuoso recorrido
en arco, por medio de un bosque con muchas sendas, de entre las que hay que ir
eligiendo (el GPS ayuda mucho), al tiempo que las primeras gotas empiezan a
caer. Los árboles nos van protegiendo ligeramente.
La lluvia ha comenzado |
Alcanzamos y atravesamos la
amplia explanada del Campamento Peñas Blancas, hoy en desuso, bajo un aguacero
sin paliativos ¡ϟϠϞϧѨѨԎԎ! Afortunadamente,
y a semejanza de los pastores de montaña, cada uno vamos resguardados bajo
nuestro paraguas, sí paraguas. Gracias a que ML siempre lleva uno extra en el
fondo de su mochila vamos ambos a cubierto.
En medio de una lluvia intensa,
con el paraguas en una mano y el GPS en la otra, mantenemos un rumbo algo
titubeante, mientras chapoteamos por las sendas, contemplando formaciones que
de nuevo despiertan la imaginación (el Pato), o sencillamente llevan a
preguntarse por el artífice de la Cara, retornando al punto de partida.
El Pato bajo el aguacero |
En resumen, una circular larga,
de 21km de longitud, con un desnivel acumulado en ascenso de unos 620m de D+,
repartido en varios tramos, lo que hace que no sea demasiado exigente, a lo
largo de la cual tan sólo durante el recorrido del cordal entre la Salamanca y
la Naranjera se coincide con alguna persona, y que permite deambular por unos
parajes limpios y bien conservados.
Algún día tengo que ver esa preciosa mariposa. Dicen quienes la han visto, que es una maravilla.
ResponderEliminarPara los días de riesgo de tormentas repentinas, suelo llevar un chubasquero fino que cubre completamente. Es muy eficaz.
La mantis siempre sospechando...
Un abrazo
Gracias Javier por tu comentario. A mí también las mantis me parecen que andan sospechando, sopesando, en fin, dignas de ser admiradas.
EliminarUn abrazo.