jueves, 3 de octubre de 2019

Peguerinos desde el Camping del V. Enmedio: lugar de hallazgos en la Sierra de Malagón.

Faz a contraluz, con el cordal de la Salamanca al fondo

Transitar por el Valle de Enmedio, bien sea por su base o por las alturas que lo delimitan, supone adentrarse en un paraje especialmente infrecuente y solitario. Seguramente constituye uno de los lugares más apartados y tranquilos de la Sierra de Guadarrama.

Este recorrido, con origen y final en el Camping del Valle de En medio (1.450m), discurre por parajes poco habituales, bien atravesando densos pinares o bien por sendas zigzagueantes bordeando formaciones rocosas de altura.


Peñas enhiestas (sector de Peña Blanca), peñascos de curiosas e imaginativas formas (la Cara, la Silla o Dedo, el Pato, etc…), petroglifos (El ojo que todo lo ve, el trébol de cuatro hojas), placa conmemorativa de mariposa única, y todo ello en un marco natural que recibe pocas visitas.


En nuestro caso optamos por realizar la ruta en sentido de las agujas del reloj, empezando temprano porque la meteo pronostica tormentas por la tarde, adentrándonos de salida en el recoleto Valle de Enmedio por una buena pista, que abandonamos pronto para encaramarnos al enriscado cordal Este del mismo, el sector de Peña Blanca (1.660m), antiguo destino de escaladores que hoy han emigrado a otros lugares.

Curioso bastión rocoso en medio del pinar, tranquilo, en un entorno magnifico. Aislado roquedo a la espera de que algún solitario buscador de “rarezas” deambule por estas peñas, transite por los callejones, se asome a sus balcones y cornisas, cuidando de dónde pone manos y pies en su trepar por las moles de granito que tanto contrastan con el bosque de pinos y las laderas tapizadas de gayuba que las circundan. Aquí reside precisamente su encanto.

Una vez en la parte alta recorremos la cuerda por una serpenteante senda o trocha que rodea los enhiestos roquedos y bloques que la conforman, alternando las vertientes (soleada al Este y en la umbría al Oeste), en un itinerario agreste y entretenido, típicamente “Pedricero”, para concluir, tras atravesar un estrechamiento / ventana natural, en un recoleto plano donde se encuentran unos curiosos petroglifos (“el ojo que todo lo ve” y “el trébol de cuatro hojas”, uno frente a otro) que, de no andar advertidos, pasan fácilmente desapercibidos.

Acceso al sector de la Peña Blanca
La Peña Blanca


El trébol de cuatro hojas
El ojo que todo lo ve
Seguidamente la senda deja atrás las rocas y se interna descendentemente en el pinar hacia el Collado del Hornillo (1.637m). Tras las ramas de los pinos se ve el cerro de la Salamanca y el cordal que, desde él hasta el refugio de la Naranjera, seguiremos después en sentido N – S.

Cerro de la Salamanca
Este collado, atravesado por una carretera asfaltada con muy poca circulación, supone un punto de inflexión en la circular.

Desde el Collado del Hornillo se emprende una pronunciada subida (tan sólo 150m de desnivel, pero que hacen resoplar) hasta alcanzar el Cerro de la Salamanca (1.785m) y su refugio, hoy en ruinas.

Refugio en ruinas de la Salamanca
A continuación, y a lo largo de poco más de cinco kilómetros, el GR-10 cabalga entre dos vertientes, al E la zona del Escorial (la Jarosa, Cuelgamuros, etc), al W la zona de Peguerinos, manteniendo la cota en torno a los 1.700m, con algún sube y baja de poca relevancia.

Desde la Jarosa nos llega una sensación de calor con olor a jara. La densa cobertura de gayuba aporta luminosidad a la vertiente madrileña.

Vertiente y embalse de la Jarosa
A la altura de la Portera del Cura el cordal cambia de aspecto. Los grandes bloques rompen con la uniformidad del entorno por el que ha discurrido la senda hasta el momento.


Alcanzado el refugio de la Naranjera abandonamos la cuerda y tomamos un sendero que, rápidamente y entre roquedos de nuevo “Pedriceros” (nuestra imaginación asocia sus formas con Caras, Sillas, Caballos de Ajedrez, etc.), se dirige al plano del Respernadero (1.450m). El camino requiere atención, pues a tramos está muy roto y cubierto de pedruscos.

El Dedo o la Silla, según desde dónde se mire
Cara con ceño fruncido
El Caballo de Ajedrez
El cielo, que se ha mantenido despejado y claro durante toda la mañana, empieza a mostrar nubes aisladas    ¡Uhmmm!

Una vez en el plano, y tras la visita en ida y vuelta  al monumento / placa conmemorativa del descubrimiento de la mariposa Graelsia isabellae, constatamos que las nubes se han desarrollado rapidísimamente. Se huele la lluvia, que se acerca a pasos agigantados    ¡Uhffff!


Emprendemos un sinuoso recorrido en arco, por medio de un bosque con muchas sendas, de entre las que hay que ir eligiendo (el GPS ayuda mucho), al tiempo que las primeras gotas empiezan a caer. Los árboles nos van protegiendo ligeramente.

La lluvia ha comenzado
Alcanzamos y atravesamos la amplia explanada del Campamento Peñas Blancas, hoy en desuso, bajo un aguacero sin paliativos   ¡ϟϠϞϧѨѨԎԎ!    Afortunadamente, y a semejanza de los pastores de montaña, cada uno vamos resguardados bajo nuestro paraguas, sí paraguas. Gracias a que ML siempre lleva uno extra en el fondo de su mochila vamos ambos a cubierto.

En medio de una lluvia intensa, con el paraguas en una mano y el GPS en la otra, mantenemos un rumbo algo titubeante, mientras chapoteamos por las sendas, contemplando formaciones que de nuevo despiertan la imaginación (el Pato), o sencillamente llevan a preguntarse por el artífice de la Cara, retornando al punto de partida.

El Pato bajo el aguacero
En resumen, una circular larga, de 21km de longitud, con un desnivel acumulado en ascenso de unos 620m de D+, repartido en varios tramos, lo que hace que no sea demasiado exigente, a lo largo de la cual tan sólo durante el recorrido del cordal entre la Salamanca y la Naranjera se coincide con alguna persona, y que permite deambular por unos parajes limpios y bien conservados.



2 comentarios:

  1. Algún día tengo que ver esa preciosa mariposa. Dicen quienes la han visto, que es una maravilla.
    Para los días de riesgo de tormentas repentinas, suelo llevar un chubasquero fino que cubre completamente. Es muy eficaz.
    La mantis siempre sospechando...

    Un abrazo

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    1. Gracias Javier por tu comentario. A mí también las mantis me parecen que andan sospechando, sopesando, en fin, dignas de ser admiradas.

      Un abrazo.

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