La Ermita de la Virgen de la Peña
está situada en la cara sur de la sierra Caballera, en un emplazamiento
espectacular; colgada sobre el vacío y con excelentes vistas sobre la comarca
de la Hoya de Huesca.
Aislada y mimetizada con el
roquedo en el que se encuentra, la ermita, una vez localizada, atrae
continuamente la mirada, desde que se comienza la marcha en Ainés hasta que se llega
a ella.
Mediodía de pleno sol en la Hoya de Huesca. El
calor es tórrido y el termómetro marca 30ºC. Dejamos el coche en las afueras de
la población, cerca de una gran balsa.
Por encima de la balsa, en la distancia, se distingue el castillo de Loarre |
Bajo la sombra retraída de una
higuera, pegados contra el muro de piedras superpuestas, nuestros ojos van de
la balsa a la ermita y de ésta vuelven a la balsa. Pero hemos venido a andar,
así que iniciamos la marcha junto a los viejos almendros que jalonan la pista
en dirección a los farallones.
Marchamos en busca de la senda
que, a mano derecha y tras poco caminar, abandona la polvorienta pista y nos
permite entrar en la sombra de un bosque de pinos. El calor se atenúa
ligeramente, al menos el sol llega más filtrado.
El sendero ascendente cruza de
nuevo la pista más arriba, la atraviesa y sigue bosque adelante al otro lado de
la misma ¡Mientras la sombra protege vamos bien!
El sendero se retoma al otro lado de la pista |
A medida que nos acercamos a la
base del paredón la ermita se ve cada vez con más dificultad, hasta que deja de
verse del todo.
De nuevo alcanzamos la pista, que ahora
seguimos hacia la derecha durante una decena de metros, muy próximos a la base
del paredón, hasta topar con un cartel junto a un sendero hacia la ermita, que
está ya próxima. La vegetación muestra una zona de humedad y llegamos a una
fuente de la que mana agua fresca ¡Irresistible tentación!
La humedad anticipa el lugar de la fuente |
La senda alcanza
enseguida la base del farallón y se transforma en escalinata.
Al poco, en un
recodo de la misma, damos vista a la ermita. Suspendida casi. No es día de
visita, así que nos hemos de conformar con mirarla desde la distancia.
Ermita de la Virgen de la Peña |
Ascendemos un
poco más, hasta un rellano mirador, y la casa del santero se hace visible. Ambas
edificaciones construidas en zona de buitres.
Casa del santero |
Seguimos el
sendero hasta llegar a la explanada rocosa que constituye la parte superior del
cortado, donde de nuevo se encuentra la pista que hemos ido atravesando durante
la subida. La Roca Bailadora se llama este lugar. Desde aquí contemplamos la
ermita, colgada sobre el vacío.
Ermita desde la "Roca Bailadora" |
Permanecemos sentados
porque ha comenzado a soplar un fuerte viento caliente y desestabilizador. Hay
que vigilar el equilibrio en esta punta de roca sobre la que nos encontramos
¿Derivará de esta sensación el nombre de “roca bailadora”? Antes de ponernos en
pie observamos unas cuevas en el risco de enfrente, algo por encima de la
ermita, y decidimos acercarnos a ellas.
Cuevas frente a la Roca Bailadora |
Trocha arriba hasta alcanzar las
cuevas, amplias y con fresca sombra, que aprovechamos para comer algo antes de
iniciar el retorno. Hay que hacer un esfuerzo para dejar este punto de
observación y salir de nuevo a la solana.
La balsa de agua de Ainés desde la cueva |
Atención a la escalinata.
Ojeada a la ermita antes de
entrar en el bosque y perderla de vista.
Paredón y buitreras al sol.
Polvo, viento y sol. El aire
reverbera, las imágenes se suceden, atrás queda la ermita en su balcón.
Castillo de Loarre |
Torre de la iglesia de Ainés |
Quietud del agua, al sol del mediodía |
Todos buscando la sombra |
Gostei dessa “roca bailadora”... que vistas mais belas e ensurdecedoras!!! Uffff... espetáculo imperdível essa rota tão bem documentada e relatada!... Bravo!
ResponderEliminarUm beijo
Entre el viento y las vistas desde la "roca bailadora" la sensación de vacío era apreciable, así que estuvimos sobre ella el tiempo estrictamente necesario para verlo todo bien, aunque algo encogidos tanto el cuerpo como la mente.
EliminarUn entorno muy aéreo y bonito en cualquier caso.
Un abrazo, Teca
Hola Carmar.
ResponderEliminarSencillo, pero atractivo recorrido, a una ermita de la Virgen de la Peña, que está enclavada en un lugar sin igual.
Solo os falto realizar la circular, tomando la pista que desde la piedra bailadora, continúa durante un kilómetro, hasta adentrarse de nuevo en el pinar.
Un saludo
El calor era tal que preferimos volver al resguardo del pinar antes que volver por la pista, que al mediodía la sombra en pista no es comparable con la que se encuentra en una senda estrecha.
EliminarSalud y Montaña.
Hola,
ResponderEliminarVaya horas de hacer una salida al sol, no? El el Pirineo madrugas algo más.
En esa zona no había otro sitio más complicado aún para hacer una ermita y la casa del santero? ;-)
Salud y mucha montaña!
Vaya horas, vaya. Que buen calor pasamos. El Pirineo y las salidas que nos curramos por él requieren madrugar, que luego se alargan y vale más que no te caiga la noche encima.
EliminarEl emplazamiento de la ermita ya constituye una penitencia para los que la edificaron. No me quiero ni imaginar a los albañiles que tuvieron que levantar el muro que da a la parte del vacío.
Salud y Montaña, Francisco.
Vaya ermita más chula, me recuerda el Monasterio Viejo de San Juan de la Peña... Habrá que darse una vuelteta por allí.
ResponderEliminarSi por allí vas, procura aminorar tu habitual paso, que a la carrera no se fija bien la vista en los detalles, y cualquier traspiés junto al cortado, salvo para los buitres, puede acarrear nefastas consecuencias.
EliminarUn abrazo, tocayo.
Esta ruta me gusta para ver al quebrantahuesos y al treparriscos, dos aves que me gusta ver todas las veces que haga falta. Por su cercanía con Zaragoza, es el mejor lugar para ello. Me gusta más el prepirineo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El Prepirineo es un lugar de encuentro con sus moradores habituales, de altura. Siempre estamos por ellos observados. Son mutuas las miradas.
EliminarUn abrazo.