lunes, 16 de octubre de 2017

Por los robledales de los Montes Carpetanos. Cascada de San Mamés y alto del Reajo Alto.


Robledal de los Montes Carpetanos
Los Montes Carpetanos es el nombre que recibe la parte norte de la alineación montañosa principal de la Sierra de Guadarrama. Estos montes, que forman un cordal de lomo mayoritariamente redondeado, tienen una longitud aproximada de 50km, extendiéndose en dirección suroeste-noreste desde el puerto del Nevero o Collado de Quebrantaherraduras en la base norte de Peñalara (extremo suroeste), hasta el puerto de Somosierra (extremo noreste). Los Montes Carpetanos definen el límite entre las provincias de Segovia y Madrid.

La montaña más alta de estos montes es El Nevero (2.209 m), ubicado en la zona central de los mismos. La parte noreste del cordal, a partir del Nevero, está formada por montañas algunos de cuyos nombres hacen alusión a su forma, tales como Reajo Capón (2.092m) y Reajo Alto (2.100m) (“reajo” significa “prado pequeño”), o Lomo Gordo (2.075m; auto explicativo)
 
Hoy tenemos el propósito de completar una circular que, con origen y final en la localidad de Navarredonda (1.222m), nos llevará primero hasta la Chorrera de San Mamés (cascada de 30m), continuaremos aguas arriba del Arroyo de la Pinilla hasta su nacimiento, ascendiendo finalmente por el amplio barranco para alcanzar el Lomo Gordo y seguidamente, ya sobre la loma del cordal, pasar por el Reajo Alto, punto más elevado del itinerario, desde donde emprenderemos el descenso que, casi en línea recta y con mucha pendiente, nos conducirá de vuelta a Navarredonda.  En total un recorrido de 16.5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de casi 1.000m de D+ (950m según el GPS).

A la chorrera o cascada de San Mamés (1.470m) se puede llegar tanto desde la localidad de San Mamés como desde Navarredonda, ambas en la vertiente del valle del Lozoya, si bien nosotros optamos por esta última porque la aproximación discurre por terreno más cubierto de árboles. El roble otoñal es un atractivo.

Salimos de la plaza de la iglesia de Navarredonda (1.222m) a las 9h caminando en sentido S – N por robledal y dehesa, zigzagueando a tramos para evitar invadir los campos acotados que encontramos. El viento en altura modela a su antojo las nubes que cubren el cielo, si bien confiamos en que vaya despejando a lo largo del día.

 
 
Nos vamos aproximando al barranco del Arroyo de la Pinilla. Al otro lado se divisa la Casa del Leñador. Avanzamos junto a un murete delimitador manteniéndonos en la parte de la dehesa.  

Casa del Leñador, justo en la linde con el pinar
Vadeamos fácilmente el arroyo de la Pinilla, por fuera del pinar, a la altitud de 1.320m, remontando a continuación por la empinada ladera herbosa que hay al otro lado hasta alcanzar la pista que viene del pueblo de San Mamés, justo a la altura de la Casa del Leñador (1.380m), en la misma linde de comienzo de una gran mancha de pinar. Desde la distancia ya es visible la Chorrera de San Mamés.

Casa del Leñador
Barranco del Reajo Alto y zona rocosa de la cascada de San Mamés
Zoom sobre la Cascada de San Mamés
Damos la espalda a la superficie abierta que acabamos de atravesar y nos internamos por la cómoda senda entre los pinos, ganando el poco desnivel hasta la cascada. Tan sólo se escucha el rumor de nuestras pisadas.

Vista atrás antes de adentrarnos en el pinar
Salimos a un claro en el bosque desde donde se ve la muy próxima Chorrera de San Mamés. Las nubes casi han desaparecido del cielo y el entorno resulta cálido.

Chorrera de San Mamés
Dejamos atrás la chorrera y continuamos, siempre por la izq. orográfica del arroyo, paralelos a su curso y manteniéndolo a la vista, ascendiendo por la empinada ladera del barranco para acabar saliendo a una abandonada pista, a los 1650m, que seguimos durante unos metros hacia la izquierda hasta alcanzar el punto donde ésta cruza el cauce del Arroyo de la Pinilla.

Saliendo del barranco
Abandonamos aquí la pista y tomamos aguas arriba del Arroyo (poco caudaloso a esta altitud), al principio por la dcha orográfica y enseguida por la izq., metiéndonos equivocadamente en el barranco del Reajo Alto (afluente por la dcha. del de la Pinilla) hasta darnos cuenta del error y de que hemos pasado de largo el que nos interesaba, por lo que corregimos el rumbo, dejamos el cauce que veníamos siguiendo y emprendemos la subida en diagonal en dirección, ahora sí, al de la Pinilla y monte a través (un corzo se cruza velozmente) hasta llegar a la pista más alta de las que surcan este monte, que lo recorre en paralelo al cordal superior a la altitud de los 1.800m, saliendo muy próximos a una fuente y a una captación de aguas.

 
Naturaleza agreste mientras nos re-orientamos hacia el Arroyo de la Pinilla
Ya volvemos a estar orientados: el Arroyo de la Pinilla que nos habíamos pasado de largo
Desde la fuente, junto al ahora sí arroyo de la Pinilla, se extiende una amplia vaguada tapizada de piornos que en suave arco ascendente y tras 1.25km, sin trocha marcada pero de pendiente moderada, permite alcanzar la loma del cordal en el Lomo Gordo.

Fuente al pie del amplio barranco que conduce al Lomo Gordo
Vista atrás mientras ascendemos al Lomo Gordo
Desde el Lomo Gordo (2.067m), y por el PR33 que recorre el aplanado cordal, avanzamos en sentido Norte – Sur durante 1.6km hasta alcanzar el Reajo Alto (2.100m).

Desde su punto geodésico se distingue la nítida linde donde comienza el pinar así como un largo murete que “se desprende” perpendicularmente a la cuerda enfilándose directamente hacia Navarrendonda.
Trazando mentalmente el itinerario de bajada, desde el Reajo Alto
Nos separa de él una zona cubierta de piornos de poca altura, llamada la Nevera, y que atravesamos en diagonal hasta alcanzar el muro a los 2.050m de altitud, evitando bajar más para no entrar en el barranco que se interpone entre él y el Reajo.

Una vez junto al murete (2.050m) que separa el monte de Navarrendonda del de Lozoya comienza el pronunciado descenso que lo sigue en su totalidad, por su izq., en sentido bajada, hasta los 1.400m.

Al principio por un descarnado e incómodo cortafuego muy ancho, procurando no resbalar en los guijarros, atravesando el paraje denominado Cancho de Reajo Hondo y dos pistas transversales a 1.780m y 1.740m, respectivamente, tras las cuales el cortafuego se convierte en sendero.

Murete delimitador
La senda continúa su trazado paralela y pegada al murete, manteniéndonos siempre a la izquierda del mismo, en sentido bajada, estrechándose y asilvestrándose cada vez más.

Entre los 1.700m y 1.400m, respectivamente, la trocha, más intuida que vista, discurre primero por la Cuesta de la Albarda, entrando luego en el paraje denominado Quiñón Largo.

Sobre una alfombra de hojas, esquivando las ramas de los árboles y sorteando los abundantes rosales silvestres que obstaculizan el descenso, recorremos un primitivo robledal sumamente atractivo. Las piernas comienzan ya a acusar los setecientos metros de desnivel bajados en línea recta y muy pendiente.

Principio del otoño en el robledal
 
La densidad del arbolado empieza a aclararse permitiendo ver el final de la pertinaz cuesta a medida que nos aproximamos al claro de los Cudrios, y en él “una senda” amplia y herbosa que enfila claramente hacia Navarredonda que se nos antoja cómoda y suave tras la bajada realizada.

Mientras la seguimos vamos mirando las distintas franjas vegetales que tapizan la ladera madrileña de esta sierra de Guadarrama por la que hemos transitado, a lo largo de cuyo recorrido tan sólo hemos visto “de lejos” a dos personas en una de las pistas que atravesamos durante la subida, pasando por parajes bastante alejados de los circuitos tradicionales, una vez rebasada la Chorrera de San Mamés.
Franjas vegetales al pie del cordal de los Montes Carpetanos
 

2 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Uno cuando recuerda la Sierra de Guadarrama, a la cabeza siempre le viene la roca y el piorno que cubre las zonas altas; por lo que sorprende (cada vez menos), los bonitos bosques que pueblan las zonas bajas, que tan ricamente son regados por los numerosos arroyos que los atraviesan.

    Un saludo.

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    1. Los bosques que cubren las laderas de la Sierra de Guadarrama son ciertamente hermosos. Los hay de varios tipos, y ninguno de ellos defrauda al "bosqui(hu)mano" que decide explorarlos.

      Un saludo.

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