miércoles, 2 de agosto de 2017

Peñalara desde Valsaín, en circular por la Chorranca, Chozo Aranguez y Arroyo de los Neveros.


Chozo de Aranguez, al pie de Peñalara
Aun siendo en sí mismo el pico de Peñalara (el más elevado de la sierra de Guadarrama: 2.428m) un objetivo atractivo, en ésta, como en tantas otras ocasiones, para nosotros lo mejor de la ruta realizada se encuentra en el recorrido y no tan sólo en alcanzar la cumbre.

La circular de hoy discurre en su parte inferior por el bello bosque de Valsaín, pasa junto a las Cascadas del  Arroyo de la Chorranca, recorre la Majada de Aranguez de Norte a Sur, visitando su Chozo (1.890m), sube por muy empinada pendiente hasta alcanzar los 2.200m del hombro Oeste de Peñalara, cuya cima toca poco después, recorre la aérea cresta de Claveles hasta el Risco de los Pájaros, tras lo cual desciende monte a través (bordeando por el Norte el gran canchal que hay al pie de la cresta, al Oeste de la misma) hasta la Majada de Aranguez para, seguidamente, ir a buscar el Arroyo de los Neveros, acompañándolo aguas abajo hasta cerrar el círculo junto a la Cueva del Monje, ya muy próximos al punto de partida.

Son las 8 de la mañana cuando Manuel y yo iniciamos la marcha junto al edificio del CENEAM, en la Pradera de Valsaín. De entre los varios caminos que nacen detrás del pabellón optamos por el que apunta hacia los “Vestigios de la Guerra”. En adelante iremos tomando los senderos que mantengan tanto la línea ascendente como la deriva hacia el SE que nos aproximen al Arroyo de la Chorranca.

Nos sirve de guía la cacera que conduce el agua del Arroyo de Peñalara hacia el antiguo Aserradero de la Máquina Vieja, y que seguimos aguas arriba.

Salimos a una pista asfaltada, la tomamos en sentido SE y a los pocos metros alcanzamos la explanada donde se encuentra la Cueva del Monje.

Cueva del Monje
A partir de este punto enfilamos directamente hacia el E, en busca de los Arroyos de la Chorranca y de Peñalara, respectivamente, cruzando la carretera y tomando una pista al otro lado que se interna en el frondoso pinar de Valsaín, cuyos ejemplares se distinguen por: tronco recto, color anaranjado en la parte alta y con pocas ramas en la parte baja, pues la sombra que les dan las superiores las debilitan hasta que acaban rompiéndose por el viento o el peso de la nieve.

Llegamos a las Cascadas de la Chorranca (son dos) y continuamos aguas arriba por una estrecha senda cuya empinada pendiente se deja notar.


Cascadas de la Chorranca
Continuamos ascendiendo por la margen derecha del Arroyo. Las aguas que minutos antes se precipitaban en forma de cascada fluyen mansamente ahora.

Marchamos por una zona boscosa en la que seguir la trocha entre los helechos, en el silencioso pinar, constituye un placer para los sentidos.

 
A la altitud de los 1.800m los pinos son ya menos esbeltos; algunos ejemplares viejos y retorcidos dan fe de las inclemencias experimentadas.

En un ambiente alpino, bello, sereno y fresco, la senda llanea apuntando hacia el Chozo de Aranguez.

Finalmente alcanzamos la linde del bosque y la amplia zona de pasto que constituye la Majada de Aranguez, lugar inesperadamente amplio y plano al pie de la cara NO del macizo de Peñalara.

La mole de Peñalara preside el lugar
El Chozo de Aranguez (1.890m) es un  refugio libre, pequeño, acogedor y limpio, enclavado en un hermoso lugar al pie del granítico Peñalara, en el que hacemos un alto para tomar unas almendras antes de iniciar el ascenso a la cima por la loma Oeste de Peñalara / Dos Hermanas que cierra la Majada por el Sur.

Majada de Aranguez  vista desde el Chozo
El buen sendero hacia la parte superior de la loma salva por fuerte pendiente los primeros trescientos metros, para luego suavizarse hasta la cumbre.

Majada de Aranguez desde la subida hacia Peñalara
Zoom sobre el Chozo
En este terreno, elevado y pedregoso, tapizado de enebros rastreros, cualquier pino ocasional, por pequeño que sea, constituye una apreciada sombra desde donde, reposadamente, contemplar el paisaje.

En la cima, que no está demasiado concurrida, buscamos un lugar al abrigo del viento para tomar un plátano y agua antes de continuar.

Cima de Peñalara
La cresta que une el Risco de Claveles con el de los Pájaros es sólida, pero aérea y estrecha. Con roca seca resulta sencilla pero cuando está húmeda o en condiciones invernales se torna especialmente peligrosa.

Hacia la Cresta de Claveles
Tras descender del Risco de los Pájaros por el Norte encaramos un tramo de monte a través, al principio por ladera cubierta de enebros y piornos (hasta los 2.000m), y después entre abigarrados pinos y más piornos, hasta alcanzar el sendero de la Majada de Aranguez en los 1.800m; resulta éste el trayecto más intrincado y apenas transitado de la circular de hoy.

Risco de los Pájaros
Mientras vamos trazando el itinerario, caminando sobre los enebros o entre los leñosos piornos donde menos densidad intuimos, nos viene a la mente la espléndida pala esquiable en la que se transforma esta ladera cuando la nieve lo cubre todo y el descenso hasta el Chozo es pura cuestión de encadenar gozosamente un giro tras otro.   

Un ruido a modo de siseo en el aire hace que alcemos la vista hasta distinguir al ultraligero que lo emite.

Con alguna que otra parada puntual vamos corrigiendo el rumbo y perdiendo altura; cruzamos un pequeño claro donde pacen vacas y caballos, acercándonos con dificultad a la linde del bosque que indica la proximidad de la senda. En la distancia, más abajo y hacia nuestra izquierda, se distingue el Chozo.

 
Tras esta densa franja de pinar está la senda que buscamos
Después de un trabajoso descenso por fin estamos en el camino. Hacemos un alto para comer e hidratarnos, a la par que aprovechamos para desembarazarnos de toda la broza que nuestras zapatillas han embarcado ¡Que no es poca!

Reanudamos la marcha en sentido Norte por el claro sendero, cruzamos el arroyo de la Chorranca en su parte superior y continuamos al de los Neveros, bajando hacia el Oeste por pista o senda, según encontramos.

Enhiestos ejemplares de Valsaín
A la altitud de los 1.600m llegamos a la carretera asfaltada que atraviesa el pinar de Valsaín, y la seguimos unos doscientos metros hacia el Norte hasta llegar a una pronunciada curva al Oeste, junto al arroyo de los Neveros, de donde una senda se aparta del asfalto y acompaña al exiguo curso de agua en su discurrir entre los pinos.

De nuevo nos encontramos inmersos en la majestuosa naturaleza que constituye el bosque de Valsaín, donde los altísimos pinos se elevan sobre un fresco sotobosque de helechos que acoge a quien desee adentrarse en él.

 
Al fondo, el Montón de Trigo
Y así vamos cerrando el círculo que nos lleva de vuelta a la Cueva del Monje, a partir de la cual el roble toma el relevo del pino, descendiendo hasta retornar al punto de partida, tras haber realizado un circuito de 20.6km de longitud habiendo salvado un desnivel total en ascenso de 1.260m de D+ por los pinares de Valsaín, extraordinaria extensión de bosque húmedo en donde paz y sosiego están garantizados.
 

11 comentarios:

  1. Tiene que ser una zona bien fresca para una buena caminata, se nota. Ya la cambiaría por el que tengo que visitar mañana.
    Por cierto, que guapo el macho montés descansando. Una instantánea alucinante, me gusta mucho estos animales.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El macho montés estaba tan ricamente, y muy bien camuflado; tan sólo de perfil se le distinguía en la sombra del pino. Hallazgos que la naturaleza nos proporciona.

      Un abrazo, Javier.

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Veredas de altura

    El bosque de Valsaín ofrece a quien se adentra en él toda un mundo para los sentidos: un ecosistema de diversidad en todos los órdenes, un escenario de luces y sombras que envuelve el deambular, un muestrario de sonidos que merece de quietud para su atenta escucha, unas trochas que nos acercan a espacios singulares, unos encuadres que permiten conseguir instantáneas que capten las escenas, los detalles, los gestos, lo efímero. Además sí, es un lugar de tránsito hacia los terrenos de la alta montaña. Muchas más aportaciones, que vividas de nuevo en conjunto, dan un valor superior a la traza del recorrido.
    Salud para seguir disfrutando y más montaña para descubrir o redescubrir.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El bosque se deja sentir en todos sus aspectos que se hacen perceptibles para los que van con los sentidos atentos; el espíritu se recrea con todo ello.

      Seguiremos trazando rutas, buscando nuevas vivencias que consoliden y enriquezcan las ya pasadas. En conjunto se armonizan y se agrandan.

      Salud y Montaña.

      Eliminar
  4. Pues ya hacéis bien en centraros más en el recorrido que en la propia cima... me está gustando a mí esa Sierra de Guadarrama... creo que solo una vida no me va a dar para recorrer todos los montes que me coquetean :)

    Salud y monte!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La Sierra de Guadarrama te atraparía seguro, el bosque de Valsaín es grandioso. Ponla en tu lista y ya llegará el momento.

      Salud y Montaña.

      Eliminar
  5. Hola Carmar.

    Buen recorrido, en el que sin duda, el bosque de Valsaín, es el gran protagonista, por encima de la cumbre del Pico Peñalara.

    Muy chula la foto del macho montes, y curiosa la cueva del Monje, en la que se aprecia una escalera, ¿que utilidad tiene?

    Salud y montaña!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buen observador, Eduardo. La escalera junto a la cueva facilita el acceso a la parte superior de la roca, desde donde se tiene una buena visión del entorno que hay frente a la boca de la cueva.

      Salud y Montaña.

      Eliminar
  6. É gostoso percorrer um caminho deste especialmente com um amigo... bonitas vistas... que prazer poder sentir a natureza de tão perto, verdade? Faz tempo que não sei o que é isso...
    Um beijo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sentirse parte de la naturaleza, y más si es en buena compañía, supone un bienestar que compensa otros sinsabores. No siempre, sin embargo, podemos cumplir nuestros deseos de integrarnos en ella. El deseo y la seguridad de que sí lo haremos nos ayuda a no decaer.

      Salud, Montaña y un abrazo.

      Eliminar