viernes, 9 de junio de 2017

La Peñota y el Monumento al Arcipreste de Hita, en circular desde la Panera.


La Peñota: a la izq. Segovia, a la dch. Madrid
Entre el Alto del León (1.511m) y la Peñota (1.945m) se extiende un cordal con orientación  Sur – Norte / Noreste a lo largo de unos 6km, separando las provincias de Segovia (al Oeste) y Madrid (al Este).

Optar por al área recreativa de la Panera (Segovia) como punto de origen y final de la circular, enlazando ambos lugares permite adentrarse algo en el muy poco frecuentado entorno del valle del Río Moros, alcanzar la cima de la Peñota o Pico de Carpentier, rocosa y venteada, recorrer en descenso la loma divisoria de las dos provincias, con buenas y extensas vistas sobre las vecinas: Mujer Muerta, Siete Picos, Maliciosa y valles del Río Moros y de la Fuenfría, respectivamente, y todo ello, si el ritmo acompaña, en una mañana.

Recorrido: La Panera (1.275m) – Dehesas de la Garganta – Navalatienda (1.500m) – Collado de Cerromalejo (1.775m) – La Peñota (1.945m) – Monumento al Arcipreste de Hita (1.530m) – La Panera. Itinerario de 17km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de 850m de D+

Son las 8h cuando inicio la marcha desde el último de los aparcamientos de la Panera, junto al Río Moros. El verde pasto, las tranquilas aguas y la frescura de la mañana transmiten una agradable sensación de placidez y bienestar.

La Panera y el río Moros
Los primeros metros los hago por la pista que, de seguirla en su totalidad, me llevaría hasta lo profundo del Valle del Río Moros, pero hoy mi destino es otro, así que tras unos quinientos metros, al llegar al Puente Negro, la abandono y tomo otra hacia la derecha, que se enfila hacia el SE, por las Dehesas de la Garganta. Voy buscando el camino que, saliendo de ésta hacia el N, y unos seiscientos metros más adelante, gana altura paulatinamente por la Loma de la Cacera, apuntando a la pradera de Navalatienda.

Voy atento para no pasarme de largo el desvío, veo ya próxima la senda que he de tomar pero a la vez observo que hay un “toro enorme” transitando por ella, con lo cual me detengo a prudente distancia hasta constatar que sigue su marcha y se aleja.
"El más grande del lugar"
Aliviado, tomo el desvío y me encamino por la Loma de la Cacera atentamente observado por una vaca y su ternero, en el cual creo advertir alguno de los rasgos de su progenitor.

La buena senda, flanqueada por altos pinos y sotobosque de helechos, gana altura suavemente (unos 170m de desnivel en poco menos de 2km de longitud).

La pradera de Navalatienda (1.500m) forma un gran claro entre los pinares desde donde ya es visible la Peñota.

Pradera de Navalatienda
La Peñota
Decididamente me dirijo hacia el camino que se ve al Oeste del claro y que lleva, tras confluir con otro algo más adelante, hacia el arroyo de la Gargantilla.

Alcanzado el arroyo, sin cruzarlo tomo una senda bastante empinada que sale hacia el E, en dirección al Collado de Cerromalejo. Por delante casi 300m de desnivel que suponen la cuesta más empinada de todo el recorrido.

Arroyo de la Gargantilla
Los brezos y acebos, junto con las retamas en flor, confieren al entorno el característico aspecto y olor de Guadarrama en primavera.

La pendiente se atenúa y alcanzo el Collado de Cerromalejo (1.775m). Lugar recoleto, agreste y generalmente silencioso al que hasta hoy siempre había accedido desde las Dehesas de Cercedilla, y que me agrada especialmente.

Collado de Cerromalejo
Bebo un trago de agua para reponer la perdida durante la subida y sin más demora sigo el GR hacia la Peñota, ya a la vista.

La Peñota desde el Cerromalejo
En cuanto salgo de la protección de los árboles el viento barre la loma. Las nubes, afortunadamente, no van en aumento. El pronóstico de tormentas parece no consolidarse.

Me cruzo con un solitario corredor que ha tocado cima y retorna hacia el Collado, mientras yo continúo hacia la punta más alta y relevante de las tres que constituyen la Peñota.

Alcanzo el punto geodésico (1.945m) y busco protección tras él porque las ráfagas son fuertes. Buena atalaya desde la que, mientras como algunas almendras, contemplo los perfiles de las montañas próximas.

El valle del río Moros y la silueta de la Mujer Muerta (de dcha a izq: cabeza, busto y pies), desde la Peñota
Los Siete Picos, en primer plano, y la Maliciosa, al fondo, desde la Peñota
El viento, el incierto evolucionar de las nubes, y que pretendo estar de vuelta temprano, me inducen a abandonar el cobijo y continuar hacia el siguiente objetivo.

Viene ahora la parte más sinuosa y áspera del itinerario, que lleva desde la Peñota hasta el Collado de Gibraltar.

Las marcas blancas y rojas del GR se siguen perfectamente, al principio por la vertiente segoviana, desde donde vienen habitualmente las rachas, como atestigua la inclinación de la mayoría de los pinos.

 
Al poco la senda vuelve a la vertiente madrileña para seguidamente discurrir al pie de unos paredones graníticos, sin dificultades técnicas pero precisando de alguna que otra zancada amplia y destrepes ocasionales.

Los contornos de las rocas evocan “formas” en la imaginación. En mi fuero interno lo denomino “el tramo de las faces” ya que pétreas y  diversas “caras” es lo que veo a mi alrededor.

Comienza el "tramo de las faces"
 
 
 
Atrás queda la última de las "caras" del tramo
El resto del recorrido por la loma divisoria de provincias consiste en un prolongado sube y baja, mayormente por la vertiente segoviana, que pasa sucesivamente por los distintos collados y puntas que jalonan el cordal, perdiendo progresivamente altura, en el que se van encontrando restos bélicos y apilamientos rocosos.

 
Restos bélicos
Por detrás la Peñota y sus paredes graníticas van quedando cada vez más alejadas.

La Peñota
En un punto determinado la trocha del GR se aproxima hasta la alambrera delimitadora de vertientes. La podría cruzar fácilmente porque tan sólo el alambre superior queda en ella, pero continúo por “este lado” hasta llegar al Collado del Arcipreste de Hita momento en el que me doy cuenta de que he dejado atrás el Monumento.

Cruzo aquí la alambrera por un paso habilitado y ya en la vertiente madrileña asciendo por trocha muy definida hasta llegar al pie del Monumento al Arcipreste de Hita, gran apilamiento de rocas graníticas, a la punta del cual desisto de subir tras rodearlo completamente y comprobar que aún por el punto más accesible el riesgo no sería menor.

Monumento al Arcipreste de Hita
Bloques superiores del Monumento
Unas frases alusivas al Arcipreste de Hita talladas en la roca y un pequeño arcón de madera en una oquedad al pie de la parte más alta, conteniendo un ejemplar del libro del Buen Amor, constituyen lo más característico del Monumento.

Sin más demora retorno al Collado y, por una senda balizada con las señales amarillas y blancas de PR, emprendo el claro descenso por el Cordel de las Campanillas hacia el punto de partida en la Panera, siendo éste el tramo que habitualmente se utiliza para, desde ella, acceder a visitar el Monumento.

 
La circular se va completando, los carteles indicadores solventan cualquier duda en las encrucijadas y la placidez de los campos anuncian la proximidad de la Panera a la cual llego sin que las nubes hayan descargado tormenta alguna, habiendo saboreado las agradables sensaciones que proporciona un inusual circuito por lugares solitarios, en la primera mitad, y con muy buenas vistas en su totalidad.
De vuelta al punto de partida
 

8 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Y que mañana más bien aprovechada!, circular magnifica, muy bien documentada, en un entorno idílico y solitario, que parece mentira, al encontrarse tan cerca de la gran urbe.

    Tengo que decir, que aunque a veces me cuesta ver las imágenes en la rocas, esas "faces", si que se ven a la primera, a mi algunas me recuerda a los totems de la isla de Pascua.

    Veo que a este paso, vas a tener que incluir en la mochila, un capote! :)

    Salud y montaña!

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    1. Son bien curiosas esas faces que sí se ven a la primera. El lugar es de lo más tranquilo. Al estar el valle del río Moros cerrado al tráfico rodado, tan sólo algún ciclista o "buscadores" como yo lo visitamos. Parece un reducto de la naturaleza.

      Lo del capote voy a tener que considerarlo seriamente :-)

      Salud y Montaña.

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  2. Hola Carmar,
    Si que es un bonito sitio ese por el que darse un paseo, y parece que se podría hacer en bici al menos en parte, no? Últimamente estoy más con la bici y menos con las botas, tendría que darle más a la montaña para equilibrar la situación. A ver si este verano...

    Salud y mucha montaña!

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    1. Hola Francisco,

      ¡El valle del río Moros es ideal para la bici! Como le decía a Eduardo, un lugar por el que transitar en armonía con el entorno.

      Salud y Montaña.

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  3. Está bien que la dedicatoria la hayan tallado en la roca sin optar por la "dichosa" placa. Lo que me pica la curiosidad es el por qué del lugar para dicha dedicatoria. También me gusta lo del libro, para disfrutarlo a quien le apetezca.

    Un abrazo

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    1. Hola Javier, para satisfacer parcialmente tu curiosidad, transcribo lo siguiente:

      Espacio declarado en 1930, a petición de la Real Academia Española de la Lengua, para conmemorar los seis siglos del «Libro del Buen Amor».Se trata de un bello paraje que comprende el risco situado cerca del Puerto de León, al comenzar la vertiente meridional, en el lugar comprendido entre el Collado de la Sevillana y la Peña del Cuervo, término municipal de Guadarrama, provincia de Madrid, extendiéndose esta declaración oficial a los pinos y a toda otra vegetación espontánea que rodea el canchal, junto con el manantial que brota al pie del risco.

      En cuanto al libro, decir que de vez en cuando lo reponen, porque alguno se va llevando las hojas.

      Un sitio cuanto menos, curioso.

      Un abrazo.

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    2. Es que... siempre hay españoles que salen de casa con la bolsa de plástico en el bolsillo por si hay algo que coger.
      Gracias por la explicación.

      Un abrazo.

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    3. Uno de los fragmentos que faltaba esta vez es el que contenía la siguiente estrofa:

      Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
      sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
      Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
      el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

      Un personaje curioso el Arcipreste Juan Ruiz que, como tal, merece tener su monumento en un lugar también curioso.

      Un abrazo.

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