Hocino de La Rambla |
La estepa en la que se sitúa la cuenca minera de Teruel está surcada por
unos cuantos ríos que, desde su nacimiento, cincelan el sustrato calizo y de
turba por el que fluyen, formando atractivos barrancos y hoces en los que el
agua se encajona y precipita en forma de sucesivas cascadas. Hocino, angostura
o cañón son sinónimos de los estrechamientos por los que discurren.
Dentro del plan de recorrer los bellos rincones de Teruel que Eduardo y yo
tenemos “in mente” la circular por los hocinos de los ríos La Rambla, Las
Parras y Torrijos es una de las que dejábamos para cuando el abundante caudal
estuviese garantizado. Esta primavera entrada en agua no se podía dejar pasar.
La considerable longitud de esta circular (30km), junto con el desnivel
acumulado (1.000m de D+) y su discurrir por parajes muy solitarios, le
confieren las características que valoramos los autodenominados buscadores de
lo inédito y exploradores de lo intrincado.
Tras llegar a la población de Martín
del Río tomamos una pista de tierra que se dirige hacia el embalse de las
Parras que está a unos cinco kilómetros al Sur, y la seguimos durante casi tres
kilómetros hasta encontrar un cruce en el que dejamos el coche. Las señales
rojas y blancas continúan hacia la visible presa (por ésta retornaremos); y las
señales amarillas y blancas, hacia el Oeste, son las que seguimos en el inicio,
acompañando las aguas del río La Rambla que, en este punto, se une al de Las
Parras que luego, algo más abajo, conforma el río Martín un poco antes de
llegar al pueblo del mismo nombre.
Aguas cristalinas del río La Rambla |
Mañana luminosa pero con algunas nubes; apenas han comenzando a brotar las primeras hojas de
los viejos chopos.
Ambiente fresco y húmedo, aguas transparentes y numerosos regajos que vamos
vadeando como podemos (“pescando” en más de uno) hasta alcanzar la salida natural del hocino de La Rambla.
Salida del hocino de La Rambla |
Nos adentramos en este cañón, que como descubriríamos después es de “ida y
vuelta”, encontrándonos con un paraje espectacular que recorremos embelesados.
Accediendo al hocino de La Rambla |
Un paseo entre altas paredes que se van aproximando cada vez más, hasta no haber cabida para sendero alguno, tan sólo cauce y roca; tramos que se sortean entonces con la ayuda de cadenas pasamanos y unas pequeñas grapas para apoyar los pies.
Corto el primero y más largo el segundo y último, superado el cual una poza
con su cascada al fondo cierra totalmente el paso.
Poza de llegada y marcha atrás del hocino de La Rambla |
Tras sopesar la conveniencia/posibilidad de trepar por una de las paredes
laterales, para alcanzar la parte superior de la cascada y comprobar si hay
recorrido más arriba, y ante la falta de cualquier señal o indicio de
continuidad, concluimos que una cosa es explorar lo intrincado y otra muy
distinta acabar “embarcado”, de manera que optamos por salir del hocino por
donde hemos venido, retomando a la salida la ruta prefijada que rodea, con
amplio bucle, la montaña que esconde el cañón abierto por el río La Rambla.
Y así hacemos, marchando por una pista que en principio continua hacia el
Oeste para luego tomar una derivación de la misma hacia el Sur.
A medida que ascendemos vamos contorneando en altura el barranco de La
Rambla, comprobando lo acertado de nuestra decisión de haber dado la vuelta en
la poza.
Hocino de La Rambla, desde las alturas |
Al cabo del rato alcanzamos el pueblo semiabandonado de La Rambla de
Martín, en plena estepa.
La Rambla de Martín |
Desde él seguimos las marcas amarillas y blancas hacia la siguiente población, Las Parras de
Martín, pero antes nos acercamos al lugar donde el río La Rambla inicia su encañonamiento camino del llano al que saldrá tras recorrer el hocino que visitamos al comienzo de la mañana.
Embocadura de La Rambla, punto de inicio del hocino |
Los aproximadamente seis kilómetros de solitario caminar por la alta
meseta, azotados por fuertes rachas de viento que van llenando el cielo de
tormentosas nubes, hacen que recorrer lo plano resulte cuesta arriba.
Atrás va quedando el pueblo de la Rambla de Martín |
Apartado páramo por el que se agradece transitar en compañía, pasando junto
a ralos campos de cultivo y aislados ejemplares de carrascas, enebros y
sabinas.
¡Qué satisfacción cuando, tras superar el último repecho, alcanzamos a ver,
allí abajo, la estrecha vega en la que se asienta el pueblo de Las Parras de
Martín!
Abajo está el pueblo de Las Parras de Martín |
Durante el pronunciado descenso sobresaltamos a una pareja de buitres, que
alzan el vuelo frente a nosotros, y a un puñado de huidizas cabras monteses que
se alejan a saltos tan pronto nos perciben.
Alcanzamos la vega y cruzamos el río Las Parras, dejando para después
visitar el pueblo.
Tomamos ahora la carretera asfaltada, marcas rojas y blancas, y la seguimos
hacia el Sur durante un par de kilómetros. Queremos ir a un paraje llamado El Chorredero, lugar donde el río Torrijos (afluente de Las Parras)
se precipita en forma de cascada sobre una bonita poza, al que se llega tras
tomar una pista que abandona el asfalto, indicada por un cartel.
Apacible paraje con curso de aguas transparentes fluyendo entre todavía deshojados
chopos, al que las cuevas y recovecos de sus montículos tobáceos confieren un
aspecto agreste y primitivo.
Río Torrijos |
Entre tobas serpentea el río |
Primitivos cobijos excavados en las tobas |
Contemplando la poza del Torrijos aprovechamos para tomar una barra
energética antes de volver sobre nuestros pasos, hacia Las Parras de Martín ¡Hasta
el momento con nadie nos hemos cruzado!
Tras atravesar la población nos dirigimos al visible barranco de Las
Parras, último tramo de la circular de hoy que, atravesando los plegamientos de
la sierra de San Just, se extiende de
Sur a Norte en su camino hacia el valle del Martín.
Campos de Las Parras de Martín. Al fondo comienzan los hocinos del río Las Parras |
Plegamientos de San Just |
Enmarañados y espectaculares parajes donde el agua serpentea a trompicones,
entre acumulaciones de toba, salvando los obstáculos en forma de bellas
cascadas.
Hocino de las Palomas |
Recorremos la garganta por fuera, a pie seco, bordeamos el cuchillar de San
Just por el Este siguiendo una pista descendente que lleva hasta el mismo
cauce. Desde aquí, y remontándolo unos centenares de metros, nos acercamos
hasta el hocino de Las Palomas,
donde las aguas se desploman en forma de cascada en el interior de una cueva,
delicatesen muy apreciada por los barranquistas de neopreno que optan por recorrerlo
por dentro del cañón.
En el hocino de las Palomas |
Cascada en la gruta |
A partir de este punto, y tras retornar un tramo sobre nuestros pasos, el
sendero sigue paralelo y a ras de agua,
Hasta la siguiente cascada, el hocino del Pajazo, último gran salto
del río Las Parras antes de alcanzar mansamente el embalse del mismo nombre. Es
aquí donde nos cruzamos con las pocas personas que encontramos en el día de
hoy.
Cascada del hocino del Pajazo |
Las primeras gotas de lluvia que descargan los negros nubarrones, que se
han ido consolidando a lo largo del día, hacen que nuestro, hasta el momento,
trote sostenido se transforme en franca carrera huyendo de la que empieza a
caer, haciéndonos esprintar al final para acabar consiguiendo alcanzar el coche
no demasiado remojados, tras haber completado una circular poco habitual, que
nos ha llevado a adentrarnos por los entresijos calizos próximos a la cuenca
minera de Teruel, donde los ríos buscan su salida al valle del Martín a saltos
y retorciéndose a escondidas entre las tobas y calizas.
Embalse de las Parras
Hola Carmar.
ResponderEliminarMenuda vuelta más chula que nos salió, con una gran sorpresa como el hocino de la Rambla, que si hubiésemos podido salir por él, hubiese sido la caña¡¡¡.
La cascada del hocino de la Rambla, es la cascada de las Televisiones, curioso el nombre, a saber porque se lo pondrían ...
Un gran día, en el que al final tuvimos suerte hasta con el tiempo, anda que empieza a llover antes, y nos da igual caminar por el sendero, que por medio del río, jaja.
Nos vemos pronto. Salud y Montaña.
¡Todo salió redondo! Teruel va enganchando cada vez más. Su novedad y paisaje dan para mucho trotar.
EliminarNos vemos en nada, compañero. Salud y Montaña.