lunes, 21 de marzo de 2016

¡En Calatañazor Almanzor perdió su tambor! O quizá no.

El caudillo árabe Almanzor, en julio del año 1002, retornaba a sus lares tras haber saqueado el Monasterio de San Millán de la Cogolla como colofón de su habitual razia estival en tierras cristianas. Contaba a la sazón con algo más de 60 años y desde hacía varios lustros mantenía la costumbre de lanzar esas incursiones anuales en los reinos “allende sus fronteras” hasta tocar los mares del Norte, de las que sus ejércitos volvían victoriosos y enriquecidos mientras que los cristianos quedaban diezmados y abatidos.

Si en Calatañazor tuvo o no lugar el combate en el cual por fin fue derrotado es algo que no está tan claro. Más bien parece que tal supuesta batalla fue en realidad un mito para paliar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de Almanzor habían producido en los reinos cristianos.

Lo que sí es cierto es que al regreso de esta campaña de verano la muerte, que le rondaba, traspasó el umbral de su puerta en la ciudad fronteriza de Medinaceli, a donde llegó el belicoso  general transportado en litera, expirando la noche del 10 al 11 de agosto de 1002.

En el calizo terreno soriano, donde se produjo o no el enfrentamiento, el Sabinar de Calatañazor acoge a las sabinas más longevas y altas de la Península Ibérica, llegando algunos ejemplares a alcanzar los 14m de altura y 2.000 años de existencia. Reliquias del pasado desde cuya linde se divisa la villa de Calatañazor. Árboles de troncos rectos y retorcidos sobre sí mismos que, si hablaran, contarían, o quizá no, lo que realmente aconteció.

Sabinar de Calatañazor
En lontananza, Calatañazor / Qal’atan-Nusur (Castillo de las águilas), ciudad fortaleza medieval donde todavía resuenan las “Campanadas a medianoche” sobre el escarpe a cuyo pie discurre el río Milanos.

Enfrente, al otro lado de la hoz, el cortado detiene el avance del sabinar.


En el interior del burgo, empinadas calles empedradas con canto rodado, paredes desplomadas, puertas de cuarterón, muros de adobe o piedras, genuinas chimeneas pinariegas, postigos de media altura y soportales sobre vigas de madera.  







Antiguas casas de barro, con toscos tablones de enebro reforzando el débil material, y algunas casonas señoriales. 


Con la caída de la tarde acaba la jornada y toca emprender la retirada hacia nuestros lares, tal y como en su momento hiciera el aguerrido conquistador. A diferencia de él, como botín tan sólo nos llevamos en la retina imágenes de otras épocas, mientras dejamos atrás la llana y alta meseta cubierta de sabinas albares en estado puro donde el tiempo parece transcurrir ajeno al ajetreo que impera un poco más allá.



Y así, pensando y pasando el tiempo que va y no empieza, que ni vuelve ni tropieza, la vida se va pasando (Julio Herrero Ulecia)

8 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Visitar Calatañazor, es como regresar al pasado, que pueblo más bonito, y que pedazo de cuesta!!!,jaja.

    A nosotros nos falto visitar el sabinar, así que ya tenemos excusa para regresar. La foto del atardecer, de diez.

    Un saludo.

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    1. Toda la meseta Soriana transmite naturaleza y aires que parecen ajenos a estos tiempos de trajín y superficialidad. La llamada de un milenario sabinar que lo cubre todo, de lento pero imparable desarrollo, es poderosa. Su apariencia, poco reseñable quizá, no es sino el ropaje de unos seres añejos y vigorosos que impactan a quien, desde su efímera existencia, los contempla con veneración.
      Un saludo.

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  2. Calatañazor, qué pueblo tan bonito!!!!!. Yo tampoco conozco el sabinar.
    Saludos,

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    1. No penes por ello que el sabinar bien seguirá estando ahí para cuando tus pasos a él te aproximen. Percibirás entonces, quizá, los efluvios de siglos que hacen que, durante un rato, el entorno se ralentice y que tú mismo formes parte de él. Percibirás también, quizá, cómo el retorcido tronco, por lenta savia recorrido, late, y cómo sus aciculadas hojas proporcionan irregular sombra, y te sentirás, quizá, en paz interior durante ese mismo rato.
      Salud y Montaña, Rubén

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  3. Hola Carlos, bonito sabinar sí, pero no dices nada de las ricas sopas de pan y ajo, ni del cordero lechal en horno de leña... no se te habrá ocurrido tomarte sólo una barrita energética y unas pipas, verdad!?!?!
    :-)

    Un abrazo

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    1. Veo amigo Francisco que encuentras a faltar el legado de Falstaff, orondo epicúreo consagrado por igual a la holganza y el dispendio, pero para tu asiento y templanza te diré que no todo son pipas ni cañamones en la vida del zanqueador, sino que en ella también tienen cabida otras veleidades al horno con buen acompañamiento de patatas, precedidas, como no, de variada ensalada.
      Un abrazo.

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  4. Azor, Calatañazor,
    juguete.
    Tu puerta, ojiva menor,
    es tan estrecha,
    que no entra un moro, jinete,
    y a pie no cabe una flecha.

    Descabalga, Almanzor.
    Huye presto.

    Por la barranca brava,
    ay, y cómo rodaba,
    juguete,
    el atambor.

    Gerardo Diego.

    Bonito lugar aquel como Calatañazor nombrado tiempo ha, hoy en el olvido en otras fechas de prestigio reconocido.

    Bonito reportaje Carmar.

    Salud y Montaña!!

    Trasgu

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    1. Vivir es, pensar, pasar
      y pues, pasando vivimos
      cuando pensamos, sentimos
      que es nuestro pasar, pesar.

      Pasar pensando, a pesar,
      que al pasar, y el pensamiento,
      no dan otro sentimiento
      que es también, pensar, pasar.

      Y así, pensando y pasando
      tiempo que va y no empieza
      que ni vuelve, ni tropieza
      la vida se va acabando.

      (Julio Herrero Ulecia)

      Salud y Montaña amigo Trasgu.

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