El caudillo árabe Almanzor, en julio del año 1002, retornaba a sus lares
tras haber saqueado el Monasterio de San Millán de la Cogolla como colofón de
su habitual razia estival en tierras cristianas. Contaba a la sazón con algo
más de 60 años y desde hacía varios lustros mantenía la costumbre de lanzar
esas incursiones anuales en los reinos “allende sus fronteras” hasta tocar los
mares del Norte, de las que sus ejércitos volvían victoriosos y enriquecidos
mientras que los cristianos quedaban diezmados y abatidos.
Si en Calatañazor tuvo o no lugar el combate en el cual por fin fue
derrotado es algo que no está tan claro. Más bien parece que tal supuesta
batalla fue en realidad un mito para paliar el sentimiento de inferioridad que
las continuas victorias de Almanzor habían producido en los reinos cristianos.
Lo que sí es cierto es que al regreso de esta campaña de verano la muerte,
que le rondaba, traspasó el umbral de su puerta en la ciudad fronteriza de
Medinaceli, a donde llegó el belicoso general
transportado en litera, expirando la noche del 10 al 11 de agosto de 1002.
En el calizo terreno soriano, donde se produjo o no el enfrentamiento, el
Sabinar de Calatañazor acoge a las sabinas más longevas y altas de la Península
Ibérica, llegando algunos ejemplares a alcanzar los 14m de altura y 2.000 años
de existencia. Reliquias del pasado desde cuya linde se divisa la villa de
Calatañazor. Árboles de troncos rectos y retorcidos sobre sí mismos que, si
hablaran, contarían, o quizá no, lo que realmente aconteció.
Sabinar de Calatañazor |
En lontananza, Calatañazor / Qal’atan-Nusur (Castillo de las águilas), ciudad
fortaleza medieval donde todavía resuenan las “Campanadas a medianoche” sobre
el escarpe a cuyo pie discurre el río Milanos.
Enfrente, al otro lado de la hoz, el cortado detiene el avance del sabinar.
En el interior del burgo, empinadas calles empedradas con canto rodado,
paredes desplomadas, puertas de cuarterón, muros de adobe o piedras, genuinas
chimeneas pinariegas, postigos de media altura y soportales sobre vigas de
madera.
Antiguas casas de barro, con
toscos tablones de enebro reforzando el débil material, y algunas casonas
señoriales.
Con la caída de la tarde acaba la jornada y toca emprender la retirada
hacia nuestros lares, tal y como en su momento hiciera el aguerrido conquistador.
A diferencia de él, como botín tan sólo nos llevamos en la retina imágenes de
otras épocas, mientras dejamos atrás la llana y alta meseta cubierta de sabinas
albares en estado puro donde el tiempo parece transcurrir ajeno al ajetreo que
impera un poco más allá.
Y así, pensando y pasando el
tiempo que va y no empieza, que ni vuelve ni tropieza, la vida se va pasando (Julio
Herrero Ulecia)
Hola Carmar.
ResponderEliminarVisitar Calatañazor, es como regresar al pasado, que pueblo más bonito, y que pedazo de cuesta!!!,jaja.
A nosotros nos falto visitar el sabinar, así que ya tenemos excusa para regresar. La foto del atardecer, de diez.
Un saludo.
Toda la meseta Soriana transmite naturaleza y aires que parecen ajenos a estos tiempos de trajín y superficialidad. La llamada de un milenario sabinar que lo cubre todo, de lento pero imparable desarrollo, es poderosa. Su apariencia, poco reseñable quizá, no es sino el ropaje de unos seres añejos y vigorosos que impactan a quien, desde su efímera existencia, los contempla con veneración.
EliminarUn saludo.
Calatañazor, qué pueblo tan bonito!!!!!. Yo tampoco conozco el sabinar.
ResponderEliminarSaludos,
No penes por ello que el sabinar bien seguirá estando ahí para cuando tus pasos a él te aproximen. Percibirás entonces, quizá, los efluvios de siglos que hacen que, durante un rato, el entorno se ralentice y que tú mismo formes parte de él. Percibirás también, quizá, cómo el retorcido tronco, por lenta savia recorrido, late, y cómo sus aciculadas hojas proporcionan irregular sombra, y te sentirás, quizá, en paz interior durante ese mismo rato.
EliminarSalud y Montaña, Rubén
Hola Carlos, bonito sabinar sí, pero no dices nada de las ricas sopas de pan y ajo, ni del cordero lechal en horno de leña... no se te habrá ocurrido tomarte sólo una barrita energética y unas pipas, verdad!?!?!
ResponderEliminar:-)
Un abrazo
Veo amigo Francisco que encuentras a faltar el legado de Falstaff, orondo epicúreo consagrado por igual a la holganza y el dispendio, pero para tu asiento y templanza te diré que no todo son pipas ni cañamones en la vida del zanqueador, sino que en ella también tienen cabida otras veleidades al horno con buen acompañamiento de patatas, precedidas, como no, de variada ensalada.
EliminarUn abrazo.
Azor, Calatañazor,
ResponderEliminarjuguete.
Tu puerta, ojiva menor,
es tan estrecha,
que no entra un moro, jinete,
y a pie no cabe una flecha.
Descabalga, Almanzor.
Huye presto.
Por la barranca brava,
ay, y cómo rodaba,
juguete,
el atambor.
Gerardo Diego.
Bonito lugar aquel como Calatañazor nombrado tiempo ha, hoy en el olvido en otras fechas de prestigio reconocido.
Bonito reportaje Carmar.
Salud y Montaña!!
Trasgu
Vivir es, pensar, pasar
Eliminary pues, pasando vivimos
cuando pensamos, sentimos
que es nuestro pasar, pesar.
Pasar pensando, a pesar,
que al pasar, y el pensamiento,
no dan otro sentimiento
que es también, pensar, pasar.
Y así, pensando y pasando
tiempo que va y no empieza
que ni vuelve, ni tropieza
la vida se va acabando.
(Julio Herrero Ulecia)
Salud y Montaña amigo Trasgu.