La Lagunilla del Yelmo |
Hay días de sol tibio, sin prisas ni agobios, jornadas en las que tan sólo contemplar
apaciblemente la naturaleza es el objetivo, y éste era uno de ellos.
Dejando de lado la tardía nieve decidimos realizar un recorrido variado y
poco habitual, mayormente solitario, tocando algunos rincones especialmente
tranquilos de la Pedriza Anterior, con origen y llegada en el Canto del
Berrueco del Hueco de San Blas que, en síntesis, es el siguiente:
Canto del Berrueco (1.000m) – Collado de la Dehesilla (1.450m) – Pradera
del Yelmo (1.600m) – Lagunilla del Yelmo (1.500m) – Gran Cañada (1.300m) –
Canto del Berrueco. En total resulta un itinerario de 15.5km de longitud, salvando
un desnivel en ascenso de algo más de 900m de D+.
Comenzamos la marcha bajo la mirada de unas cabras que toman el sol en las alturas.
Vamos dejando atrás el Canto del Berrueco y nos encaminamos al evidente
valle en “V” por el que se accede al Collado de la Dehesilla.
Canto del Berrueco |
Al poco de entrar en el barranco se encuentran los restos de unas antiguas
canteras, de la época en la que su material se utilizaba para hacer los
adoquines de las calzadas, cuya actividad cayó en desuso a comienzos de los
años sesenta.
Cantera abandonada |
El sol mañanero va templando el ambiente mientras las partes sombreadas
permanecen cubiertas por la rosada.
El sendero atraviesa una zona boscosa, inesperada cuando se contempla desde
la lejanía. Los pinos, jaras, tomillos, brezos y gayuba recubren un lugar
dominado por las rocas graníticas.
El Collado permanentemente a la vista.
Collado de la Dehesilla |
La senda cruza varios cursos de agua y, paulatinamente, deja atrás el pinar
y sortea unos deshojados robles. El granito toma el relevo.
En este punto, a unos setenta metros por debajo del concurrido Collado de
la Dehesilla, nos topamos con un grupo de cabras que reposan placenteramente, y
contemplan tanto el paisaje como a nosotros. Durante un rato participamos de la
tranquilidad del entorno.
Finalmente seguimos adelante y alcanzamos el Collado. Lugar tan próximo al
anterior y sin embargo tan lejano en lo tocante al ambiente. Lo que unos metros
más abajo era quietud natural, aquí es “natural” ajetreo debido al numeroso
grupo de personas que encontramos.
Nos detenemos el tiempo justo para tomar un plátano antes de emprender la
subida hacia el Yelmo. Ladera bellamente cubierta de gayuba y cuyos tramos
rocosos con parches de nieve helada hacen que ascendamos con atención.
Acabada la subida, y antes de encaminarnos al Yelmo, nos desviamos unos
metros para visitar La Cara, una de las rocas características de la Pedriza.
La Cara |
Tras ello, por sendero bien trazado y flanqueados por olorosas jaras,
seguimos hacia la pradera de la Cara Sur del Yelmo.
Parece que todos participamos del mismo sentimiento plácido.
Recorremos la concurrida pradera al pie de la Sur del Yelmo. Vamos
en busca de La Lagunilla, lugar recoleto y fuera de los circuitos habituales;
tan escondida está que, aun habiéndola visitado en ocasiones anteriores,
siempre cuesta dar con el acceso. De hecho, andamos despistados durante un
tiempo hasta conseguir encontrar la trocha.
Todavía queda un resto de hielo en La Lagunilla |
De vuelta al camino principal empezamos el descenso hacia La Gran
Cañada.
La Gran Cañada une Canto Cochino con el Canto del Berrueco, de Oeste a Este.
Hoy recorreremos los cinco kilómetros que hay entre el Mirador del Tranco y el
Hueco de San Blas. Se trata sin duda del tramo más solitario de la Cañada, nada
comparable con el trasiego de personas que la utilizan para alcanzar el Yelmo
desde Canto Cochino.
La Gran Cañada. Al fondo, el embalse de Santillana |
Flanqueados por el embalse de Santillana a la derecha y por las variadas
moles graníticas a la izquierda, caminar por su mullida senda, acompañando o
atravesando los numerosos cursos de agua que la surcan,
contemplando las
peculiares formas rocosas (caras), y siendo observados por los buitres
que las habitan, supone un tranquilo colofón a una jornada que comenzó a baja
temperatura y que ahora ya ha templado.
El Dante |
A nivel del embalse de Santillana la dehesa muestra un aspecto
pre-primaveral.
Las cristalinas aguas del Arroyo de Santillana suponen el epílogo de una bella jornada realizada en un día de tibio sol y sin viento, en
la nítida atmósfera de la Pedriza.
Arroyo de Santillana |
Y al fondo asoma escondido por tu óptica aquel elefantito que apreciadas vías tiene hasta su testa, pues esta Cañada, en ese recorrido, pierde importancia por cuantos van directos al diezmo del que la historia no sólo nos nos saca si no que, cada día, nos sumerge más y más de forma mezquina o mezquita por cuanto y tanto se la apropian.
ResponderEliminarY por senda Carboneras suben las mozas que los mozos de escaladas juntos llevan alpargatas de escalada y cuerdas de nivel y roca.
Y ahora que sobran por presión del medio deben sacrificarlas, por no decir que darlas por muertas a tantas que de las manos se encamina por la Gran Cañada en parte menos transitada. Qué si las caras, o ilustre Dante, qué si las Damas a las que omitiste sin intención dejando de lado pues hoy en lo tocante eran tus fotos de placas, lanchas verticales y concreciones parietales; o caprichosas diaclasas perfectas que de natural posesión esperaron nuestras llegadas para darles nombres variadas tantas como poca agua tiene la Lagunilla sin importar que de fondo conserve ese atuendo de nevera derrotada.
Y el arroyo, remansado, apura sus praderas inmersas para respirar si las normas se deciden e impiden de una vez ser verdadero remanso de tranquilidad y respeto en parte por la mayoría de cuantos domingueros suben con sus ansias de baños inadecuados. Por naturaleza, hace cincuenta años no estaban tan alcance piscinas y lavaderos de refresco; pero hoy en día o se toman medidas o se acaban ranas, reptiles y todo tipo de anfibios necesarios durante todo el año con sólo llevar los perros atados y a sus dueños con ellos; no todo en este mundo son las abejas pues la interrelación de estos con el medio no es desocupación si no que van parejas.
Y demos gracias a muchas circunstancias, crisis o evoluciones que esa cantera de malarraja paró su preñez de roca por ende buscando otra cosa se le agotó el filón adecuado y se puso fin a condenada extracción que por forceps antes mal parió desacuerdos y la sumieron en olvido no muy lejano.
Los días plácidos, o los domingos -que para el caso, ambos, llevan d o denominación de origen como punto de partida- me placen ver estas fotos pues como sabes estoy de retiro doloso pues hoy es el primer día de esos en los que puesto sobre las blancas tecleo palabras de recuerdo. Qué lugares tan bien conocidos, qué lugares tan ligeros y qué recorrido campestre, campechano aunque no regio...
Y para soportarlo nada mejor el verlo para que se motiven ganas; sólo los antiálgicos contienen los malos ratos. Pronto estaremos bien y en condiciones.
Epílogo cuestionado por mor de lentitud:
¿Has hecho los deberes de las panorámicas, mira que tengo ahora mucho tiempo?
Pues venga, envíamelas en crudo, tal cuál, y las someto a ver qué tal y tal y tal... :)´
Salud, Libertad y Monte, meu...que para ratos malos ya tenemos irritas de aspectos machirulos... :))))´
A las Damas vilas, mirelas y las dejé sin retratar, que andaba yo ocupado más en caras y parietales que en sus mundanas siluetas. Interesome también captar en fotos y relato la serenidad y placidez que ambiente y habituales moradores emanaban.
EliminarTomo con gusto el encargo, que panorámica ya llevo "in mente" desde hace unas cuantas fechas que me lo dijiste; tan sólo espero que motivo y fotógrafo estén a la altura de las expectativas creadas. Vertical, solape y seis mejor que tres; con esto y la cuarto y mitad veremos.
Abrazos cuidadosos y pronta recuperación, querido amigo.
Belleza natural y caprichosa, esta Pedriza que a tantos tiene "enamorados". Y ya que eres querencioso a los rincones solitarios, en otra de tus incursiones por la zona rastrea y busca un corredor que entre La Cara y El Acebo (o Peña del Águila) sale al SO y te llevaría a La Mujer y el Hato y el Centinela, donde está garantizada la total soledad (a mitad de este corredor, a la izd. y antes de llegar al Centinela, otro "pasillo" te lleva hacia el Yelmo y Coll. de la Vistilla). Con estos deberes por hoy es bastante, otro día más jejeje. Gracias Carmar por acercarnos La Pedriza a los que todavía (pero ya por poco) tenemos que conformarnos por verla a través de los ojos de otros. Un fuerte abrazo. Rafa.
ResponderEliminarCuesta poco tomar los deberes cuando su ejecución proporciona gusto y satisfacción. No hay mejor cosa para los "enamorados" que callejear o callejonear, descubrir rincones y perderse por los vericuetos buscando encontrarse con lo escondido, así que iré, volveré y traeré para todos el recuerdo, las fotos y el compendio de sentimientos relatados, hasta que, finalmente y dentro de poco espero, podamos, maestro e infatigable alumno, componer un relato conjunto de lo visto, vivido y visitado en esta nuestra querida Pedriza.
EliminarUn fuerte abrazo, Rafa.
Rutaza preciosa, rincones y fauna escondida qué sabéis encontrar.
ResponderEliminarBuena Sna. Santa.
Salud y mucha montaña
Luis
Rincones y fauna que acogen a los que calladamente por allí pasamos. Buena S. Santa, Luís.
ResponderEliminarSalud y montaña.
Pero cuánto disfruto con tus fotazas de la maravillosa Pedriza. No me canso de decir las ganas que tengo de volver para conocerla más.
ResponderEliminarSaludos montañeros aunque ahora por mi parte no lo sean tanto, je,je,je.
Pedriza y guía están ahí para cuando Isuel, mother, father and other friends quieran acercarse a visitarla de nuevo; mientras tanto, relatos y fotos mantienen la llama.
EliminarSalud y Montaña, Silvia.
Hola Carmar.
ResponderEliminarPedriza en estado puro, por zonas donde el hombre apenas altera el estado de la naturaleza, ni molesta a la fauna.
Preciosa ruta, y magnificas fotografías, aunque esas dos lagunillas, se llevan la nota. Como siempre a tu paso, siempre salen los animales, quizás el desodorante ... jaja.
Un saludo, comienza la cuenta atrás.
No altera quien no se altera y así, con naturalidad, se integra en el ambiente que le rodea. No es rehuido quien mantiene las distancias y sabe acatar los modos y maneras naturales, siendo uno más del entorno.
EliminarLa lagunilla, una preciosidad disimulada en un rincón nada fuera de lo común.
¡Seguimos con la cuenta atrás!
Salud y Montaña, compañero.