domingo, 25 de agosto de 2013

El Pico de Anayet desde el Corral de las Mulas. Polícromo entorno y monte con todos los aditamentos.

Nombres que se agolpan en la mente: Canal Roya, Pico Royo, Arroyeras. Cuando te adentras en la zona te das cuenta de a qué son debidos. Nada más salir del coche en el Corral de las Mulas y alzar la vista hacia las montañas a cuyos pies se abre el barranco de Culibillas, la vista se alegra con una paleta de rojos (royo, en aragonés), grises y verdes, realzados por el resplandeciente azul del cielo mañanero.

Mi amigo Manuel y yo damos comienzo al recorrido de hoy, con el propósito de imbuirnos a tope de la luz y el colorido que ofrece este rincón del Pirineo.

Rápido descenso hasta entroncar con la entrada al barranco de Culibillas. Vamos entre el sol y la sombra hasta que el barranco gira decididamente hacia el Oeste, para encajonarse entre las caras Norte de los Picos Royo, Culibillas y Arroyeras, y la cara Sur del Pico de la Garganta.

Alegre marcha junto al arroyo que nace en los ibones de Anayet, hacia los que nos dirigimos. La abundancia de agua y humedad convierte nuestro ascenso en un deleite para los sentidos.


Pico de Culibillas
Absortos en las tonalidades del entorno por el que transitamos alcanzamos la Mallata de Anayet, meseta en la que se asientan los ibones de Anayet. Ante nosotros aparece el altivo Pico y a su izquierda, el royo vértice de Anayet. Verde, rojo, gris, azul.

Giramos la vista hacia nuestra derecha, y el espectáculo hace que nos detengamos unos instantes. El Midi d’Ossau se yergue al fondo.

Continuamos la marcha hacia la roja brecha que se abre próxima al Pico del Anayet, a la que ascendemos rápidamente, observando de reojo el aéreo tramo que habremos de pasar para acceder a la cima del Pico, pero esto llegará algo más adelante.

Alcanzada la brecha el sendero hacia el Pico es evidente, hacia la derecha y por la vertiente Oeste, siguiendo los mojones. De nuevo el Midi d’Ossau, desde el fondo, preside nuestros pasos.

Guiados por los hitos accedemos a la loma que baja del pico. La tierra y las piedras se tornan royas. De un rojo intenso. 


La cima del Pico de Anayet se encuentra ya al alcance de la mano
Pasamos ahora a la vertiente Este para acometer el tramo más delicado de la ascensión.

Dicho paso consiste en atravesar horizontalmente una vira de rocas algo pulidas y muy pendientes, con un gran "patio", convenientemente equipada con unos pasamanos de cadena a los cuales te ases o tropiezas, según los casos, pero que aseguran adecuadamente la aérea travesía.

Al final de la misma no queda más que ascender a nuestra izquierda por una canal herbosa, poco complicada, por la que se alcanza la cima del Pico de Anayet (2.545m). 

Mientras tomamos alguna barrita energética y bebemos agua, dedicamos un rato a contemplar el paisaje que se observa desde esta privilegiada atalaya.


Recogemos los bártulos y emprendemos el descenso por el mismo itinerario de subida. Las placas se pasan ahora con más soltura y rapidez. Nuestro caminar sobre el rojo terreno es sereno, conscientes de cuan poco habitual y específico es el suelo que vamos pisando.

Al fondo, el Vértice del Anayet
De vuelta a la Mallata de Anayet nos encaminamos hacia el borde de la misma, que da sobre la Canal Roya, en dirección al pico de Espelunciecha (2.397m), cuya cima alcanzamos sin dificultad alguna.

Mirada hacia las cimas gemelas del Anayet, tan próximas y tan distintas entre sí: El Pico, abrupto y altivo, y el Vértice, mucho más acogedor.

Al Norte, la Marmolera de los Infiernos, abajo, Formigal, hacia donde descenderemos por el Cuello y el Rincón de Espelunciecha.

Iniciamos la bajada por la ladera Norte, empinada y de escasa dificultad, pero con abundante cascajo que obliga a ir con cuidado durante el primer tramo.

La jornada va tocando a su fin. El Espelunciecha queda atrás. Nosotros nos encaminamos de vuelta al Corral de las Mulas, trotando por los pastos que nos aproximan a las instalaciones de la estación de esquí de Formigal.
Cara Norte del Pico Espelunciecha
Circuito polícromo, con abundancia de agua, donde la subida final al Pico Anayet comporta un ligero toque de dificultad y vértigo, que hacen de ella una ascensión “tipo” de las que el vecino Pirineo de tresmiles ofrece, a más altura, en dosis mucho más abundantes. Ruta donde lo que prima es la sorprendente y bella combinación natural de los colores.

4 comentarios:

  1. Bonito recorrido, visitado mil y una veces y siempre sorprendente. Preciosa la foto de los ibones y el Midi....para tenerla en mente con el duro arranque de semana!

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    1. Zona espectacular tanto en verano como en invierno. Siempre vale la pena hacerle una visita, sin espaciarlas demasiado. Duro arranque de semana suavizado por la verde pradera de los ibones, como bien dices. Salud y Montaña.

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  2. Vaya, vaya! por poco no coincidimos en esta emblemática cima...nosotros estuvimos el 14 de agosto, pero por la vía de los sarrios.
    Llevo el blog muy retrasado con el tema de las vacaciones, pero si te vas pasando la verás. Una ruta también muy maja y el pico, como siempre, sensacional, de los mejores de la zona.
    Salud y montaña, como tú siempre dices!

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    1. ¡Por poco fué, sí que es verdad! Ya va tocando que coincidamos en algún sitio. Al final nos tendremos que poner de acuerdo para que así sea. Mantener un blog es una ardua tarea, y si coinciden las vacaciones, el trabajo se va acumulando, así que tranquilamente y poco a poco vamos dando salida a los retrasos. Éstaré pendiente de tus entradas, como es habitual. Salud y montaña, Silvia.

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