sábado, 12 de noviembre de 2011

Por la Senda Maeso, en busca de la Pedriza Posterior. Formas pétreas imaginativas.


Granito, jaras aromáticas, empinadas cuestas, “formas” espectaculares, abiertas a la fantasía unas, clarísimas otras, regajos y chorreras, sol, gimnásticos pasos, rápida subida hacia del Yelmo. Todo esto reúne la Senda Maeso en su trazado por la Pedriza Anterior, hasta entroncar en el Collado de la Dehesilla con el comienzo de la Pedriza Posterior.
Sigue su curso el otoño. Ya ha llovido, incluso nevado. El agua corre a raudales por las innumerables trochas que surcan la Pedriza, y sobre las placas de granito también. El sol ya no aprieta como en verano, así que hoy, aprovechando una ventana de tiempo estable entre borrascas, decido conocer los parajes por los que discurre esta senda, tantas veces recomendada por mi amigo Luís.
Como voy a realizar un recorrido circular, dejo el coche en una zona de aparcamiento próxima al Tranco (940m). Son las 9h cuando comienzo la marcha, descendiendo unos metros por la carretera hasta alcanzar las calles con nombres de flores, que recorren la zona de chalets situados en la parte alta de Manzanares el Real.
Es temprano, y el silencioso entorno se va viendo alterado por el concierto de ladridos que me van dedicando cada uno de los perros de las casas junto a las que voy pasando. Comienza el día con alborozo para los fieles animales. Qué sosiego antes, qué jarana ahora. Aprieto el paso algo cohibido por la algarabía, y por fin encuentro la calle en cuyo final comienza la Senda Maeso, marcada con la primera señal blanquiamarilla. 
Estas marcas, muy bien conservadas, guían perfectamente por entre los cerrados jarales y los riscos por los que discurre la senda. Los 700m de D+ hasta llegar a la pradera Sur del Yelmo contienen un conjunto variadísimo de formaciones rocosas con formas espectaculares.
Al poco de comenzar, un “pie de Troll antropomórfico” hace su aparición.
Seguidamente, una cara mitológica (¿animal, humana, ambas?) atenta, severa y con perilla, que observa de reojo  al caminante.
Dejo de mirarla, vuelvo la cabeza, atiendo al sendero y veo en lontananza un “Caracol” de la época de Los Picapiedra.
El camino discurre por una naturaleza salvaje, otras formaciones son menos claras pero igualmente originales.

Llego a una gran chorrera, y aquí encuentro a otro solitario, se llama Luís, gran conocedor de estos andurriales. Juntos recorremos el resto de la Senda, hasta llegar a la pradera del Yelmo (1.577m). Con él y las marcas, ni un titubeo hasta arriba.
Zancada rápida al pie del Acebo y de las Cuatro Damas, y bajada veloz por medio de rododendros hasta el collado de la Dehesilla (1.453m).
Risco de Mataelvicial
El tiempo se ha aclarado definitivamente, el sol manda. Plátano, trago de agua, y aúpa hacia arriba, que el Collado de la Ventana espera. Bonita y entretenida “cuesta” bordeando el risco de Mataelvicial hasta llegar a la Pradera de Navajuelos. Los robles aún mantienen hojas bastantes como para obsequiar con un hermoso contraste verde / marrón al gris del granito ¡No se pasa frio en este tramo!
El entorno rocoso y umbrío, antesala de la Pared de Santillana, induce al recogimiento. El curso de agua que baja por la trocha, y las rocas húmedas, demandan concentración.

Última subida del día antes de llegar al Collado de la Ventana (1.784m), magnífico mirador de las vecinas Torres. Hoy constituye también el punto de retorno.

Barrita energética, trago y hacia abajo, por el bosque al pie de la Torre de los Buitres, en busca del Arroyo de la Majadilla. Mullido y rápido trote por el pinar, con vueltas y revueltas, atento a las raíces.

El Arroyo de la Majadilla baja crecido hoy. No resulta tan sencillo de cruzar como en otras ocasiones.
Tomo ya la Autopista en dirección a Canto Cochino; poco después de dejar atrás el desvío hacia el Refugio Giner la abandono, cruzando el río para continuar el descenso por su lado izquierdo. Llego al muy crecido Manzanares, y enseguida al Tranco.
Recorro relajadamente el kilómetro de carretera que me separa del coche, viendo los colores de las hiedras que adornan los chalets.
Son las 13h 30m cuando llego al aparcamiento, habiendo realizado una marcha de 16km, salvando un desnivel de 1.100m de D+.
Quedan en la memoria: las “formas”, el olor a jara, algún que otro resbalón en el húmedo granito, los contrastes de colores, las fuertes cuestas, los recónditos pasajes y la pureza del ambiente.

4 comentarios:

  1. Carlos, qué fotos más bellas y qué narraciones más jugosas. Me das mucha envidia. Besos. Nati (la de la excursión con bota de vino)

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    1. Cómo no recordar, además de la bota (la del vino), la rauda bajada a todo correr que nos marcamos tu, Luís y yo, tras la cual creo que decidiste dejar las botas (ahora las de andar) y cambiarlas por las Trabuco. Gracias por tus palabras y procuraré ir aportando narraciones que nos motiven y muevan a seguir acudiendo a nuestras montañas. Salud y montaña Nati.

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  2. Unas bonitas fotos de las curiosas formas que hay en la Senda Maeso camino de El yelmo

    Me gustan las fotos en especial la cara del zorro, jejejeje

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    1. Celebro que te gusten las fotos, y agradezco tanto tu visita como el comentario. A ver si en alguna ocasión mis zancadas se topan por esas sendas con tu átomo de carbono y nos podemos estrechar la mano. Salud y montaña, Nebur.

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