Embalse de Pinilla |
Es otoño y los días todavía
siguen siendo templados y luminosos. Nuestro entusiasmo por el cromatismo con
el que los árboles caducifolios nos regalan durante esta breve época del año,
hace que busquemos recorridos que conlleven una inmersión en la naturaleza
mientras ésta se va transformando de cara al invierno que está
a la vuelta de la esquina.
Los robles constituyen la franja
vegetal predominante en la vertiente sur de los Montes Carpetanos entre los
1.000m y los 1.600m de altitud, respectivamente, a cuyo pie, en la zona plana,
se extiende el tranquilo y extenso embalse de Pinilla, en el valle alto del
Lozoya. Por encima ya se encuentran los pinos y luego, hasta la parte superior
del cordal, arbustos y roquedo.
Dos poblaciones se sitúan al
comienzo del embalse y casi a su final, la de Pinilla del Valle y la de Lozoya,
respectivamente.
Si bien el color otoñal del
robledal es discreto, los álamos y fresnos del entorno del embalse muestran sus
luminosos amarillos contrastando con el azul del agua. La combinación de todo
ello, junto con lo poco frecuentado de las sendas y pistas que recorren estos
parajes, proporciona una sensación de sosiego y plenitud visual que constituye
el principal atractivo de la circular de hoy.
Son cerca de las 10h de la mañana
cuando iniciamos la marcha en el pueblo de Lozoya por la carretera de la
Fuensanta que abandonaremos enseguida para tomar una pista que apunta hacia los
robledales. El termómetro marca 3.5ºC a pesar de que ya está dando el sol.
El visible Pico del Nevero (2.209m)
marca el sentido de nuestra marcha mientras avanzamos por la pista que nos llevará
a pasar junto al depósito de agua de Lozoya (1.200m).
Pico del Nevero |
Los animales continúan a sus
cosas sin dejar de mantenernos a la vista, de frente o de reojo, mientras
pasamos junto a ellos.
Estamos a punto de entrar en el extenso
robledal que cubre la Cerrada del Hoyo.
Justo unos metros antes vadeamos
el arroyo del Palancar que baja con poca agua.
Arroyo del Palancar |
La pista se orienta hacia el
Oeste a medida que va tomando altura, suavemente al principio, y con mucha
pendiente después. Los robles flanquean ambos costados de la vereda, cubriendo
la ladera del monte.
A medida que se gana altura
diversas ventanas se abren entre los árboles, a través de las cuales se pueden
ver las conocidas formas de las montañas que circundan el valle del alto Lozoya,
y que hoy tan sólo contemplaremos desde la distancia.
Las Cabezas de Hierro |
Pico de Peñalara |
Así mismo también se distinguen
las de momento lejanas aguas del embalse, a donde llegaremos después.
Mientras tanto seguimos el
recorrido ascendente hasta alcanzar la Cerrada del Zarzal, el punto más elevado
de la circular de hoy, con 1.536m. Es ésta una zona donde los muretes de piedra
seca son muy habituales.
A partir de este punto la pista
comienza un pronunciado descenso hacia la zona de Roblemoreno. Atrás, en la
parte superior del cordal se ve el Pico de Peña Cabra y la zona rocosa, entre
éste y el Nevero, que conforma el barranco de Pinilla por el que discurre el
arroyo del mismo nombre en su descenso hacia el embalse.
Pico de Peña Cabra |
El ganado pace apaciblemente
mostrando un momentáneo interés por nosotros.
Abajo se distingue el pueblo de Pinilla
del Valle. Álamos y arces deslumbrantes hacia los que nos dirigimos.
Pinilla del Valle |
Llegados al bonito pueblo lo atravesamos
en dirección al embalse. Alcanzamos primero al Ayuntamiento y a los pocos
metros encontramos la Iglesia de San Miguel Arcángel. Ya estamos muy cerca de
la cola del pantano que, de hecho, se ve.
Iglesia de San Miguel Arcángel |
Comienza ahora la parte final del
recorrido de hoy que, por una bien acondicionada vereda, enlaza Pinilla del
Valle con Lozoya, circunvalando el embalse de Pinilla.
Tramo de luces y contornos
realzados por la luz del mediodía de otoño, donde los colores son
protagonistas.
Robustos y añejos fresnos, casi
deshojados, dan paso a jóvenes ejemplares de álamos y chopos, resplandecientes.
Fresneda |
Las aguas se convierten en un
espectáculo en sí mismas. Tras ellas, en la otra vertiente, se alza la ladera.
En una zona plana una yegua se
deja acariciar la testuz mientras espera recibir “su ración de manzana
compartida”.
De nuevo los robles y las sombras
proyectadas por sus delgados troncos atraviesan la vereda.
La circular está llegando a su
fin. El paredón de la presa que contiene las aguas está próximo. El entorno se
humaniza.
Estamos cerrando el circuito en
el pueblo de Lozoya tras haber realizado un recorrido otoñal y mañanero de poco
más de 16km de longitud, habiendo salvado un desnivel total en ascenso de 450m
de D+, tras el cual el espíritu retorna sereno, con las coloridas imágenes de los
árboles bien impresas en las retinas.
Cerrando el círculo en Lozoya |
Qué te susurra la yegua: -nos vamos a amar Carmar, un amor sano, como lo que me ofreces del manzano-.
ResponderEliminarAmor de naturaleza; no hay nada mejor ni para la vista ni para el corazón.
Un abrazo.
La yegua hace "brrrfff" al tiempo que con sus belfos acaricia mi mano, humedeciéndola ligeramente con el aire exhalado por las fosas nasales, esperando la manzana que luego, cuidadosamente y sin apenas rozarme la palma, pinza con sus grandes dientes y engulle seguidamente.
EliminarAmor de naturaleza que a ambos nos une.
Un abrazo.
E lá se vai o encantador de animais pelo monte colorido e ensolarado registrando detalhes da natureza outonal...
ResponderEliminarQue bonita rota!!!
Um beijo
El "encantador" queda encantado cuando los animales que encuentra permiten la proximidad, creando un vínculo que suele darse cuando no perciben amenaza alguna, sino más bien cierta complicidad entre los dos. A fin de cuentas, ambos compartimos temporalmente el mismo espacio vital. En resumen, una experiencia encantadora ;-)
EliminarGracias Teca por tu comentario.
Un abrazo.
Hola Carlos.
ResponderEliminarA la espera de la ansiada nieve, ahora es tiempo de disfrutar de los bosques, y del cambio cromático que nos ofrecen.
Un saludo.
Es prerrogativa de las tierras del Sur el disfrutar de otoños más largos que los de las zonas norteñas y más elevadas, por lo que hay que aprovecharlo, que ya vendrán las nieves y los días oscuros y fríos en los que poco colorido restará en los bosques.
EliminarSalud y Montaña, Eduardo
Hola Carlos,
ResponderEliminarSabes que soy asiduo de una parte de este paseo, podríamos haber compartido una buena mañana, pero no me has dicho nada. Te pasa algo conmigo?
O es que te dí demasiada caña por Xuans y Serrato este verano y ya no quieres ni verme?
Me siento menospreciado, si hay que ir tranquilo se va, no hay problema. Pero no me has llamado...
Y qué bien te lo pasas con los animales, aunque conmigo ya no quieres nada :-)))
Un saludo, y mucha montaña!
De tu asiduidad por la zona era conocedor, y bien que te imaginé cabalgando en tu bicicleta por aquellas sendas y lo rápido que irías cuando tocase descenso.
EliminarDe mi interrelación con los animales poca duda queda ya.
De Xuans y Serrato la belleza de aquella ruta impera sobre cualquier otra cosa.
En cuanto al “menosprecio” que mencionas, andas errado amigo, que en muy alta estima te tengo, y ya deberías saberlo a estas alturas. Abrumado me has, no obstante.
Un abrazo.
En modo alguno has de estar abrumado, amigo, salvo por mi torpeza al escribir un comentario que pretendía ser gracioso (de ahí la :-)))), que ya veo, no he sabido hacer. Me entristece que haya podido mi torpeza abrumarte. Ea, no te abrumes por favor.
ResponderEliminarPretendía mostrarme mustio y dolido porque no hemos compartido ruta por un sitio que considero mi casa ya, pero en plan broma, puesto que muy libre eres de llamarme o no para tus paseos.
El caso es que ando apesadumbrado por no ir al monte, al campo, o a alguna parte sin la bici, que ya estoy saturado de tanto rodar. Volveré a andar por el campo, como vuelven las golondrinas, con la primavera.
Un abrazo, y más montaña!