miércoles, 15 de noviembre de 2017

Los colores del otoño en el Valle del Lozoya_v1. Circular entre Lozoya - Pinilla del Valle por Roblemoreno.


Embalse de Pinilla
Es otoño y los días todavía siguen siendo templados y luminosos. Nuestro entusiasmo por el cromatismo con el que los árboles caducifolios nos regalan durante esta breve época del año, hace que busquemos recorridos que conlleven una inmersión en la naturaleza mientras ésta se va transformando de cara al invierno que está a la vuelta de la esquina.

Los robles constituyen la franja vegetal predominante en la vertiente sur de los Montes Carpetanos entre los 1.000m y los 1.600m de altitud, respectivamente, a cuyo pie, en la zona plana, se extiende el tranquilo y extenso embalse de Pinilla, en el valle alto del Lozoya. Por encima ya se encuentran los pinos y luego, hasta la parte superior del cordal, arbustos y roquedo.

Dos poblaciones se sitúan al comienzo del embalse y casi a su final, la de Pinilla del Valle y la de Lozoya, respectivamente.

Si bien el color otoñal del robledal es discreto, los álamos y fresnos del entorno del embalse muestran sus luminosos amarillos contrastando con el azul del agua. La combinación de todo ello, junto con lo poco frecuentado de las sendas y pistas que recorren estos parajes, proporciona una sensación de sosiego y plenitud visual que constituye el principal atractivo de la circular de hoy.

Son cerca de las 10h de la mañana cuando iniciamos la marcha en el pueblo de Lozoya por la carretera de la Fuensanta que abandonaremos enseguida para tomar una pista que apunta hacia los robledales. El termómetro marca 3.5ºC a pesar de que ya está dando el sol.

El visible Pico del Nevero (2.209m) marca el sentido de nuestra marcha mientras avanzamos por la pista que nos llevará a pasar junto al depósito de agua de Lozoya (1.200m).

Pico del Nevero
Los animales continúan a sus cosas sin dejar de mantenernos a la vista, de frente o de reojo, mientras pasamos junto a ellos.

 
Estamos a punto de entrar en el extenso robledal que cubre la Cerrada del Hoyo.

 
Justo unos metros antes vadeamos el arroyo del Palancar que baja con poca agua.

Arroyo del Palancar
La pista se orienta hacia el Oeste a medida que va tomando altura, suavemente al principio, y con mucha pendiente después. Los robles flanquean ambos costados de la vereda, cubriendo la ladera del monte.

 
A medida que se gana altura diversas ventanas se abren entre los árboles, a través de las cuales se pueden ver las conocidas formas de las montañas que circundan el valle del alto Lozoya, y que hoy tan sólo contemplaremos desde la distancia.

Las Cabezas de Hierro
Pico de Peñalara
Así mismo también se distinguen las de momento lejanas aguas del embalse, a donde llegaremos después.

Mientras tanto seguimos el recorrido ascendente hasta alcanzar la Cerrada del Zarzal, el punto más elevado de la circular de hoy, con 1.536m. Es ésta una zona donde los muretes de piedra seca son muy habituales.

A partir de este punto la pista comienza un pronunciado descenso hacia la zona de Roblemoreno. Atrás, en la parte superior del cordal se ve el Pico de Peña Cabra y la zona rocosa, entre éste y el Nevero, que conforma el barranco de Pinilla por el que discurre el arroyo del mismo nombre en su descenso hacia el embalse.

Pico de Peña Cabra
El ganado pace apaciblemente mostrando un momentáneo interés por nosotros.

Abajo se distingue el pueblo de Pinilla del Valle. Álamos y arces deslumbrantes hacia los que nos dirigimos.

Pinilla del Valle
Llegados al bonito pueblo lo atravesamos en dirección al embalse. Alcanzamos primero al Ayuntamiento y a los pocos metros encontramos la Iglesia de San Miguel Arcángel. Ya estamos muy cerca de la cola del pantano que, de hecho, se ve.

Iglesia de San Miguel Arcángel
Comienza ahora la parte final del recorrido de hoy que, por una bien acondicionada vereda, enlaza Pinilla del Valle con Lozoya, circunvalando el embalse de Pinilla.
 
Tramo de luces y contornos realzados por la luz del mediodía de otoño, donde los colores son protagonistas.

Robustos y añejos fresnos, casi deshojados, dan paso a jóvenes ejemplares de álamos y chopos, resplandecientes.

Fresneda
Las aguas se convierten en un espectáculo en sí mismas. Tras ellas, en la otra vertiente, se alza la ladera.

 
 
En una zona plana una yegua se deja acariciar la testuz mientras espera recibir “su ración de manzana compartida”.

De nuevo los robles y las sombras proyectadas por sus delgados troncos atraviesan la vereda.

La circular está llegando a su fin. El paredón de la presa que contiene las aguas está próximo. El entorno se humaniza.

Estamos cerrando el circuito en el pueblo de Lozoya tras haber realizado un recorrido otoñal y mañanero de poco más de 16km de longitud, habiendo salvado un desnivel total en ascenso de 450m de D+, tras el cual el espíritu retorna sereno, con las coloridas imágenes de los árboles bien impresas en las retinas.
Cerrando el círculo en Lozoya
 

9 comentarios:

  1. Qué te susurra la yegua: -nos vamos a amar Carmar, un amor sano, como lo que me ofreces del manzano-.
    Amor de naturaleza; no hay nada mejor ni para la vista ni para el corazón.
    Un abrazo.

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    1. La yegua hace "brrrfff" al tiempo que con sus belfos acaricia mi mano, humedeciéndola ligeramente con el aire exhalado por las fosas nasales, esperando la manzana que luego, cuidadosamente y sin apenas rozarme la palma, pinza con sus grandes dientes y engulle seguidamente.

      Amor de naturaleza que a ambos nos une.

      Un abrazo.

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  2. E lá se vai o encantador de animais pelo monte colorido e ensolarado registrando detalhes da natureza outonal...
    Que bonita rota!!!
    Um beijo

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    1. El "encantador" queda encantado cuando los animales que encuentra permiten la proximidad, creando un vínculo que suele darse cuando no perciben amenaza alguna, sino más bien cierta complicidad entre los dos. A fin de cuentas, ambos compartimos temporalmente el mismo espacio vital. En resumen, una experiencia encantadora ;-)
      Gracias Teca por tu comentario.
      Un abrazo.

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  3. Hola Carlos.

    A la espera de la ansiada nieve, ahora es tiempo de disfrutar de los bosques, y del cambio cromático que nos ofrecen.

    Un saludo.

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    1. Es prerrogativa de las tierras del Sur el disfrutar de otoños más largos que los de las zonas norteñas y más elevadas, por lo que hay que aprovecharlo, que ya vendrán las nieves y los días oscuros y fríos en los que poco colorido restará en los bosques.

      Salud y Montaña, Eduardo

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  4. Hola Carlos,
    Sabes que soy asiduo de una parte de este paseo, podríamos haber compartido una buena mañana, pero no me has dicho nada. Te pasa algo conmigo?
    O es que te dí demasiada caña por Xuans y Serrato este verano y ya no quieres ni verme?
    Me siento menospreciado, si hay que ir tranquilo se va, no hay problema. Pero no me has llamado...
    Y qué bien te lo pasas con los animales, aunque conmigo ya no quieres nada :-)))

    Un saludo, y mucha montaña!

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    1. De tu asiduidad por la zona era conocedor, y bien que te imaginé cabalgando en tu bicicleta por aquellas sendas y lo rápido que irías cuando tocase descenso.
      De mi interrelación con los animales poca duda queda ya.
      De Xuans y Serrato la belleza de aquella ruta impera sobre cualquier otra cosa.
      En cuanto al “menosprecio” que mencionas, andas errado amigo, que en muy alta estima te tengo, y ya deberías saberlo a estas alturas. Abrumado me has, no obstante.
      Un abrazo.

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  5. En modo alguno has de estar abrumado, amigo, salvo por mi torpeza al escribir un comentario que pretendía ser gracioso (de ahí la :-)))), que ya veo, no he sabido hacer. Me entristece que haya podido mi torpeza abrumarte. Ea, no te abrumes por favor.
    Pretendía mostrarme mustio y dolido porque no hemos compartido ruta por un sitio que considero mi casa ya, pero en plan broma, puesto que muy libre eres de llamarme o no para tus paseos.
    El caso es que ando apesadumbrado por no ir al monte, al campo, o a alguna parte sin la bici, que ya estoy saturado de tanto rodar. Volveré a andar por el campo, como vuelven las golondrinas, con la primavera.
    Un abrazo, y más montaña!

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