martes, 25 de julio de 2017

Cascadas de los Arroyos del Chorro Grande y del Chorro Chico desde la Granja de San Ildefonso. La belleza de lo intrincado.



Laderas que albergan al Chorro Grande (sobre la coraza rocosa de la dcha.) y al Chorro Chico (en la zona sombreada central)
Los Arroyos del Chorro Grande y del Chorro Chico nacen entre los 1.850m y 1.950m en las aplanadas y extensas majadas que hay en la vertiente Oeste del tramo de los Montes Carpetanos comprendido entre el Puerto del Reventón y el Collado de la Flecha, recorren a saltos las empinadas barranqueras graníticas hasta amansarse en torno a los 1.450m, yendo finalmente a desaguar en el río Cambrones, junto a la Granja de San Ildefonso.

El objetivo de la ruta de hoy, técnicamente sencilla pero exigente en su conjunto y algo enrevesada a tramos, consiste en visitar o ver, según los casos, las abundantes cascadas o chorreras que forman ambos arroyos en su brincar por los paredones que afloran entre los 1.400m y 1.850m.

Resulta un recorrido circular de unos 12km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de unos 700m de D+ cuya particularidad viene dada por el riesgo objetivo que conlleva acercarse demasiado a alguna de las chorreras, por la incomodidad de deambular por la majada entre las cabeceras del Arroyo del Chorro Grande y del Arroyo del Chorro Chico, y por lo intrincado del trayecto junto a éste último. En suma resulta un itinerario de lo más atractivo, adecuado para personas habituadas a ir buscando su camino por el monte en lugares poco trillados, a la par que permite contemplar el espectáculo de las numerosas cascadas.

Dejo el coche junto a la tapia que circunvala el palacio de la Granja, cerca de la plaza de toros, y me encamino hacia la urbanización Caserío de Urgel, que hay que atravesar siguiendo la calle Camino del Chorro hasta llegar, casi al final, a tomar una pista secundaria hacia la izquierda con una cancela metálica que se debe traspasar.

Atravesando el Caserío de Urgel
Siguiendo un evidente sendero me adentro en un fresco robledal en sentido Nordeste.

 
Al poco el camino se transforma en senda estrecha rodeada por helechos que asciende hasta entroncar a 1.370m con una pista superior que, en sentido Sur – Norte, cruza primero el Chorro Grande y después el Chorro Chico un kilómetro más adelante.

La sigo hacia la izquierda (Norte) y al cabo de unos doscientos metros llego al lugar donde la atraviesa el Arroyo del Chorro Grande.

Lugar donde el Chorro Grande atraviesa la pista
Sin cruzarlo, abandono la pista y empiezo la fuerte subida que, aguas arriba, se interna en el pinar que cubre la ladera. Comienza así el recorrido ascendente del Chorro Grande y de sus espectaculares y numerosas cascadas o chorreras que se pueden contemplar, con mayor o menor cercanía, desde varios miradores naturales.

A pesar de que a finales de julio el caudal es reducido las chorreras no defraudan. En la primera de ellas ya hay un cartel advirtiendo de la roca resbaladiza.

Continúo subiendo por el pinar. La pendiente es notable pero la trocha es clara.

A la izquierda el agua continúa “lavando” las amplias paredes de granito.

En el segundo mirador se puede acceder hasta la misma chorrera, donde una tranquila poza invita a la contemplación.

 
Vuelvo a la senda ascendente y, cada vez más rodeado de altos escobones, prosigo aguas arriba oteando las sucesivas chorreras desde una distancia prudencial. El tapiz vegetal de enebro resulta apacible a la vista pero literalmente esconde lo que hay debajo: ¿Roca o hueco?, por lo que vale la pena no arriesgar.

 
 
Y así, de mirador a mirador, sudando de lo lindo por la abrupta subida, alcanzo finalmente la parte superior del Chorro Grande, y el comienzo de la amplia majada que debo cruzar hasta llegar al inicio del Chorro Chico aproximadamente a 1.5km de distancia.

 
Lugar de pastizal donde las vacas pacen a su antojo, exento de trochas o caminos, más o menos encharcado según la época del año. Zona al pie del cordal separador de provincias (Segovia al Oeste; Madrid al Este) donde las espaciadas líneas de nivel inducen al error de esperar un cómodo y placentero deambular por ella, lo cual dista mucho de la realidad ya que, bien por lo empantanado en tiempo húmedo, o bien por los huecos ocultos bajo la aparente uniformidad del pasto en tiempo seco, el caminar por estas alturas requiere cuidado.

El calor aprieta, los 30ºC al descubierto resultan rigurosos. El accesible cordal y el Puerto del Reventón, unos doscientos metros más arriba, no me resultan nada tentadores. En otra ocasión quizá.

Sobrepaso las rocas de las Peñas Buitreras y me acerco hasta el recién nacido Chorro Chico. Antes de empezar la bajada opto por hacer un alto junto a las aguas, reponer energía, otear el paisaje y evaluar las alternativas de descenso.

Junto al nacimiento del Arroyo del Chorro Chico
Como por el propio barranco no veo una bajada evidente decido retornar hasta la zona rocosa de las Peñas Buitreras, donde hay un murete de piedras cuyo fin se me escapa. Desde aquí, y a la izquierda, algo más abajo, veo un mojón hacia el cual me encamino dejando momentáneamente atrás al Chorro Chico en su estrecho embarrancamiento. La mole granítica de las Peñas queda entre al arroyo y el primitivo pinar, en el que me introduzco procurando no alejarme demasiado de las rocas.

La espesa y abigarrada vegetación de escobones y enebros, la empinada pendiente, el suelo tapizado de piñas y ramas caídas,  junto con la dificultad para ir encontrando los escasos mojones, hacen que este enrevesado tramo requiera su tiempo. En cualquier caso, la proximidad de las rocas que constituyen el espolón de las Peñas es la mejor opción.

Finalmente consigo salir del bosque y acceder a la zona clara al pie de las rocas. Desde este punto vuelve a ser visible la mayor de las cascadas del Chorro Chico.

Cascada del Chorro Chico
También a partir de este momento aumenta la continuidad de los mojones y se ven varias trochas que, en continuado descenso de nuevo por pinar, se pueden seguir hasta entroncar, finalmente, con la pista principal que, a la altitud de 1.450m permite conectar, ahora en sentido Norte – Sur, con el Chorro Grande en el punto en el que la abandoné por la mañana cuando inicié la subida.

Parte final del descenso junto al Chorro Chico
Acabado el penoso descenso por lo intrincado, ahora ya trotando cómodamente de retorno a la Granja de San Ildefonso, me voy percatando de algunos de los bellos detalles que el entorno ofrece.
 
Cerrando el círculo al llegar a donde el Chorro Grande atraviesa la pista.
Tras las hojas
Una lagartija se asoma curiosa
El palacio de la Granja de San Ildefonso está ya al alcance
El luminoso robledal constata la proximidad del final de esta circular de hoy, realizada por zonas poco frecuentadas, y a tramos enrevesadas, en las que tan sólo me he cruzado con un par de parejas, al final, en las proximidades del inicio al Chorro Grande, y unas cuantas vacas pastando en la majada superior, próximas al nacimiento del Chorro Chico.
 
 

4 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Normal que por esos lares, sea más fácil encontrarse con vacas que con personas, unas chorreras que sin duda además de ser contempladas, invitan a remojarse en sus aguas, para apaciguar el calor.

    Salud y montaña!

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    1. Calor que el agua apacigua y que nos impulsa a buscar la sombra de los bosques a esperas de poder acudir a montañas más altas.

      Salud y Montaña.

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  2. Hola Carmar¡

    Cada vez que leo tus entradas me doy cuenta de la cantidad de sitios que aún quedan por conocer...

    ¡Gracias por compartirlos!

    Fer

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    1. ¡Y suerte de que sigamos encontrándolos! Parece increíble cómo la curiosidad incentiva la mente para conformar itinerarios que, de otro modo, quedarían en el anonimato, para lamento de quienes buscamos y buscamos.

      Una satisfacción compartirlos.

      Un abrazo, Fer.

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