domingo, 18 de septiembre de 2016

El Ocejón (2.049m). Circular desde Valverde de los Arroyos.

 
Pico Ocejón visto desde el Sur
El pico Ocejón es una montaña del sistema Central, al noroeste de la provincia de Guadalajara de la que es el pico más destacado y característico. Su atractiva silueta es visible desde la distancia. Sus dos accesos más habituales discurren: por la cara Este, desde Valverde de los Arroyos, o por la Oeste, desde Majaelrayo ¡Y qué distintas entre sí son ambas vertientes!

Majaelrayo: negras lajas de pizarra, caducifolios rebollos, aromáticas jaras, seco entorno y rápidos jabalíes.

Valverde de los Arroyos: laderas tapizadas de gayuba, brezos y cantueso, abundante en agua.

Ambos pueblos, asentados en su falda,  acostumbran desde antiguo a comunicarse entre sí a través del Camino del Correo.

La circular que diseñamos para esta ocasión consiste en ascender a la cima del Ocejón por la ruta normal desde Valverde de los Arroyos (incluyendo la visita a las Chorreras de Despeñalagua), descender pasando por los Castillares de Arriba y de Abajo y retornar a Valverde por el barranco de la Angostura. En total un recorrido sinuoso de unos 16.5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de 900m de D+. Senda clara durante la subida, atrochando después hasta los Castillares, y enlazando finalmente con un buen sendero que comunica con Valverde desde una toma de agua en el barranco de la Angostura.

Antes de iniciar la marcha en Valverde a las 9:30 de la mañana nos detenemos unos instantes para observar la ladera por la que descenderemos del Ocejón. Mentalmente trazamos la línea por la que transitaremos después y la guardamos en nuestra memoria poniéndonos seguidamente en marcha.


De los dos itinerarios posibles para la bajada, optamos por el "amarillo"
El sendero de ascenso se toma junto al campo de fútbol, sale recto y llano por en medio de una zona de castaños.
Buena promesa de castañas para el otoño
A los 400m se llega a una bifurcación, que tomamos hacia la izquierda, en dirección a las Chorreras, lugar donde el arroyo que nace al pie del Ocejón se desploma en hermosas cascadas de agua, cayendo unos 100m.

La senda, flanqueada de brezos, enfila decididamente y sin apenas pendiente hacia el oscuro paredón por el que cae el agua, en varios saltos en la parte alta, para llegar abajo resbalando sobre la roca.


"Chorreras de Despeñalagua"
Por el mismo sendero, pero en sentido inverso, volvemos al entronque con el Camino del Correo y continuamos hacia arriba por una pendiente suave y prolongada. Los brezos dan paso a la gayuba, que de ahora en adelante se hace permanente durante todo el recorrido, formando una ininterrumpida alfombra verde que, a la par que fija el terreno, embellece el paisaje.

El Ocejón es visible durante gran parte de la subida, así como los Castillares.
El camino apunta hacia el vado del arroyo de las Chorreras, lugar donde se abandona la dirección del Correo y se enfila hacia la cima por la senda de la Penitencia, paralela al arroyo de la Pineda y a un extenso pinar.
Llegando al vado del arroyo de las Chorreras
Tras unos 400m de cuesta, la más dura hasta el momento, se accede a la majada de Cañamarejo. Un cartel marca, hacia el frente el Collado de García Perdices; nosotros, en cambio, giramos hacia la izquierda, hacia la bien visible cima del Ocejón. 

Una continua y tupida alfombra de gayuba lo cubre todo. Sus bayas están listas para el otoño.
Desde el pico Ocejón contemplamos el amplio panorama y buscamos la manera de conectar con los Castillares.
Cima del Ocejón
Majada de Cañamarejo vista desde la cima.
Hay dos formas de llegar a los Castillares desde el la cumbre del Ocejón: bien siguiendo en altura el espinazo pedregoso que, bordeando la majada de Cañamarejo, se desprende del Ocejón, abandonándolo en la cota 1.950m (en la vertical sobre los Castillares; rápida y directa), o bien descendiendo en diagonal por la alfombrada ladera que se abre sobre la majada, buscando el paso al otro lado por la parte baja de dicho espinazo en la cota 1.750m (más larga y sinuosa); nosotros optamos por ésta última.

En un momento determinado damos con una estrecha trocha que, siguiéndola, nos lleva al punto exacto de cambio de vertiente. Todo es verde gayuba en derredor.

Avanzamos por intuida trocha

Y entonces nos percatamos de que hemos derivado hacia el N más de lo que hubiésemos deseado. Los Castillares se han quedado bastante más atrás de lo que esperábamos; pero todo  es cuestión de ir hacia ellos. Tan sólo una mancha de pinar entre nosotros y nuestro próximo destino. Más kilómetros, más diversión.

Tras la mancha de pinar, el Castillar de Arriba;  a la izq., el Castillar de Abajo.
Encontramos unos mojones que, en descenso, pensamos aproximan hacia los pinos, así que los seguimos. Fuerte pendiente pero que se baja bien, hasta que en la línea de los 1.650m de altitud los mojones enfilan directamente hacia abajo. Sopesamos la alternativa de perder bastante altura hasta un camino que se ve en la parte baja del pinar, para luego volver a ascender hasta la explanada entre los dos Castillares, frente a la de mantener el nivel y atravesar el bosque (“Total, no parece tan ancho”); nos decidimos por el pinar.

Tramo agreste, enmarañado con duros piornos y flexibles brezos,  por el que penamos durante un rato hasta conseguir salir al otro lado con restos de resina, ramas y algún arañazo.

Saliendo por fin del pinar tras trabajosa travesía
Una vez al pie del Castillar de Arriba, descendemos con sumo cuidado por pedrera sazonada de piorno hasta alcanzar el prado que hay entre ambos Castillares.

Lugar de rocas horadadas, con numerosas grutas y presentando formas curiosas, sobre una zona cubierta de seca vegetación. 


El Castillar de Arriba y sus oquedades


Ya se han acabado las complicaciones; desde aquí resulta fácil descender por el barranco de la Angostura en busca del buen camino que se distingue más abajo y por el que retornaremos a Valverde de los Arroyos, mientras unos cientos de metros por encima queda el “acogedor” pinar que con tanto trabajo hemos cruzado un rato antes.

Siguiendo el camino llegamos hasta una balsa de agua, punto del que arranca un sendero estrecho que se interna entre los robles, proporcionando sombra y moscas.

Por ellas acompañados hasta el mismo coche completamos una circular muy poco convencional por el hermoso entorno del Ocejón, en la cual, como en tantas otras ocasiones, lo menos relevante es tocar cima, siendo el recorrido en su totalidad lo que nos mueve.
El Ocejón y los Castillares, junto con las hojas y frutos de los castaños, quedan prendidos en el paisaje de la tarde.

6 comentarios:

  1. Hola Carmar¡

    Que fotos más majas, este lo tengo pendiente desde hace tiempo, a ver si le llega su hora...

    Oye, una duda, ¿el más alto de Guadalajara es el Pico del Lobo o el Ocejón?

    Salud¡

    Fer

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    1. Razón tienes, Fer, el más alto es el Pico del Lobo, sin embargo, y de aquí mi lapsus (que la memoria falla más de una vez), es el Ocejón el que se distingue del resto. Nada que ver tiene el monótono y degradado paisaje del P. del Lobo (la estación de esquí de la Pinilla lo ha urbanizado totalmente) con la naturalidad del Ocejón.
      Gracias por darte cuenta y comentarlo, así lo he podido corregir.
      Salud y Montaña

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  2. ¡Que bonito el Ocejón! sus escasos dos mil metros bien merecen la pena subirlos. Cumbre muy agradecida por cualquiera de los itinerarios que se suba. Tengo que volver por esas tierras, y admirar de nuevo sus contrastes. Un abrazo montañero.

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  3. Es una cumbre particular, amable con buen tiempo y apta para todos los públicos. Gratificante entorno que ya frecuentaron nuestros "muy antiguos", que supieron dejar su impronta en las pizarras, pero que en invierno se metamorfosea ofreciendo una imagen gélida y poco hospitalaria. Emblema del montañismo de Guadalajara que lo ve como exclusivo y propio. Gallardo y llamativo en la distancia atrae una y otra vez.
    Salud y Montaña, Rafa y gracias por "inducirme" con tu conocimiento a reconocer a fondo el terreno y sucumbir una vez más a su atractivo.

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  4. Hola Carlos.

    Tierras totalmente desconocidas, estas del Sistema Central, y curioso como la orientación de las laderas, puede dar en tan poco espacio, una vegetación tan diferente.

    Al final como no podía ser de otra forma, acabasteis intrincados, :), por algo estarían esos hitos colocados ..., porque a veces el camino "más corto", resulta ser el "más largo".

    Un saludo.

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  5. Sí, sí, razón tienes, Eduardo, pero ya sabes que tanto juntos como por separado lo intrincado nos llama poderosamente la atención. Deambular por lo no trillado ayuda a descubrir rincones inesperados. Y de eso se va tratando ¿no te parece?
    Un saludo y hasta pronto.

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