Pico Ocejón visto desde el Sur |
El pico Ocejón
es una montaña del sistema Central, al noroeste de la provincia de Guadalajara
de la que es el pico más destacado y característico. Su atractiva silueta es visible desde la
distancia. Sus dos accesos más habituales discurren: por la cara Este, desde
Valverde de los Arroyos, o por la Oeste, desde Majaelrayo ¡Y qué distintas
entre sí son ambas vertientes!
Majaelrayo:
negras lajas de pizarra, caducifolios rebollos, aromáticas jaras, seco entorno
y rápidos jabalíes.
Valverde de los
Arroyos: laderas tapizadas de gayuba, brezos y cantueso, abundante en agua.
Ambos pueblos,
asentados en su falda, acostumbran desde
antiguo a comunicarse entre sí a través del Camino del Correo.
La circular que
diseñamos para esta ocasión consiste en ascender a la cima del Ocejón por la
ruta normal desde Valverde de los Arroyos (incluyendo la visita a las Chorreras
de Despeñalagua), descender pasando por los Castillares de Arriba y de Abajo y
retornar a Valverde por el barranco de la Angostura. En total un recorrido
sinuoso de unos 16.5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de
900m de D+. Senda clara durante la subida, atrochando después hasta los
Castillares, y enlazando finalmente con un buen sendero que comunica con
Valverde desde una toma de agua en el barranco de la Angostura.
Antes de iniciar
la marcha en Valverde a las 9:30 de la mañana nos detenemos unos instantes para
observar la ladera por la que descenderemos del Ocejón. Mentalmente trazamos la
línea por la que transitaremos después y la guardamos en nuestra memoria
poniéndonos seguidamente en marcha.
De los dos itinerarios posibles para la bajada, optamos por el "amarillo" |
El sendero de
ascenso se toma junto al campo de fútbol, sale recto y llano por en medio de
una zona de castaños.
Buena promesa de castañas para el otoño |
A los 400m se llega a una bifurcación, que tomamos hacia
la izquierda, en dirección a las Chorreras, lugar donde el arroyo que nace al
pie del Ocejón se desploma en hermosas cascadas de agua, cayendo unos 100m.
La senda,
flanqueada de brezos, enfila decididamente y sin apenas pendiente hacia el
oscuro paredón por el que cae el agua, en varios saltos en la parte alta, para
llegar abajo resbalando sobre la roca.
"Chorreras de Despeñalagua" |
Por el mismo sendero,
pero en sentido inverso, volvemos al entronque con el Camino del Correo y
continuamos hacia arriba por una pendiente suave y prolongada. Los brezos dan
paso a la gayuba, que de ahora en adelante se hace permanente durante todo el
recorrido, formando una ininterrumpida alfombra verde que, a la par que fija el
terreno, embellece el paisaje.
El Ocejón es visible durante gran parte de la subida, así como los Castillares. |
El camino apunta
hacia el vado del arroyo de las Chorreras, lugar donde se abandona la dirección
del Correo y se enfila hacia la cima por la senda de la Penitencia, paralela al
arroyo de la Pineda y a un extenso pinar.
Llegando al vado del arroyo de las Chorreras |
Tras unos 400m de cuesta, la más dura
hasta el momento, se accede a la majada de Cañamarejo. Un cartel marca, hacia el frente el
Collado de García Perdices; nosotros, en cambio, giramos hacia la izquierda, hacia la bien visible cima del Ocejón.
Una continua y tupida alfombra de gayuba lo cubre todo. Sus bayas están listas para el otoño. |
Desde el pico
Ocejón contemplamos el amplio panorama y buscamos la manera de conectar con los
Castillares.
Cima del Ocejón |
Majada de Cañamarejo vista desde la cima. |
Hay dos formas de llegar a los Castillares desde el la cumbre del Ocejón: bien siguiendo en altura el espinazo
pedregoso que, bordeando la majada de Cañamarejo, se desprende del Ocejón, abandonándolo en la cota
1.950m (en la vertical sobre los Castillares; rápida y directa), o bien descendiendo
en diagonal por la alfombrada ladera que se abre sobre la majada, buscando el
paso al otro lado por la parte baja de dicho espinazo en la cota 1.750m (más
larga y sinuosa); nosotros optamos por ésta última.
En un momento
determinado damos con una estrecha trocha que, siguiéndola, nos lleva al punto
exacto de cambio de vertiente. Todo es verde gayuba en derredor.
Avanzamos por intuida trocha |
Y entonces nos percatamos
de que hemos derivado hacia el N más de lo que hubiésemos deseado. Los
Castillares se han quedado bastante más atrás de lo que esperábamos; pero todo es cuestión de ir hacia ellos. Tan sólo una
mancha de pinar entre nosotros y nuestro próximo destino. Más kilómetros, más
diversión.
Tras la mancha de pinar, el Castillar de Arriba; a la izq., el Castillar de Abajo. |
Encontramos unos
mojones que, en descenso, pensamos aproximan hacia los pinos, así que los
seguimos. Fuerte pendiente pero que se baja bien, hasta que en la línea de los
1.650m de altitud los mojones enfilan directamente hacia abajo. Sopesamos la
alternativa de perder bastante altura hasta un camino que se ve en la parte
baja del pinar, para luego volver a ascender hasta la explanada entre los dos
Castillares, frente a la de mantener el nivel y atravesar el bosque (“Total, no
parece tan ancho”); nos decidimos por el pinar.
Tramo agreste,
enmarañado con duros piornos y flexibles brezos, por el que penamos durante un rato hasta
conseguir salir al otro lado con restos de resina, ramas y algún arañazo.
Saliendo por fin del pinar tras trabajosa travesía |
Una vez al pie
del Castillar de Arriba, descendemos con sumo cuidado por pedrera sazonada de piorno
hasta alcanzar el prado que hay entre ambos Castillares.
Lugar de rocas
horadadas, con numerosas grutas y presentando formas curiosas, sobre una zona
cubierta de seca vegetación.
El Castillar de Arriba y sus oquedades |
Ya se han acabado las complicaciones; desde aquí resulta fácil descender por el barranco de la Angostura en busca del buen camino que se distingue más abajo y por el que retornaremos a Valverde de los Arroyos, mientras unos cientos de metros por encima queda el “acogedor” pinar que con tanto trabajo hemos cruzado un rato antes.
Siguiendo el
camino llegamos hasta una balsa de agua, punto del que arranca un sendero
estrecho que se interna entre los robles, proporcionando sombra y moscas.
Por ellas
acompañados hasta el mismo coche completamos una circular muy poco convencional
por el hermoso entorno del Ocejón, en la cual, como en tantas otras ocasiones,
lo menos relevante es tocar cima, siendo el recorrido en su totalidad lo que
nos mueve.
El Ocejón y los Castillares, junto con las hojas y frutos de los castaños, quedan prendidos en el paisaje de la tarde. |
Hola Carmar¡
ResponderEliminarQue fotos más majas, este lo tengo pendiente desde hace tiempo, a ver si le llega su hora...
Oye, una duda, ¿el más alto de Guadalajara es el Pico del Lobo o el Ocejón?
Salud¡
Fer
Razón tienes, Fer, el más alto es el Pico del Lobo, sin embargo, y de aquí mi lapsus (que la memoria falla más de una vez), es el Ocejón el que se distingue del resto. Nada que ver tiene el monótono y degradado paisaje del P. del Lobo (la estación de esquí de la Pinilla lo ha urbanizado totalmente) con la naturalidad del Ocejón.
EliminarGracias por darte cuenta y comentarlo, así lo he podido corregir.
Salud y Montaña
¡Que bonito el Ocejón! sus escasos dos mil metros bien merecen la pena subirlos. Cumbre muy agradecida por cualquiera de los itinerarios que se suba. Tengo que volver por esas tierras, y admirar de nuevo sus contrastes. Un abrazo montañero.
ResponderEliminarEs una cumbre particular, amable con buen tiempo y apta para todos los públicos. Gratificante entorno que ya frecuentaron nuestros "muy antiguos", que supieron dejar su impronta en las pizarras, pero que en invierno se metamorfosea ofreciendo una imagen gélida y poco hospitalaria. Emblema del montañismo de Guadalajara que lo ve como exclusivo y propio. Gallardo y llamativo en la distancia atrae una y otra vez.
ResponderEliminarSalud y Montaña, Rafa y gracias por "inducirme" con tu conocimiento a reconocer a fondo el terreno y sucumbir una vez más a su atractivo.
Hola Carlos.
ResponderEliminarTierras totalmente desconocidas, estas del Sistema Central, y curioso como la orientación de las laderas, puede dar en tan poco espacio, una vegetación tan diferente.
Al final como no podía ser de otra forma, acabasteis intrincados, :), por algo estarían esos hitos colocados ..., porque a veces el camino "más corto", resulta ser el "más largo".
Un saludo.
Sí, sí, razón tienes, Eduardo, pero ya sabes que tanto juntos como por separado lo intrincado nos llama poderosamente la atención. Deambular por lo no trillado ayuda a descubrir rincones inesperados. Y de eso se va tratando ¿no te parece?
ResponderEliminarUn saludo y hasta pronto.