Bajo la distraída mirada del buitre leonado, que escruta su hábitat mientras
espera la formación de las térmicas que le faciliten el planeo, y dejando atrás
la llana y alta meseta cubierta de sabinas albares en estado puro, nos
adentramos en un recoleto barranco abierto entre paredes calcáreas.
Un lugar donde el agua mana para fluir cristalina y tranquila, cuya
transparencia permite observar la vegetación “desde el fondo”, mostrándose en
superficie en forma de nenúfares, botones de oro o berros.
Un sitio en el que, sin apenas percatarse, uno se ve inmerso en un sombreado
entorno de sabinas, pinos y chopos que medran armoniosamente en la frescura y
la humedad del recién aflorado curso de agua, cuyas fuentes hay que buscarlas
muy bajo tierra entre las intrincadas galerías y sifones que surcan el kárstico
sustrato.
Ojo de la Fuentona |
Hola Carmar.
ResponderEliminarBonito lugar, y eso que ahora lleva poca agua, en primavera esta espectacular!!!
Un saludo
Quedó pendiente para repetirla con agua a rebosar. Un saludo, Eduardo
EliminarEn ese ojo de la Fuentona, cuya foto está hecha desde el puente de madera, me he bañado un caluroso día de Agosto acompañado de preciosas serpientes de agua. Saludos
ResponderEliminarGratísima experiencia debió de ser, sin duda. Que frescas y transparentes aguas son el mejor acompañamiento para combatir los rigores del verano, y más en tan bello entorno.
EliminarUn saludo