jueves, 2 de marzo de 2017

Pico de Peñalara desde Cotos. Con esquíes por la Senda del Batallón Alpino.


Desde la cima de Peñalara, su vertiente Este. Al fondo la estación de esquí de Valdesqui
La nieve procedente de la única y tardía gran nevada de este invierno, que barrió la sierra de Guadarrama hace unas semanas, todavía cubre las caras Norte y las laderas menos soleadas, mientras que en las Sur se ha batido en retirada. El pronóstico de cielos abiertos y tiempo en calma nos anima a realizar esta circular, una vez que conseguimos aparcar el coche en el abarrotado aparcamiento de Cotos, para lo cual conviene llegar antes de las 8 am.

Hemos diseñado una ruta que nos lleve a adentrarnos en el solitario entorno del bosque intuyendo, con acierto, que la Senda ofrecerá la continuidad de nieve que la ladera no presenta.

Justo a la izquierda del antiguo edificio del Club Alpino Español, algo por encima de la Venta Marcelino de Cotos (1.828m), se encuentra una cerca de madera que indica el límite entre las provincias de Madrid y Segovia. Nace aquí la Senda del Batallón Alpino que, por la vertiente segoviana, cruza la ladera con rumbo Noroeste por un espléndido bosque de pinos  silvestres. 
Las Cabezas de Hierro (cara Norte) desde el Club Alpino Español
Pradera de Cotos. Por la pista que aparece va la vía normal de ascenso a Peñalara
Con esquíes y crampones vamos ascendiendo mientras con la mirada tratamos de penetrar más allá entre los pinos. Salvo en algún punto determinado la Senda está cubierta de dura nieve, permitiendo el paso con esquíes aunque con algún que otro esfuerzo de voluntad.

 
De vez en cuando distinguimos alguno de los círculos amarillos pintados en los troncos de los árboles, que marcan el itinerario.

Alcanzamos el límite del pinar y podemos recrearnos con las amplias perspectivas del extenso valle de Valsaín y del Puerto de Navacerrada, con los Siete Picos; el Montón de Trigo y la Mujer Muerta completan el panorama.

Gran pinar de Valsaín. De izq a dcha: Puerto de Navacerrada, Siete Picos, Montón de Trigo y Mujer Muerta
Salimos del bosque al tiempo que la cuesta se suaviza.

Detrás, al fondo, las Cabezas de Hierro
 Enfrente, el amplio collado que separa la Hermana Mayor de Peña Citores, a su izquierda. Nos encontramos en la linde de los dos mil metros de altitud.


Enfrente, el Collado de Citores
Desde el Collado (2.150m) el camino hacia el pico de Peñalara no deja lugar a dudas. Una gran trazada en diagonal que nos aproximará a la cima.

 
Dejamos nuestra huellas en un espacio sin transitar mientras bordeamos las cimas de las Dos Hermanas.

 
La vegetación pugna por liberarse de la capa de hielo y nieve bajo la que se encuentra.

 
Si bien el viento se ha mantenido en calma durante todo el recorrido, sopla con fuerza en la cima de Peñalara (2.428m).
 


 
Mientras comemos algo fijamos la mirada en las Cabezas de Hierro. Hoy su tubo Norte mantiene la nieve hasta el final del bosque, pero no cambiaríamos la adrenalina de su descenso con esquíes por las gratas sensaciones que vamos experimentando con la inusual ruta que venimos siguiendo.

Cabezas de Hierro y su tubo Norte
Echamos un vistazo al vecino pico de Claveles (¡Vaya cómo se pone su cresta en invierno!)

Pico de Claveles
El viento que azota en la cima aumenta la sensación de frío.
 
Antes de emprender el retorno a Cotos por la normal, pasando por las Dos Hermanas, contemplamos la vertiente segoviana y el cartel de madera indicando la dirección para llegar a La Granja.

 
 
Mientras crampones y botas se encaminan por la huella de los que han ascendido por la normal, los esquíes la evitan deslizándose por la excelente nieve que cubre en su totalidad los empinados canalones entre las Dos Hermanas. Dos formas bien diferentes de llegar al mismo sitio ;-)

Las Dos Hermanas: la Menor (izq) y la Mayor (dcha)
Distinguimos el promontorio sobre el que se asienta el refugio Zabala al pie de la Hermana Mayor.

Refugio Zabala
Dedicamos un instante a contemplar, en la lejanía, la inusual cantidad de nieve que, desde cotas muy bajas, cubre la cara Norte de  la Cuerda Larga, por donde anduvimos hace tan sólo una semana.

La Cuerda Larga, el tramo desde Bailanderos (izq) hasta la Cabeza de Hierro Mayor (dcha)
Los caminos de botas y tablas tornan a separarse temporalmente, mientras las primeras siguen la traza marcada y señalada por la valla de madera, los esquíes se apartan de la misma buscando la línea de máxima pendiente.

 
A la altura de los 2.000 metros ambos confluimos en la pista que sube desde Cotos; a partir de este punto el trazado ya es común, propiciando alguna que otra parada tanto para acomodar la marcha como para ir contemplando la radiante blancura de la cara Norte de las Cabezas de Hierro y Valdemartín, con el circo de las Cerradillas a sus pies ¿Será esa la zona de nuestra próxima salida invernal?

Las Cabezas de Hierro (izq) y el pico de Valdemartín (dcha), sobre el circo de las Cerradillas.
No es frecuente en invierno encontrar el Macizo de Peñalara totalmente soleado y sin rastro de amenazadoras nubes indicadoras de ventisca y niebla, así que, de vuelta en el aparcamiento tras haber realizado un recorrido poco habitual, salvando unos 600m de D+, habiendo encontrado continuidad de nieve en todas las cotas, estamos contentos con los bellos entornos por los que hemos transitado con serenidad y sin agobios.

Vista desde el Mirador de la Gitana, casi llegando a Cotos

16 comentarios:

  1. "Hay en la España Citerior un Monte,
    Canato los antiguos le llamaron,
    Y hoy Peñalara : si el feroz Tiphonte
    Quando el Pelion, y el Osa colocaron
    Sobre Olimpo , este risco Carpentano
    Pone, tocara el Cielo con la mano."

    Del poema La Diana, o el arte de la caza
    (Nicolás Fernández de Moratín)

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    1. Bello y bien traído poema, con mucho agrado recibido, aunque no sé si tanto se merecen nuestras efímeras trazas sobre el blanco manto. Tómolo, pues, como la exaltación poética de la señera cumbre en la que culmina esta Sierra que tanto nos gusta y en cuyo entorno tantas ocasiones únicas encontramos.
      Salud y Montaña, Rafa.

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    2. Impresionado estoy. El padre de Don Leandro era menos mojigato y más bon vivant en la corte de Madrid. De ello da buena fé su "Arte de las Putas" (sic); un recorrido por los lupanares de Madrid. HERMOSA Venus que el amor presides,
      y sus deleites y contentos mides,
      dando a tus hijos con abiertas manos
      en este mundo bienes soberanos:
      pues ves lo justo de mi noble intento 5
      déle a mi canto tu favor aliento,
      para que sepa el orbe con cuál arte
      las gentes deberán solicitarte,
      cuando entiendan que enseña la voz mía
      tan gran ciencia como es la putería.

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    3. El probable desconcierto suscitado por esta pirueta a cuenta de Nicolás, cinegético poeta y clandestino describidor de mancebías, reconduciríalo yo al territorio serrano con estos antiguos versos de amante desconocido de Guadarrama:

      «Cómo dejaré la Sierra / do hay aire y truchas finas / por ir morar a la tierra baja / a do la gente se encierra / con las especies caninas».

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    4. Bueeenooo. Acepto el desliz.
      Serranilla de Moncayo,
      Dios vos dé buen año entero,
      ca de muy torpe lacayo
      faríades cavallero.

      Los duendes letrados son igual de ladinos que los alpinos.

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    5. Con tal arte malabar y alguna disciplina podríamos sacar, amigo Andrés, entrambos de coplillas más de tres, que alusión hicieran a lo que fuese menester.

      Aflora el intelecto sin darse cuenta, diestro en el punto y en el quiebro, cosa harto beneficiosa, mi querido e-cuervo, una vez pasados los cuarenta.

      Agradecido por tus siempre doctos comentarios, que alto ponen el listón, tan sólo me queda enviarte un fuerte abrazo, esperando el próximo con ilusión, cuando a bien tengas el hacerlo.

      Salud y Montaña, amigo.

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  2. Hola Carmar.

    Con la experiencia, y el buen conocimiento de la zona, habeis conseguido realizar una bonita circular, integramente por el manto blanco, que viendo las fotos del cartel que indica hacia la Granja, en las cotas altas, aun quedan en buen espesor.

    Con crampones o esquies, ambas son buenas formas de subir y bajar, aunque sin duda el que va con esquies, tiene más facilidad tanto para el avance subiendo, como para el descenso, a ver si le das unas clases rápidas a tu acompañante :)

    Salud y Montaña!

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    1. Las clases se darán. Están apuntadas y pendientes, para éste y para algún otro acompañante también. Es cuestión de tiempo y paciencia, pero todo suele llegar.
      Salud y Montaña.

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  3. Por alusiones... intuidas, claro, y por tanto no exentas de cierto afán de protagonismo que seguramente no sea tal.
    Bueno, a lo que voy, que eso de los crampones y los esquíes, como bien dice Eduardo, no es equitativo con el esfuerzo a realizar, y menos en las propuestas que haces a los que no tenemos la suerte de gozar del esquí de montaña, no es lo mismo esta salida que la que propones por la zona de Cabezas...
    En todo caso, que disfrutes mucho y bien de la montaña, con esquíes o crampones, o sin ellos.
    Un abrazo

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    1. Hola Francisco, eso de la equidad no sé yo dónde prospera, que las más de las veces es pura utopía, pero en fin, sí diré aquí, ya que veo que sois varios con la misma impresión que el esquí en montaña sí facilita el descenso, y de qué manera, frente al resto de modalidades "pedestres" con raqueta o crampón, pero en el ascenso la cosa se equilibra, y a ratos hasta se decanta por los crampones, que la subida con esquíes en nieve dura o muy dura, y cuando la pendiente se pone seria, no es cosa baladí, amigo mío.

      Pero bueno, también es verdad que cuando vas en compañía a la montaña la velocidad es la que marca el más lento, así que todos a una y a vivir el monte.

      Un abrazo

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  4. Estupendo viaje y, curiosas reseñas poéticas como para derretir la nieve.
    Si que merece la pena derrochar adrenalina después de currarte una buena travesía a golpe de paso acolchado por la nieve para dejar el cuerpo deslizarse mediante la técnica del esquí.
    Que bien trasmites las vivencias y, como en ellas me integro de lleno.

    Un abrazo

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    1. Gran satisfacción me produce el que, a través de estas vivencias, pueda trasmitir las sensaciones que me produce el deambular por la naturaleza. Es una forma muy gratificante de compartirlas.

      Las reseñas poéticas afloran de tanto en tanto, que los montañeros somos algo románticos; esto y la primavera que está a la vuelta de la esquina parece que aviva a las musas.

      Un abrazo, Javier.

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  5. Hace mucho que no subo al Peñalara y traspaso su roqueño Claveles que no por ser menor es la segunda de todo el esparcido carpetano, cuerda del Guadarrama incluida. Y ése tanto fue de cuando por allí hicimos noche estrellada con acompañantes salamandras:

    http://deicalogoamicus.blogspot.com.es/2011/11/2011-una-odisea-despacio.html

    Tiempo antes, solía subir todas las semanas, corriendo o pateando por toda trocha que me llevase a ninguna parte. Pero cada vez había más gente y decidí retirarme sin antes llevar a cabo un cometido que diese por finalizado mis andares por la línea alta de Carpetania. Decidí, muy temprano, aún bajo la estrecha luz de algunas tenues estrellas y otras farolas caminar sin rumbo sólo mirando al norte de lado y alcanzar todo cuanto pudiera y si fuera preciso la siguiente noche me envolviese. Qué más daba, si para mí la noche es parte del día; sólo cambia el color.
    Rematé el andar, habiéndolo iniciado en la Venta, desde la que me despedí de un amigo tomando café, tortilla, pan, cortezas ──aunque no en este orden── que me acompañó hasta el Nevero. Luego él dio media vuelta y avanzó sobre nuestros pasados pasos; es decir, regresó. Aún no había amanecido cuando me tomé un respiro del termo y unas galletas que reponiendo fuerzas continué todo el día hacia delante sin prisa ni pausa y me encontré a un caminante que me dijo llegado de la más Fría había subido por una buena pista en dirección a no recuerdo qué pico, pero que juntos alcanzamos y por el camino charlando me preguntó cuál era mi cometido. Antes de la despedida, al lado de un hito de hormigón sin hito, respondí breve que dónde mis pies pudiesen allí llegaría, pero que por esa misma causa y duda no podría responderle con certeza.
    Y me fui, por el lado contrario al que venía, claro. Es decir, seguí.

    Fui pasando trochas, matas, retamas, coscojas, sendas, caminos, medias y trochas, perdidas líneas, desorientaciones y anchas (auto)pistas , cuando alcanzándome la noche nuevamente me entró un cierto cansancio que puso en duda mi cordura, sinsentido y aventura. Estuve descansando media hora y de medias me cambié (hora bien, mejores eran) y depuse al hambre por costumbre que tengo cuando llega la cena, a la puesta
    Caminé un par de horas más y con el cansancio encima se senté y, al principio un rato, luego me tumbé; me arropé un poco con el abrigo y de pronto soñé que sorbía agua de una fuente calda que me limpiaba la cara con jabón de ese antiguo, del de Lagarto. Desperté sobresaltado y un perro o qué sé yo dio un brinco de mi lado y que me llevó a la cuenta que de calda y sueño nada y sí su baba en lamida mi mejilla. Ya repuesto por el desconcierto y entre el pequeño susto y parte del café de la mochila me quedé despierto para los restos que no volví a dormir hasta que no hallara lugar adecuado. Tenía los ojos como platos y aprovechando la vajilla comí otro poco y eché a andar de nuevo.
    Esto es, me eché al monte por el cuál venía...

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  6. *Acortando:
    Ventitantas horas después divisé Somosierra a la que llegué atajando por una pista al principio, luego camino indeciso e inclinado y finalmente desemboqué en una calle y me senté en un poyete de piedra y sacando el plano pasé la ruedecita del cuenta para realizar el cálculo de lo andado. Cincuenta y siete quilómetros de marcha, aproximadamente.
    Me comí una naranja, un plátano marrón oscuro, unas galletas y un tentempié variado de no sé qué; frutos secos, higos y algún azucarillo como si de un caballo se tratara. Tanta hambre me dio el lugar que si llego a ser rumiante pasto las hierba de la cuneta y me hubiera quedado tan ancho.
    En una fuente cercana , bastante fría por la hora y con algunas piedras y porquería en el fondo metí los pies, en un pilón, que por entre estos uno me sangraba y el otro solidariamente también.
    Cuando me repuse decidí preguntar cómo regresar a casa. Pero eso no fue lo importante, y aunque tuvo sus manos y sus menos, independientemente de las tribulaciones pasadas, claro, el reto de conseguir llegar dónde mis pies me llevasen había acabado.
    Y yo también.
    Desde entonces no volví al Peñalara, cuál según dicen los entendidos que en los días más claros se divisa Londres.
    Salú, Livertá i Esquilme, meu…Dilectas apertas

    PD: Aunque si te animas ──o nos animamos── hacemos esa marcha; pero con parada allá a mitad de camino y en un par de etapas. Con vivac, funda, cena , sueño, opíparo desayuno; almuerzos, o cateríng y tasas incluidas…
    *Por no decir resumiendo, qué es menos montaraz

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    1. Yendo como va esta entrada de reseñas, coplillas y poéticas prosas he de hacer uso, hasta un poco de abuso, querido Deicar, de lo ya escrito por el gran D. Miguel de Cervantes y así, usufructuando unos versos de su soneto con estrambote al túmulo de Felipe II, úsolo y adáptolo yo ahora para algo dignamente poder contestarte. Helo aquí:

      "Voto a Bríos que me abruma esta elocuencia
      que ojalá pudiera continuar de carrerilla,
      porque ¿a quién no sorprende y maravilla
      esta prosa insigne, esta vehemencia?"

      Mas como no está a mi alcance el maestro D. Miguel, nos habremos de conformar con lo ya escrito, y en lo de animarme, yo me animo para casi todo, pero amigo mío, eso de caminar en etapas, acarreando viandas y el propio "yo", está fuera de mis horizontes, que bien sabes que voy de minimalista por la montaña, así que, nos veremos y coincidiremos, sin duda, en avatares menos exigentes pero seguro que bien estimulantes también.

      Salud, Montaña y un fuerte abrazo.

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    2. ...Y (ni) tampoco del mío ──refiero a Cervantes── que para eso hay que ser, además, muy manchego, complutense y erudito.

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