viernes, 20 de junio de 2014

El Castañar de El Tiemblo ¡Aunque no sea otoño!

Castanea sativa
En el extremo más oriental de la Sierra de Gredos, junto al valle de Iruelas, al Sur de la localidad de El Tiemblo, se encuentra un magnífico bosque de castaños.  En él, los espigados ejemplares  se alzan solemnes hacia el cielo compartiendo espacio y silencio con algunos centenarios de tronco roto, abierto y aparentemente seco, que siguen siendo capaces de producir brotes cada primavera.

La luz del sol se cuela entre las serradas hojas de los altos árboles cuando abandonamos el área recreativa del Regajo, lugar en el que hemos dejado el coche. De hecho, es el único vehículo que hay en al aparcamiento.

Pasear por un bosque es agradable en cualquier época del año, y hemos decidido visitar este rincón antes de que llegue el otoño, para ver cómo luce durante la floración.

A medida que nos adentramos en él comienzan a aparecer los restos de troncos secos y retorcidos a cuyo alrededor, y de la misma raíz, salen, como en corona, tallos más jóvenes, descendientes de aquel que ya dejó de crecer. Caminamos en silencio, acompañados por el piar de los pájaros y atrapados por el cautivador entorno. 



El sendero, amplio y bien marcado, nos conduce hasta  a una explanada donde el bosque se abre, dando vista al refugio de Majalavilla, rodeado de castaños en flor.

Entramos en él y vemos  los “graffitis” que adornan su interior.


Dejando Majalavilla a la derecha descendemos por el camino hasta pasar junto a un solitario y enorme pino resinero, cuyo tronco se alza enhiesto por entre las hojas de los castaños que le rodean ¿Qué altura tendrá? ¿Unos cuarenta metros?

Un poco más abajo llegamos al Abuelo, el señor del bosque. El Abuelo es un castaño monumental de más de 500 años, con unos diecinueve metros de altura por unos dieciséis de perímetro. A pesar de estar totalmente hueco, este año también ha rebrotado.

El Abuelo
Tras contemplar largamente al longevo coloso, a cuyo lado uno toma conciencia de lo efímero de la propia existencia, reanudamos la marcha adentrándonos en una de las zonas más solitarias y frondosas del bosque. Aquí los centenarios castaños se mezclan con los robles formando un atractivo contraste. Siguiendo el arroyo de la Yedra, llegamos a la plácida pradera de Garrido, donde el bosque se abre.

Pradera de Garrido
Robles y Castaños en flor comparten la pradera
Arriba, el Pico de Casillas, y a su derecha el Portacho del Pozo, marcan la divisoria con el vecino valle de Iruelas.

Pico de Casillas con el Portacho del Pozo, a su derecha
En la llanura hay una bifurcación de la que tomamos el ramal de la izquierda, por el que llegamos al Castañar del Resecadal. En este rincón abundan gigantes centenarios, con una edad media de 150 años, de robustos troncos y copas amplias y redondeadas.

Ejemplares centenarios del Castañar del Resecadal
En esta parte del bosque, sobre una alfombra de helechos, conviven con el castaño, saúcos, fresnos, cerezos silvestres, olmos, acebos, avellanos y majuelos.


¡Por cierto que, las cerezas, por San Juan, resultan bien frescas y apetitosas!


A partir de aquí el camino desciende con bastante pendiente hasta salir a una bifurcación donde,  continuando por la derecha, enseguida se alcanza el puente por el que habíamos entrado a la Senda del Castañar.

Estamos de vuelta en el área de El Regajo, donde unas vacas de diversas edades e igual condición reposan apaciblemente y a la sombra.


Mientras sus antiguos congéneres, los Toros de Guisando, transformados en piedra, aguantan estoicamente el caluroso sol del verano sobre sus lomos, unos cuantos kilómetros más abajo.

Toros de Guisando

2 comentarios:

  1. Esto es una excursión con mucha historia y mucha vida!! Bonitas fotos y bonito bosque.

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    1. Cada vez me atrapan más los bosques. Es tanta la vida que en ellos se encuentra, que da la sensación de que compartirla es fácil y natural. Un abrazo.

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