lunes, 17 de septiembre de 2012

Peñas de Oturia y Santa Orosia . Qué mejor para momentos de laxitud.

Santa Orosia, desde Javierre
¡Que hay días así, eh! Aquellos en los que uno se levanta y, sin razón aparente, se encuentra laxo, como apático, a un paso de caer en la melancolía. Piensas y no encuentras la razón: salud no falta, comer no es que se coma mucho, pero hambre tampoco se pasa, han salido horas de dormir a pesar de que todavía es temprano, así que, no parece haber motivo. Y como no lo hay, has de sublimar la sensación y pasar a la acción.
La palabra mueve, pero el ejemplo arrastra, de manera que me fijo un circuito atractivo y de mediano porte, porque una cosa es arrastrar y otra muy distinta es arrastrarse por esos montes cuando la desgana aflora. Así que la Peña Oturia (1.921m), desde Javierre del Obispo (865m), con retorno por Satué (812m) es una buena opción, más estando en Sabiñánigo.
¡Dicho y hecho!, a las 9:30h llego todo decidido a Javierre, procurando que en el ánimo vaya calando un día soleado que promete calor. La proa de Santa Orosia (1.657m), planicie al pie de Oturia, luce prometedora. La energía quiere despertar.
Dejo el coche, salgo, miro alrededor, y veo que el brío de los que me contemplan está por los suelos.
Golpe bajo en la línea de flotación, del que me rehago dando un par de brincos y emprendiendo resueltamente la carrera monte arriba.
La atención al pedregoso sendero, junto con las miradas hacia los farallones de Sta. Orosia, van acompañando al trote sostenido. El sudor surca la frente, el cuerpo  rechina de vez en cuando, pero se va adaptando.
Durante la marcha la mente se distrae contemplando el pinar por el que voy pasando. La senda está tan bien marcada que se sigue sin requerir demasiada atención.
Voy subiendo más y más, hasta salir del bosque. Ahora ya es visible la cima de Oturia ¡Queda lo suyo todavía!, pero no me desaliento, desde arriba el paisaje es amplio.
El sendero discurre ahora escondido entre bojes y serbales, se corre cómodo, al menos hasta el pie de la pendiente final, que esa sí que es engañosa, porque parece suave pero se suele atragantar.
Veo ya el mojón de la cumbre, está al alcance de mano. Alguna florecilla tiene fuerza para sobresalir; llego arriba.
Son las 11:15h cuando sentado junto al gran hito de la cima me tomo un plátano y el medio litro de agua que llevo. El amplio paisaje distiende, pero en días como el de hoy no conviene excederse en la relajación, porque el soterrado abandono pugna por aflorar.
Además tengo bastante sed, así que en pie y hacia la fuente de San Cocová, donde en cualquier época mana abundante agua.
Me cuesta obligar a las piernas a trotar cuesta abajo, pero se amoldan. Alcanzo la pista y el refugio de San Cocová. La fuente queda al doblar el recodo, tras el cual topo con un grupo de vacas en medio del camino en actitud de total abulia ¡Lo que le faltaba a mi ánimo!
Pero la voluntad se impone, y la sed también, así que las rodeo y llego a la fresca fuente que nunca defrauda ¡Quédense atrás las indolentes vacas y sacie yo mi sed! Cosa que hago con dedicación antes de reemprender la carrera bordeando la base de la Peña por entre erizones que, al no ser demasiado densos, permiten el paso a costa de algún que otro quiebro y rasponazo.
Fuente de San Cocová
Última mirada a Oturia antes de adentrarme en el bosque en dirección a Satué ¡Cómo aprieta el calor!
Quedan atrás el pasto y los arbustos bajos; el sendero serpentea entre formas retorcidas y frondosos árboles.
A pesar de que la sombra cubre la estrecha trocha por la que transito ahora, la calorina me hace fantasear con la cabeza del Minotauro sobresaliendo de la vegetación, pudiéndola esquivar  en el último momento con un quiebro brusco hacia el conglomerado, que afortunadamente tiene las piedras redondeadas, porque si no, algún jirón habría sacado.
Un alto en la penumbra para acabar el agua  y mirar por entre la espesura hacia el cielo abierto.
Otro respiro antes de llegar a Satué, para despedir a Sta. Orosia que se queda allí arriba recibiendo el sol de pleno, mientras a mí todavía me quedan un par de kilómetros de asfalto para llegar de nuevo a Javierre a las 13h, montar en el coche, y de vuelta a Sabiñánigo con la canícula apretando de lo lindo.
Nada mejor que un buen recorrido por la montaña para ahuyentar los fantasmas del desaliento.

9 comentarios:

  1. Desaliento, desánimo, abulia, falta de brío, melancolía, abandono, alucionaciones, fantasmas...Bueno pero ni el agua purificadora de la fuente de San Cocová pudo con ello.¡Pues al pilón! Y sino un buen lingotazo de una pócima, cual brebaje reparador de males con algún estabilizante y algo más. ¡Un gel! Eso. Tanto rezongar...y al final. Salud, montaña y una poción mágica.

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    1. El gel de Fierabrás que todo lo cura, y lo que no arregla, al menos lo pega. Una vez tragado ya no puedes ni rezongar ni roñar. Y mientras dura la digestión, nada mejor que Lofoten y sus auroras. Gracias una vez más por tu aportación, que ya va quedando menos para que los pies nos lleven por esta nuestra Sierra tan próxima. Salud, montaña y, a poder ser, mejor Charlie fruits.

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  2. Casi he podido sentir el peso del sol atravesando las praderas de Oturia. Ya avisaban los mastines al no salir a tu encuentro del calor que debió hacer. Dentro de unos días me acordaré de este relato cuando descienda por el sendero de Satué.
    Salud y montaña "pues".

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    1. Eso, tú acuérdate mientras desciendes, que en la subida has de ir bien atento a las piedras y a los furtivos que pretenderán cobrársete como pieza, que bien sabes que eres un objetivo a batir. Salud y montaña "pues", brother.

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  3. Cuando el desánimo se acomoda hay que hacer esfuerzos en la memoria para evitar la rutina que nos lleva a pensar el porqué hacemos algo. Migramos hacia el futuro y si nos dejamos envejecemos de golpe; sólo el esfuerzo evita que nos oxidemos. Ésa es una postura cómoda y viéndola en muchos de nuestros semejantes nos empuja a tirar hacia adelante. El esfuerzo, mucha veces, siempre, es consecuencia de la curiosidad; inquietud del que escapa de sí mismo, dejándose fundir por entre bosques y pastos.
    Laberintos furiosos que llevan dentro a minotauros que se complican en el intríngulis de los vericuetos de nuestros cerebros.
    La-naturaleza despierta a la quietud que pugna por salir y la voluntad empuja a quien sólo piense solo...en avanzar para que no lo pille el toro. ¿Qué toro? [La madurez es resultado de sinfín de experiencias, la vejez de la apatía; la vitalidad, del esfuerzo]
    Tus lugares, qué lugares, son hermosos y rondan por ser imaginados en otras cabezas. Las fuentes claras, como las aguas. Cotejándolas, para esos son...las fuentes del conocimiento.
    Peña Oturia, qué nombre de leyenda...legendario?
    Sea pues tu recorrido un paseo desde tus ojos, a la vista de todos.
    Los canes amansados pueden seguir dormitando pues no es su función desanimar.
    Breves saludos, Carmar
    Salud, Libertad y Monte.
    Deica logo amicus...

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  4. ...[me gusta más: lana-turaleza :) ]

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  5. Orosia, junto con Lamberto, son ¿leyenda o historia?. Si a una le rebanaron los pechos, al otro le cortaron la cabeza, ¡Esos romanos! La voluntad empuja y suple, anima y despierta al resto.
    Vericuetos, altos, solanas y umbrías acogen los pasos del inquieto. Salud, montaña y libertad.

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  6. Cierto que Charlie Fruits solo hay uno, lo demas son solo imitaciones y brebajes varios, mas tirando a cementocola. La calor tumba al mas inquieto y solo sobreviven los inmortales. Asi q disfruta de las vidas q tienes y q dosificas con esmero. Con zancadas ligeras y una reserva d agua nos vemos en breve por las trochas y veredas d esta sierra nuestra. Mientras, disfrutemos d la magia d Lofoten. Gracias por la inserción.

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