domingo, 9 de junio de 2019

Riscos de Santa Catalina en circular desde Valdemaqueda. Por territorio resinero.

Risco Chico de Santa Catalina
La carretera M-537 atraviesa de Este a Oeste y divide en dos a Valdemaqueda (870m).

El monte al Sur de la población está mayormente cubierto de pinos albares (con numerosas y grandes piñas piñoneras), mientras que el  Norte lo está, fundamentalmente, de pinos negros o resineros.

El Cordal de los Riscos de Santa Catalina se eleva al Norte de Valdemaqueda
Hacia el Norte, una pista sube hasta el Prado del Hoyo (1.120m), lugar donde hay dos ermitas en las que, el primer domingo de junio, se celebra la romería para llevar la imagen de Nuestra Señora de los Remedios.

El Hoyo se encuentra en un altiplano situado entre los Riscos de Santa Catalina (el Pequeño, 1.246m, y el Grande, 1.386m), al Este, y la Sierra Llana (1.289m) y el Turral (1.200m), al Oeste.

La masa arbórea predominante en toda la zona por la que discurre este recorrido es el pino negro o resinero, de corteza pardo-oscura (negruzca) profundamente agrietada, y ramas naciendo a lo largo del tronco único, con hojas aciculares muy largas y gruesas.

Acículas de pino negro o resinero
Una forma de averiguar si estamos ante un ejemplar de pino resinero es coger sus grandes y pinchudas acículas y presionar sus puntas con la yema del dedo, si hacen daño, muy probablemente se trata de un pino resinero.

Iniciamos la circular de hoy, realizada en sentido anti horario, ascendiendo en fuerte pendiente por la devastada ladera Este de los Riscos hasta alcanzar el lomo del cordal ¡Vale más que no pegue fuerte el sol durante esta pechada que salva 400m de desnivel sin sombra alguna! A consecuencia de un gran incendio ocurrido en agosto de 2012 desaparecieron los árboles y ahora se transita entre jaras, con algún que otro pino aislado.

Ladera Este de los Riscos, devastada por el incendio de 2012
Un pajarillo que no nos quita ojo. La brisa ayuda a combatir el sofoco de la subida
El Risco Chico es un bonito mirador sobre Valdemaqueda.


Valdemaqueda, abajo, contemplada desde el Risco Chico de Santa Catalina
Comenzamos el recorrido del cordal en sentido Sur-Norte, llegando enseguida al punto más alto del itinerario, el Risco Grande de Santa Catalina, colonizado por varias antenas.

Risco Grande desde el Risco Chico
Alguna de las antenas de las varias que hay en el Risco Grande de Santa Catalina
Desde el Risco Grande enfilamos hacia el Prado del Hoyo en claro descenso, atravesando una extensa zona de explotación resinera en activo, historia muda de una actividad tradicional.


Acuden a nuestra mente historias leídas o escuchadas sobre el oficio de resineros, como la de Manuel, un resinero por tradición, y sonreímos recordando uno de sus pasajes:

"Durante la temporada de la resina, que iba de Marzo a Octubre, nos mudábamos a los cortijos o las casillas que hubiera más cerca de los pinos que estábamos resinando, o sea, de los cuarteles. Un cuartel era, a ver si yo me explico, el número de pinos que se asignaba a cada resinero para trabajarlo. Unos cuarteles eran más grandes que otros; los había con cinco mil pinos, y otros que tenían hasta siete u ocho mil. ¡Y anda la "panzá" de subir y bajar cuestas que nos dábamos por aquellos pecharrales! Así llegábamos a la noche, "entregaícos"… y eso sin contar la sed que se pasaba en verano si te quedabas sin agua y te pillaba lejos del río, porque la comida era siempre pan con tocino o migas con bacalao, que no sé qué estaba más "salao". 




Tan distraídos vamos contemplando  el paraje y recordando la historia de Manuel, que pasamos sin verlo el mojón junto a la alambrera donde debíamos enfilar hacia el Hoyo, y en su lugar continuamos durante unos 700 metros por una buena pista que desciende progresivamente entre altos ejemplares resineros hasta que, en un momento dado, mirando entre los árboles hacia nuestra derecha, nos percatamos de que la ermita la hemos dejado atrás, con lo que hemos de retroceder y desandar el camino hecho hasta llegar de nuevo al mojón, que ahora sí vemos, enmendando el despiste. 



No nos importa la equivocación, porque gracias a ella prolongamos el deambular por la explotación resinera, llena de las particularidades que detallan el duro oficio.  




En el Prado del Hoyo, lugar amplio y solitario en el que se echa en falta alguna fuente,  se encuentran las dos ermitas de la Virgen de los Remedios.

Llegando a la ermita nueva, en el Prado del Hoyo


La extensa zona resinera que cubre la ladera de los Riscos hasta el Prado del Hoyo
Sin mayor demora remontamos fácilmente hasta la cuerda de la Sierra Llana, que recorremos durante poco más de 1,5 kilómetros, ahora hacia el Sur, con amplias vistas hacia la cuerda de los Riscos de Santa Catalina (al Este), y a la Sierrezuela (al Oeste).

Cuerda de los Riscos de Santa Catalina, desde la Sierra Llana
Vista hacia la Sierrezuela, desde la Sierra Llana
En la zona del Turral empezamos a bajar decididamente hacia el barranco seco de Valquemados, por un entorno muy "Pedricero" y atractivo.

Hacia el barranco de Valquemados
Aspecto "Pedricero" del Barranco de Valquemados
El camino, a tramos muy pedregoso, obliga a ir atentos a dónde pisamos. Las jaras y los cantuesos perfuman el ambiente.




Casi sin darnos cuenta llegamos al final del barranco, junto a la carretera. Los monumentales Pinos Albares, que han estado ausentes durante todo el recorrido, aparecen de golpe, y nos detenemos un momento bajo sus apreciadas sombras.

Gigantescos pinos albares de enormes copas
A continuación seguimos hacia el pueblo, ahora por territorio albar, completando la circular retornando a Valdemaqueda acusando ya el calor de los últimos metros callejeando por la población.

Compartimos calor y resoplidos en las afueras de la población
En resumen, una ruta que sorprende por la variedad de zonas que atraviesa. La primera subida por la ladera en recuperación tras el devastador incendio de 2012 no anticipa en absoluto el bonito recorrido que le sigue. El pino negro o resinero es el rey del entorno.



6 comentarios:

  1. Al pajarillo que no os quitaba ojo le vino muy bien el incendio del pinar para tener espacio adecuado para vivir y reproducirse. La cogujada, como se llama el pájaro, es de espacios abiertos.
    Donde unos ven tragedia, otros, oportunidad...
    Un abrazo.

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    1. El incendio, presuntamente provocado, acabó con unos cuantos "cuarteles" de pinar en uso resinero y no alcanzó a la población de puro milagro.

      Ahora, ánimo y monte serenados, empiezan a verse con resignación otras facetas y oportunidades. No queda otra que la conformidad para seguir adelante.

      Un abrazo, Javier.

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  2. Hola Carmar¡

    Otro lugar totalmente desconocido para mí¡¡. Gracias por compartir estos sitios, siempre bonitos e interesantes.

    Salud¡

    Fer

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    1. Gracias Fer, tan larga se nos va haciendo la lista de "oportunidades" que seguro que a más de una no alcanzaremos, pero ahí están para cuando "suene la flauta", que sonará. Al menos eso creo yo, al tiempo que voy añadiendo a la citada lista.

      Salud y Montaña

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  3. Antes se aprovechaba todo y de cualquier cosa se hacia un oficio, puesto a recoger piñas o resina, me quedo con esto último, por lo menos aunque duro, se hacia a pie de árbol y no volando de copa en copa.

    Un saludo

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    1. Estoy de acuerdo contigo, Eduardo, todo lo que sea tocando con los pies en el suelo, allá que te va, pero eso de volar por las alturas es cosa bien distinta.

      Un saludo

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