viernes, 6 de abril de 2018

El bosque urbano, un lugar para conectar con la naturaleza.


Supongo que la cancelación de mi vuelo de retorno, obligándome a permanecer en este hotel de las afueras casi dos días más de lo previsto, ha sido la causa de que  esta noche no haya dormido bien.

El hecho de que sea un día festivo no impide que me despierte tan temprano como es habitual. Encuentro el comedor prácticamente vacío cuando acudo a desayunar.

Sin nada concreto que hacer hasta la tarde, cuando llegue el momento de tomar un vuelo de última hora que sí volará, salgo a sentir el aire fresco y a desconectar. Fuera me encuentro mejor.

Contemplando la naturaleza siento su pálpito y me integro en ella. Es afortunado quien puede percibir sus sonidos y sus silencios sin perturbarlos.

Si bien lo que me ha llamado la atención desde la distancia son los altos árboles colonizados por las bolas de muérdago (“mistel” se dice por estas tierras alemanas), me detengo unos instantes a contemplar el estanque que hay junto al hotel.

Diversas variedades de ánades aprovechan los lánguidos rayos de un sol inusual por estas latitudes en los últimos días del invierno.

Una pareja de cisnes contribuye a iluminar el escenario mostrando el “anverso” y el “reverso” de su elegante figura.

Anverso y reverso. La cara oculta de la elegancia.
 
Continúo mi paseo aguas arriba de un pequeño arroyo del que se alimenta el estanque y que pasa junto a un antiguo molino, hoy ya en desuso.

Tras cruzar un puente me adentro en una amplia zona boscosa atravesada por el susodicho arroyo.

 
Primeramente transito entre robles, todavía esperando la aparición de las hojas, que aún tardarán; los enhiestos álamos completan el panorama.
 
 
 
Me encuentro, finalmente, en el territorio del muérdago (“viscum álbum”), a donde quería llegar. Siempre me he sentido interesado por él y aquí lo hay en abundancia.

Las bolas de muérdago resaltan sobre las desnudas ramas
El muérdago es una planta singular, “semi parásita”, que sí puede realizar la fotosíntesis (su color verde amarillento manifiesta una baja concentración de clorofila), pero que, al carecer de raíces, depende completamente de un huésped vegetal para la obtención del agua y las sales minerales que necesita para completar su ciclo metabólico.

 
Normalmente se sitúa sobre ramas de árboles de gran porte y de hoja caduca, como robles, álamos, arces o castaños, en los cuales inserta un chupón u órgano succionador que se ramifica entre la corteza y la madera, a través del cual se ancla y obtiene sus necesidades. En otras zonas también coloniza los pinos.

Aunque no lo aparente, con ese color apagado y poco llamativo y tan alejado de nuestro alcance, el muérdago ha sido ampliamente utilizado como planta medicinal. Ya los antiguos curanderos celtas conocían sus propiedades medicinales y lo empleaban en ritos de fecundidad.

Durante el paseo la mirada topa de vez en cuando con elementos propios de la metrópolis, que disturban un tanto. Al fin y al cabo se trata de un bosque urbano.

Pinceladas de metrópoli recuerdan que el bosque está en territorio "urbano"
 
Pero inmediatamente la vista continúa recorriendo las orillas del arroyo, cuyo curso de agua fluye ajeno al entorno que atraviesa. Los árboles todavía “quietos” aún están a la espera del estímulo de la primavera; el sotobosque, en cambio, ha comenzado a revivir.
 
 
 
El tiempo ha transcurrido; ya queda menos para acudir al vuelo que me llevará de retorno a casa, pero aún dispongo de un rato para continuar integrado, junto al banco y los desnudos robles, en este bosque que me ha proporcionado energía para continuar con mi camino.
 
 

6 comentarios:

  1. Hola Carmar.

    Un bosque urbano, muy bien conservado, solo te falto fotografiar a algunos de los pajaritos, que cuando llega el otoño y comen su fruto, dejan la semilla en las ramas de los árboles.

    Una mañana muy bien aprovechada.

    Un saludo.

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    1. Suerte tuve con el tiempo, que ayudó a pasar el chasco de quedarme colgado para la vuelta.

      Pajaricos ya oí, pero ninguno vi a distancia de foto con móvil, que es lo que usé para el reportaje. Alguna limitación había de tener :-)

      Salud y Montaña, Eduardo

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  2. Una escapada cercana al remanso del bosque sirve de encuentro con el otro mundo que sigue su calendario vital oscilante a ritmo estacional. Y allí aparecen los otros, cuál espejismos de la realidad ¡Si es que hay realidad! en su devenir. Sin causar intromisión se deambula con los sentidos y se observa la historia del lugar plasmada en los anillos de los troncos. ¡Qué aprendizaje! Salud y montaña

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  3. Dichoso aquel que siente la atracción y comprende las lecturas que ofrece la naturaleza: los anillos troncales, el curso de un arroyo, el verde musgo cubriendo los troncos, .... , porque en su ensimismamiento radica la conexión con nuestros orígenes ¡Qué paz! Salud y montaña.

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  4. Que lindo... há momentos que fico assim... sem palavras...

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    1. Una breve línea, unas pocas palabras, ...., que sintetizan perfectamente una impresión.
      Un abrazo

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