miércoles, 10 de junio de 2015

Pico Matapaños desde Lúsera, por Collicierco.

Al fondo, a la izq. de los cortados, el Matapaños, desde lo alto de Monrepós, a la entrada del Valle de Nocito.
A pesar de contar tan sólo con una altitud de 1.532m, enclavado en lo profundo de la sierra de Guara Occidental, constituye un privilegiado observatorio tanto de ésta como del Pirineo lejano. Es hermosa la vista que, desde lo alto de Monrepós, se tiene de la vertiente Norte de la Sierra de Guara. El Matapaños recortándose en el horizonte ofrece una cara amable.

Si viniendo de los llanos de Ciano subir a éste pico es poco más de un paseo por la naturaleza (corto recorrido superando unos 500m de desnivel por marcada senda), acometer su ascenso por cualquiera de las otras vertientes supone todo un reto que, en su tramo final, discurre por las engañosas alfombras de erizón y boj que cubren en su totalidad el terreno, sin trocha alguna.

El recorrido previsto para hoy, sobre el plano, era el siguiente circuito: Puente de Lúsera (900m) – Embalses de Belsué y Cienfuens – Collado de las Paúles (1.321m) – Collicierco (1.406m) – Matapaños (1.532m) – Collicierco – Barranco de Valleclusa – El Gargantal del Flumen –Camino de la Toba – Puente de Lúsera. Y digo “era”, porque gracias a algún despiste y al apogeo del erizón, acabó resultando un recorrido de “ida y vuelta”, salvando una distancia de 24km y con un desnivel total acumulado de 1.050m de D+.

La frescura de la mañana y los contornos de la montaña, con el Tozal de Guara como referente del sector, estimulan la paz del espíritu.

El contorno Norte del Tozal de Guara, al fondo.
Son las 9h cuando inicio la marcha en el puente de Lúsera. El buen camino, en sentido Sur, discurre a la sombra, bordeando por el Este los embalses de Belsué, primero, y Cienfuens, después.

Sinclinal de Belsué y refugio de Peña Guara
El sol ya ilumina de pleno los cortados de Cienfuens, mientras la senda mantiene los 1.000m de altitud.

Cortados de Cienfuens y el seco embalse, a sus pies
Unos pocos metros antes de llegar a la proximidad del muro de la presa del embalse de Cienfuens, el camino tuerce claramente hacia el Sureste y comienza a ganar altura de manera continua en dirección al Collado de las Paúles.

Atrás quedan los farallones y el Gargantal por donde se encajona el río Flumen; por delante un bello sendero que, bastante pendiente, discurre por bosque de pinos y bojes.

Farallones de Cienfuens
El Gargantal del Flumen
Después se entronca con una clara pista herbosa que, en sentido Este, desemboca posteriormente en el Collado de las Paúles dando acceso a un amplio llano.

Hermoso enclave donde el erizón se muestra lozano y transitable. Su colonización de la zona todavía no es completa dejando algún lugar para el pasto de altura.

Erizón y pasto de altura, todavía coexistiendo.
Guiado por no sé qué idea prefijada, una vez alcanzado el Collado y pensando erróneamente que aún no se trata del de las Paúles, en lugar de continuar llano adelante, opto por subir hacia un amplio paso que hay entre el Pico de Paúles y el Monte Pueyo. Una vez en el paso, “creyendo firmemente” que estoy en el collado de las Paúles, sin ser todavía consciente de la deriva hacia el Norte cometida, de unos 800m y +150m de desnivel,  intento vanamente encontrar la senda para ir hacia el Collicierco.

Plano en mano reconozco la cadena montañosa que, a mi izquierda, comienza con el Pico de Paúles, sigue por el de la Luna y continúa hasta el Gabardiella. No acabo de encajar en el mapa el resto; ni la verticalidad con la que cae el terreno hacia el Noreste, ni la falta de trocha hacia el Este.

Cara Sur de Pico de la Luna y Gabardiella, desde "mi otero desviado"
No obstante, en mi desconcierto, subo al Monte Pueyo entre erizones de bajo porte y algún que otro boj para, desde él, otear mejor y ….,continuar confundido. Lo que veo difiere ligeramente de “lo que yo interpreto”del mapa. Voy y vuelvo buscando una trocha inexistente que bordee el montículo, miro y torno a mirar el plano hasta que, por fin, “entiendo” ¡El Collado de Paúles es aquella zona plana que he dejado atrás, unos 150m más abajo! Buena forma de liarme, pero en fin, no pasa nada. Así que a desandar el extra de desnivel que acabo de hacer y de vuelta al llano de las Paúles que, ahora sí encaminado, recorro a toda marcha.

Dejo atrás el llano de las Paúles para entrar en el barranco de la Sarna.
Mapa y realidad vuelven a coincidir, las líneas de nivel encajan. El sendero contornea y se introduce en el Barranco de la Sarna, con el Collicierco y el Matapaños ya visibles en la proximidad.

Pico de Matapaños, a su dcha, la hondonada y el montículo que lo separan de Collicierco.
La trocha hacia el Collicierco se adentra por terreno cada vez más áspero y montaraz abriéndose paso entre boj, enebro y erizón.

La vegetación abigarrada "va avisando"
Collicierco, divisoria de vertientes: al Este, de donde vengo, senda marcada; al Oeste, por donde intentaré bajar después, lo muy agreste y desconocido, realzado por la vertical pared del Picón del Mediodía y la vecina Peña Lenases; al Sur, el ascenso hacia el Pico Matapaños. Alrededor todo es una verde e ininterrumpida pradera de erizón de la que sobresale el boj, alternando con algún que otro pino.

Desde Collicierco, las verticales paredes del Picón del Mediodía; a su izq. la Peña Lenases.
Desde Collicierco, tras el montículo, sin verse, está la cima Norte del Matapaños.
El erizón “cubrelotodo” presenta una apariencia engañosa. Parece que resultará fatigoso transitar por él, pero una vez en la faena resulta mucho más penoso de lo que parecía.

Erizón, boj, rododendro, pino y a hacer camino
Por delante no más de 150m de desnivel, coronando primero  un montículo intermedio, seguido de la cima Norte del Matapaños, y algo menos de 1km de recorrido hasta alcanzar la cumbre; para llegar a ella, una travesía “erizónica” tupida de matas de unos 50cm o 60cm de altura, sin claro alguno, salpicada de bojes en barrera densa, que hay que ir sorteando.

Avanzar por este lugar se asemeja a abrir huella sobre nieve blanda: hay que ir asentando cada pisada cuidadosamente, solo que ahora se trata de ir encajando la pantorrilla hasta la altura de la rodilla entre las punzantes matas. Las piernas son engullidas y pinchadas a partes iguales en cada paso.

Huyendo de las espinas me encamino trabajosamente hacia los bojes que crecen abigarrados. Algunos grupos consigo atravesarlos a base de pelearme con las leñosas ramas, otros me resultan imposibles y he de contornearlos por el erizón.

Penoso y agotador transitar: hundiendo una pierna y después la otra voy buscando con la mirada alguna roca o referencia que me oriente, sin encontrarla. El recorrido pone a prueba el tesón. Los pinchazos forman parte del ritual (la próxima vez traeré polainas), las zapatillas se me han llenado de púas y hasta en los dedos las siento.

Superado el primer montículo accedo a la hondonada que lo separa de la cima Norte del Matapaños, desde donde veo que, para el último tramo, puedo orientarme hacia la roca que sobresale a media altura, con un solitario hito de piedras marcando el punto, lo cual me anima. A partir del mojón las matas son más pequeñas, y aparece un estrecho surco que conduce directo a la cumbre, en este momento sólo pienso en llegar a ella y en “descargar” las zapatillas de las púas que he “cogido”.

Punto geodésico de la cima N del Pico Matapaños
El esfuerzo ha merecido la pena. El panorama que se divisa es soberbio. 

Desde la N del Matapaños, mirada hacia el Oeste: al  fondo la Peña Gratal, en la proximidad, al centro, las crestas de Valleclusa, a su izq. el Picón del Mediodía. 
Detalle de los farallones de la Val d'Onsera.
Desde la cima Norte por el lomo del cordal se extiende un verdadero sendero que la comunica con la cima Sur. 

Cordal Norte - Sur del Matapaños. Al final del mismo, la cima Sur.
Algo más de 1km por nítida trocha ¿Cómo no la voy a recorrer, después de lo que acabo de padecer? Además, la perspectiva sobre el pico Borón, la cresta de los Pepes y los mallos de Ligüerri es perfecta desde la punta Sur (a la que se llega sin problema alguno desde los Llanos de Ciano).

Desde la cima S del Matapaños: en el centro el Borón a su dcha. la cresta de los Pepes y mallos de Ligüerri. A su izq. la cresta del Fragineto.
Áspero y solitario entorno que me cautiva.

Ahora queda retornar, volver a Collicierco. La diferencia entre abrir huella en el erizón o en la nieve blanda estriba en que en ésta, la huella marcada en la subida permanece aprovechable para la bajada, en cambio, la trabajosamente hecha en la mata, desaparece tal cual la haces, y en la bajada te espera y remata.

Me veo aliviado cuando, sediento y a punto del calambre, estoy de vuelta en la divisoria de Collicierco.

Sin parar me lanzo por la vertiente Oeste, hacia el barranco de Valleclusa, con el Picón a mí izquierda. Desciendo un centenar de metros hasta que abruptamente se acaba la mínima trocha que voy siguiendo. Por delante la desconocida barranquera, que se estrecha a ojos vistas, y el terreno totalmente cubierto por el erizón. Chasqueado, me detengo, sopeso la poca agua que me queda (no más allá de 200ml), el calor que hace y lo que “me pueda encontrar”, tras lo cual decido que lo más seguro es retornar por donde he venido, al menos así controlaré mejor la escasa bebida y no arriesgo un más que probable “embarque” en esta zona montaraz y salvaje.


Retirada resignada a Collicierco, desde el barranco de Valleclusa.
Y así, dosificando el líquido y sintiendo cómo la deshidratación galopante va haciendo su efecto, recorro (que no corro) los últimos kilómetros, bajo un sol ahora sí pegando de lleno, con la mente puesta en la reparadora bebida isotónica que me aguarda en el coche, pensando cuán acertado estuve al dar media vuelta en lo alto de Vallesclusa, dejando para otra ocasión su exploración y recorrido, porque es un proyecto aplazado pero que se mantiene abierto. 
Vista hacia atrás, desde la proximidad del embalse de Belsué. Algo queda pendiente.

10 comentarios:

  1. Bravo, al final te decidiste a subir al Matapaños por aquí!!!. Menuda jabalinada con los erizones, como bien dices, la vertiente norte del Matapaños y su divisoría tiene buenas "defensas pinchudas", en estas rutas se sufre mucho, pero también se disfruta un montón: pasar por dónde no pasa nadie y disfrutar de los rincones recónditos de la Sierra de Guara. El Barranco de Valleclusa es para echarse a temblar y el fondo del Flumén está mucho más tupido aún, hiciste bien en darte la vuelta.
    Salud(os) amigo.

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    1. Es lo que tenemos los de Aragón, hasta que no ponemos en práctica una idea, no paramos. Me alegra confirmar contigo, gran conocedor de Guara, que acerté al darme la vuelta. Funcionó el instinto, y menos mal! Cómo vas tú? Salud y Montaña, amigo Rubén.

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  2. Vaya excursiones te metes!! No son para novatos desde luego. Hacen falta muchas ganas y buena forma física para lanzarse por semejantes lugares, salvajes y solitarios como si estuvieras en el país más lejano y exótico... Enhorabuena!!

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  3. El espíritu busca lugares desconocidos, salvajes; el cuerpo presta su apoyo al proyecto, y entrambos se accede a zonas recónditas y poco holladas que proporcionan gran satisfacción. Gracias y un abrazo, amigo Carlos.

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  4. Bueno brother, a ver si en la próxima te puedo acompañar, así que vete preparando de nuevo esos jugosos bocadillos por pares, ya llevaré yo la desbrozadora!

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    1. Espero con ilusión el momento en el que nuestras órbitas vuelvan a solaparse, tras éste período de forzado orbitar solitario en pos, cada uno, de su particular objetivo. La desbrozadora ya la portearemos por turnos, y de los jugosos bocadillos a la vuelta, preocúpate porque me sigo encargando yo. Mucha salud, que la montaña va volviendo ya.

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  5. Uma rota belíssima onde se pode sentir a natureza de perto em toda sua plenitude. Silêncio e sossego que sempre acompanham o caminhante tão disposto.
    Beijo.

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    1. Gracias Teca, bella ruta que se siente tanto en la piel (en forma de pinchazos) como en el espíritu (en forma de gran paz y confort). La naturaleza siempre acoge a quien esté dispuesto a adentrarse por ella. Salud y Montaña.

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  6. Me hace gracia pero, con respeto, no voy a reírme del dolor ajeno. Esas travesías de las que hablas, rodando por la naturaleza pura, con todo tipo de trabas en forma de punzantes ramas de espinos, aliagas, erizones, etc., son el pan nuestro de cada día cada vez que osamos fundirnos con la naturaleza. Llevo, por cierto, en mi equipo, una navajilla multiusos que tiene de todo, incluso, unas milagrosas y maravillosas pinzas que quitan con gran estilo todo tipo de molestas púas.
    Veo que eres una máquina devorando rutas y que, a tu modo, tienes una gran visión del entorno de que alimentas tu mirada; vamos, todo un amante del paisaje y la naturaleza en general.
    Excelente paseo.

    Abrazos

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    1. Parafraseándote, "Intentamos ver sin ser vistos, y cuando vistos, procuramos no disturbar". No es dolor lo que se encuentra por buscar, sino inmersión voluntaria en un entorno que te llena; hasta de pinchazos, pero al que vuelves cada vez que se puede. Yo las pinzas las tuve que usar en casa, pues alguna espina pertinaz se quedó conmigo durante varios días.
      Como dicen por las tierras altas de la Franja: "Ja descansarem quan ens morirem", mientras tanto, buscamos incesantemente en la naturaleza que nos rodea la recarga de paz y serenidad de la que después echamos mano en nuestro diario deambular urbano. Salud, Montaña y un abrazo, Javier.

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