miércoles, 11 de febrero de 2015

Picos de la Pinareja y del Montón de Trigo desde la Fuente de la Canaleja, con esquíes. La fascinación del bosque.

Cada cierto tiempo se da una confluencia de circunstancias meteorológicas que provocan que el extenso pinar de Valsaín, intrínsecamente bello, se muestre magnífico. Cubierto por una espesa capa de nieve, permitiendo realizar su recorrido totalmente con esquíes, constituye un espectáculo natural de primer orden. Deambular por él, integrándose en sus contraluces, surcando por donde nadie ha pasado, trazando la línea en función de “cómo no voy a atravesar ese pequeño claro”, deleitándose a cada paso, en cada rincón, ajenos a la temperatura bajo cero, con los sentidos llenándose hasta olvidar que hay que comer, dándose cuenta, tan sólo cuando se sale del bosque y el fuerte viento azota, de que la energía interna se ha disipado sin avisar, conforma un bagaje de impresiones que se atesoran en el interior.

La ruta de hoy: Fuente de la Canaleja (1.324m) – Fuente de la Reina (1.620m) – Arroyo de los Horcajos – Collado de Tirobarra (1.979m) – Cimas de la Pinareja (2.197m) y Montón de Trigo (2.161m) – Collado de la Fuenfría (1.796m) – Fuente de la Canaleja. Discurre por un ambiente “alpino”, soledad, espléndido bosque, desnivel total positivo considerable (1.300m de D+) y 24 kilómetros de recorrido. La recompensa vale la pena.

Mientras nos preparamos y ponemos los esquíes junto a la Fuente de la Canaleja (-10ºC), con el frío mordiendo, mi amigo Manuel y yo contemplamos cómo el sol tiñe de rosa la cima del Montón de Trigo. 

Fuente de la Canaleja
El Montón de Trigo
El bosque blanqueado por la nieve atrae nuestra atención. Por él hemos venido principalmente. En estos momentos ascender a las cimas representa un plus,  un hito más en el circuito.

A por este bosque hemos venido
El pinar está silencioso, la nieve es abundante y la marcha nos cunde. En un punto determinado abandonamos las marcas rojas y blancas que nos llevarían a la Fuente de la Fuenfría y tomamos una pista a la derecha que nos conducirá hasta la Fuente de la Reina, en la calzada romana que une Cercedilla con Segovia.



Fuente de la Reina
Una vez en la Fuente de la Reina descendemos una centena metros hacia Segovia, hasta llegar a una zona despejada. El recogimiento de este lugar nos retiene durante unos instantes.

Buscamos el sitio idóneo para, abandonando la pista, adentrarnos en el bosque que cubre el espinazo NE del Montón de Trigo, e ir en dirección hacia el Arroyo de los Horcajos. 

Enfilamos hacia el "bosque encantador"
Si hasta aquí hemos deambulado por la belleza, ahora nos internamos en el encanto.

Las imágenes que siguen son una pequeña muestra de lo que, asombrados y con los sentidos alerta para no perder detalle, tuvimos la oportunidad de contemplar y vivir mientras hacíamos camino por donde no lo había, maravillándonos a cada paso.













No deseamos que esto acabe, ni ver llegar el momento de abandonar este fascinante entorno, pero todo termina. Los árboles se aclaran, su porte disminuye y el panorama se abre dando lugar a un paisaje totalmente distinto, sometido al fuerte viento del norte.


Al fondo, la Pinareja
El piloto rojo del depósito de energía avisa insistentemente de que está en mínimos, pero cualquiera se detiene a tomar algo en esta superficie desprovista de abrigo; lleguemos primero al collado.

La tirada hasta la divisoria de Tirobarra resulta bastante más larga de lo previsto. Está allí, a la vista, pero aún no se alcanza. El viento sopla fuerte, aturde.

Las condiciones en el collado no son para detenerse, así que, a sortear las coliflores de hielo que pueblan esta superficie helada en busca del abrigo que pueda ofrecer la cara Sur de la Pinareja, por la que ascendemos hasta la cumbre.

Collado de Tirobarra. Al fondo, a la izq., la Peña del Oso, en el centro, la Pinareja
Guarecidos del aire, algo por debajo de la cima, tomamos ….., devoramos más bien, un buen puñado de almendras, una barra energética y un plátano. Puede no parecer mucho, pero nos devuelve la energía. Mientras comemos vamos diseñando mentalmente futuras rutas que quedarán para otro día.

Desde la cima de la Pinareja se ve el valle del Río Moros "amenazado" por la niebla
El descenso lo hacemos por la pala NE de la Pinareja enlazando giros en una nieve franca y perfecta, cogiendo impulso en los últimos metros para retornar de nuevo al collado de Tirobarra. La niebla cubre por completo el valle del río Moros, mientras aquí arriba, en la divisoria entre Segovia y Madrid, continúan pasando las nubes veloces barriendo la superficie.

Desde el collado de Tirobarra, el valle del Río Moros se encuentra bajo la niebla.
Nubes barriendo el collado de Tirobarra
Pasan las nubes, el panorama se despeja y la subida al Montón de Trigo se ve con toda claridad.
El Montón de Trigo
Paramos poco rato en la cima, el tiempo justo para quitar las pieles, abrigarnos bien y poner los esquíes y las botas en modo descenso.

El collado Minguete y el cerro del mismo nombre, desde el Montón de Trigo
El ambiente calmado, al sotavento de la cara S del Montón de Trigo, permite deslizarnos tranquilamente, buscando los mejores pasos para alcanzar el collado de Minguete desde el que, sin detenernos, seguimos hasta llegar al de la Fuenfría. El tramo central requiere esquiar con sumo cuidado; la calidad de la nieve es muy variable, está muy venteada y las raíces y arbustos son una trampa a la caza de cualquiera que se despiste.

Cara SE del Montón de Trigo desde las proximidades del collado de la Fuenfría
La niebla amenaza desde las zonas más bajas de la vertiente segoviana así que, sin perder tiempo, lanzamos una mirada hacia el Montón de Trigo que queda allí arriba, a la espera de la fuerte helada nocturna que se avecina, 

Pista hacia la fuente de la Reina desde el collado de la Fuenfría
y enfilamos el cómodo tramo del camino de Santiago que nos llevará a la Fuente de la Reina primero, lugar donde enlazamos con el itinerario de subida, retornando finalmente al punto de partida en la Fuente de la Canaleja, tras haber realizado un bello recorrido atravesando lugares deslumbrantes, “remotos” en la proximidad, salvando un desnivel y una longitud considerables, que nos deja una vívida impronta en mente y espíritu.


"Es preciso sacudir enérgicamente el bosque de las neuronas cerebrales adormecidas, es menester hacerlas vibrar con la emoción de lo nuevo e infundirles nobles y elevadas inquietudes" (Santiago Ramón y Cajal)



8 comentarios:

  1. ¿Montón de Trigo?´(:Pon Montón de Nieve
    Metáfora invernal de las cimas nevadas
    que al ocaso extremo de las madrugadas
    presentan albas frías las mañanas
    donde desfallecen incluso espesas nieblas
    Incapaces al elevarse soportando blancas
    su espesor temprano de-presiones claras
    Eso

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  2. Desfallecen espesas nieblas y osadas personas que, encantado el ánimo por la magia del entorno, se olvidan hasta de comer, la cual cosa sería en sí inimaginable en cualquier otro lugar. Todo como en suspenso, congelado y quieto, hasta que el aire bufa y trae consigo otra realidad, más perentoria; es entonces cuando despertamos del encantamiento y nos percatamos de lo básico. Bosque de neuronas sacudidas por la emoción de lo nuevo, recargadas y afinadas otra vez. Fascinante maravilla. Ojalá dure mucho el blanco manto. Salud y Montaña, amigo Deicar

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  3. Viendo las fotos se podría llamar el "Montón de Azúcar"...y parece transportarse uno al Guadarrama de hace más de cien años, cuando esta sierra era una total desconocida, y por ella solo transitaban pastores, hacheros, carboneros, bandoleros y poco más. Que bonita está la Sierra en su soledad. Que tengamos mucha Montaña, Amigos y Vida. Un abrazo Carmar.

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    1. Entre los "pocos más" nos queremos sentir, viviendo las sensaciones que aquellos pioneros debieron de vivir; y este espíritu es el que nos mueve e impulsa a buscar y recorrer senderos apartados, donde la soledad buscada, vivida a solas o en buena compañía, llena a raudales el ávido depósito de los recuerdos y vivencias. Que tengamos, Rafa, mucha Salud y Montaña. Un fuerte abrazo.

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  4. “Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño y agua humilde que trabaje en la presa del molino”. León Felipe

    La montaña en invierno cautiva per se. Transitar por el manto de nieve es un placer que te aporta sensaciones diferentes. Internarse en un bosque te invita a envolverte con la naturaleza. Combinar ambas actividades crea un entorno favorable al disfrute. Y así fue. Pura vida. Las huellas de los habitantes del bosque se cruzan con la traza que dejamos. Pasamos sigilosos embebidos de lo que nos rodea. No queremos alterar el equilibrio. No queremos perdernos ningún detalle. Sólo atravesar este mágico lugar hacia las alturas, admirar el paisaje que nos regala la cumbre, y buscar la ladera esquiable. Adelante. Y ahora compartir lo vivido con generosidad para que quién se acerque sienta, y avive sus neuronas. Salud y montaña

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    1. Cuando lo que prima no es llegar, sino transitar por la naturaleza, absorbiendo el entorno, dejamos que el viento y el instinto nos lleven adonde nos quieran llevar. Salud y Montaña.

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  5. Hoy he tenido la suerte de poder transitar por paisajes similares a estos que tan magníficamente capturas en tu cámara (para deleite de los demás mortales :-). Pero olvidé la cámara (y cuándo no? dirás tu que nunca la olvidas) así que tan sólo tengo constancia con fotos del teléfono, que no son lo mismo. Aunque no fue suerte completa, o quizá sí, y anduve todo el día en una buena tormenta de viento y nieve. Cercano al desastre estuve aunque, una vez apartado y sólo, pude deleitarme con momentos de quietud viendo caer la nieve en silencio, agazapado, casi sin respirar siquiera, y con la esperanza puesta en que apareciera algún habitante del bosque más que en encontrar sin problemas el camino de vuelta....
    Tenemos mucha suerte, si. Salud y Montaña!

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    1. Sí que tenemos suerte, sí, la de que algo nos impulse para buscar el contacto con la naturaleza, para deleitarnos con esos momentos de quietud que mencionas mientras la nieve cae en silencio, agazapados, viendo nuestra respiración transformada en vaho que emanamos bocanada tras bocanada, con la esperanza de que algún habitante del bosque aparezca, sin percatarnos de que, en esos momentos, nosotros formamos parte de ese bosque. Quizás algún otro nos esté observando también.Tenemos mucha suerte, sí. Salud y Montaña, amigo Francisco.

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