Sobre el embalse de Árguis, en
las estribaciones de la sierra de Guara y
acumulando antenas, se encuentra el Pico del Águila. Ascender a él
conlleva un muy agradable paseo por estupenda vereda que discurre a la sombra
de un bosque en el que, dependiendo de la altura, se atraviesan diversas fajas
vegetales: pinos, bojes, carrascas y hayas. El sempiterno erizón aparece donde el árbol reduce brevemente su
presencia.
Recorrido circular que inicio
junto al pantano, al lado mismo de la carretera de Monrepós, siguiendo una
senda bien indicada hacia el Pico del Águila (4.7km, reza el cartel).
Primeros metros hasta ajustar el
trote para seguidamente dejarme llevar entre los colores del otoño.
El sendero es tendido y no demasiado
exigente, la temperatura es fría y la humedad mucha; todavía no sobra el
cortavientos.
El cuerpo se entona, la senda
abandona momentáneamente el arbolado y la caliza hace su aparición. Carrasca,
cadena, ¡atención!, y marcha otra vez recompuesta.
Los árboles me acogen de nuevo,
el pico del Águila a la vista.
Entro en un hayedo esclarecido a
punto de entregarse por completo al otoño.
La mayor parte de sus hojas se
encuentran en el suelo, en forma de roja alfombra sobre la que las zancadas
apenas se oyen y la carrera resulta mullida.
La mirada baja, atenta al sinuoso
camino, se percata de las raíces que, en forma de escalones, lo cruza de lado a
lado. Mejor no tropezar. La respiración continúa acompasada, los sentidos
absorben el ambiente.
Mirada hacia atrás. Las
pinceladas de color adornan lo ya recorrido.
Al fondo "Las Calmas", Baja y Alta, respectivamente. |
Y así abandono el bosque y
entronco con la carretera asfaltada que, por otro trazado, también llega hasta
el Pico del Águila (1.619m) ¡Sobrado de antenas!
Unos minutos más y completo la
hora alcanzando la vecina Punta del Águila (1.631m) que, a poca distancia y a
diferencia de su vecino Pico, alberga una sola antena y un gran mojón cimero. Sopla
el viento y vuelve a hacer frío. No estoy mucho rato en la cima, los restos de
Ordás son mi siguiente objetivo.
Contemplando "la Corona de Árguis", con el Peiró tapado por las nubes, desde la cima de la Punta del Águila |
Vuelvo al entronque del sendero
con la carretera y desciendo un corto tramo por donde he subido, hasta
alcanzar, unos metros más abajo, un camino hacia la izquierda que abandona el
principal, en dirección hacia la Hoya de Huesca. De nuevo una bonita senda a
seguir.
Rumbo a Ordás |
El itinerario es claro y
descendente, la carrera es fácil y los paisajes se suceden. Bellos y
silenciosos rincones que encandilan y cuyo atractivo hace difícil mantener una
marcha sostenida. En cada cruce tomo el ramal de la derecha.
Salto de Roldán, con las Peñas de Amán (izq) y de San Miguel (dch y aplanado) |
La Peña de Gratal "asomando" |
Por fin, a la altura de los
1.100m, llego al enclave de Ordás. Lugar de ermita, castillo y pozo de hielo.
El pozo hay que buscarlo, y
adentrarse entre los árboles por estrecha trocha hasta llegar a él. Su
finalidad era almacenar la nieve y el hielo del invierno para su conservación y
uso en los meses de verano. La nieve, transformada en hielo, era cortada en
bloques y transportada por los arrieros en mulos o carros, comerciando con ella
en la próxima ciudad de Huesca.
Del castillo queda una vieja
torre defensiva sobre una proa rocosa, que se eleva unos 200 metros por encima de la actual carretera que
discurre junto al río Isuela.
La ermita ocupa un claro en la
planicie. En cierta medida su reconstruida nave parece no encajar del todo en
un entorno que rezuma ecos del pasado.
Dedico un rato a idas y venidas
de un lugar a otro antes de reemprender la marcha decididamente hacia Árguis, recorriendo
el farallón calizo.
Al poco llego a una borda de
pastores, también levantada sobre el borde mismo del cortado, desde cuyo emplazamiento lanzo la última
mirada al castillo.
Desde el interior de la borda de pastores |
Seguidamente comienzo a descender francamente hasta la carretera de
Monrepós, entroncando con ella a unos 1.5km del lugar en el que he dejado el
coche esta mañana.
Las que como lienzo tapizan son ya las muertas hijas de sus árboles caídas, preludio del frío que anuncias sin retirar chubasquero; por otras latitudes, no por ello más bajas en altitud, y bajo la protección de una Cuerda Larga se asienta un pedregoso conjunto que si ahí estuvieras sí hubiere sobrado ese cortavientos.
ResponderEliminarLas torres y antenas comunicativas no restan valor a tus explicativas fotos pero afean de narices, por no decir otra cosa, el paisaje; y es que por un par de veces repites su indecencia. Son los adelantos del pasado, aquellos que acercan noticias a la gente, pero son adelantos trasnochados que como férreos gigantes artificiosos y artificieros disparan golpes a los ojos.
Salud, Libertad y Monte, meu... :)´
Noticias, información, datos, mensajes, todo eso emitiendo sin parar a través de las antenas esta sociedad super-desarrollada. A su alrededor, silencio, paz y sosiego primigenios. Del conjunto, una reflexión: "Uno sin ellos, es uno; ellos sin uno, no son nada"; tras ella, continúo la carrera en pos de los restos de Ordás procurando pisar bien y no dejar de percibir detalle alguno del paisaje. Salud y Montaña, dilecto Deicar.
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