domingo, 1 de diciembre de 2013

El Cáliz, el Puente de los Poyos, Tres Cestos. Un recorrido por la Pedriza más intimista.

El Cancho de los Muertos (Cara Sur)
La intimidad comienza por valorar el silencio. Intimidad que en la Pedriza se alcanza si es buscada y desaparece en cuanto uno se descuida.

El recorrido de hoy, zigzagueante y poco habitual, además de permitir no pisar demasiada de la nieve caída en la Sierra durante los últimos días, posibilita la visita de varias de las formas rocosas más características de la zona.

Comienzo la marcha en el Tranco a las 9:15h y voy ”calentando” camino de Canto Cochino y del Cancho de los Muertos.

Los primeros rayos del sol dejan su “pintada” sobre el granito.

En Canto Cochino tomo la marcada senda que se dirige a la Charca Verde, bordeando la zona más Occidental de la Pedriza. 

El Cáliz, uno de los riscos menos conocidos, con ubicación relativamente apartada de las rutas habituales, constituye el primero de los objetivos.No resulta evidente la trocha que, abandonando la franca pista que se dirige hacia el collado del Cabrón, se interna entre las jaras. Senda más intuida que vista, orientada hacia el NE, subiendo entre denso matorral, sin mojón alguno, hasta que de pronto el Cáliz se hace visible entre los pinos. Su contemplación induce a participar en la serenidad del entorno.

Dejando atrás la formación rocosa, cuya forma ahora se asemeja más a un extraterrestre, me adentro en lo intrincado de las rocas. 

Sigo intuyendo la senda, continúa la carencia absoluta de mojones. Atractivo paraje que voy saboreando hasta alcanzar un jardín recoleto en el que una simpática figura se recorta contra el lejano collado de la Dehesilla.

Destrepo unos metros y enseguida alcanzo el collado del Cabrón. Personas descansando ya, otras llegando y yo enfilando por la Senda de Icona hacia el próximo destino.

Carrera sostenida que no me impide la contemplación de uno de los riscos más emblemáticos: el Pájaro.

Es temprano y no encuentro a nadie por aquí. Alcanzo los Llanillos y veo el desvío hacia el Puente de los Poyos. Lo tomo. Hay que andarse con cuidado  porque perder las señales es muy fácil. El vivac que encuentro me indica que ya estoy cerca.

La imagen del Puente de los Poyos hace innecesario cualquier comentario.

Alcanzo su base, traspaso su arco y continúo hacia las Milaneras; más concretamente hacia la brecha de Tres Cestos.

Fuerte pendiente por terreno abrupto donde resulta fácil pasar inadvertido.

Llego a un mirador donde una familia de cabras se asolea, que a mí me vale para tomar resuello y contemplar la sombra que todavía cubre “la otra parte” de la Pedriza. Agradezco transitar por la cara Este de las Milaneras.

Finalmente alcanzo la brecha en la cadena rocosa, Tres Cestos (o el Patriarca, según se mire) se yergue solitario en este paraje escondido, hoy muy poco transitado y cubierto de nieve.

Una mirada hacia el compacto y sólido granito que de nuevo se eleva tras la brecha, siguiendo su aéreo trazado hasta el collado del Miradero que hoy no visitaré.

Retorno por el mismo camino hacia el Puente. La nieve me obliga a descender cuidando bien los apoyos. Ahora sí hay gente bajo el arco. La mañana ya ha templado y propicia la llegada de los menos madrugadores.

No resisto la tentación de culminar el circuito cruzando el bosque de pinos que cubre los Llanillos, en dirección al Arroyo de la Ventana. La carrera cunde sobre el amortiguado sendero. A un paso del invierno, todavía persisten los últimos colores del otoño.


Cruzo el arroyo y alcanzo el evidente camino que desciende del collado de la Ventana. Mirada hacia las Milaneras, allí arriba, recibiendo de pleno los rayos del sol de mediodía.


No encuentro a nadie más hasta llegar al desvío hacia el Refugio Giner. A partir de aquí la Autopista hace honor a su nombre. Alcanzo de nuevo el coche en el Tranco a las 13:45h, tras haber realizado un recorrido salvando un desnivel total de unos 1.000m de D+, aparentemente errático, pero voluntariamente diseñado buscando la tranquilidad y el sosiego que transmiten estos parajes y vericuetos.

P. D.: Quiero agradecer las precisas indicaciones toponímicas sobre el Puente de los PoYos, que no Pollos, facilitadas por Rafa, quien da una completísima explicación del mismo en su blog cuyo enlace acompaño aquí: Tras los pasos del Maestro Giner . 

4 comentarios:

  1. Hola Carmar

    ¿Nunca os habéis preguntado que en los mapas excursionistas aparezca Prado Poyo y Arroyo de los Poyos, y que al Puente mucha gente lo llame Pollo?.

    Enhorabuena por la ruta y un abrazo pedricero

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En verdad que sí que me he hecho tal pregunta. Ante la duda acudí al libro de Domingo Pliego, en el que todos: Puente, Prado y Arroyo son "PoLLos". Pensé después que el nombre con "LL" bien podría hacer alusión a algún grupo de "jóvenes astutos y sagaces" que por allí anduvieran en épocas anteriores, ya que con "Y" no veía yo muy clara la razón. De esta forma opté. Si tienes alguna versión más erudita y fundamentada, por favor compártela conmigo, ya que el asunto es interesante. Gracias de antemano, Rafa y otro fuerte abrazo pedricero, amigo.

      Eliminar
  2. Siempre sorprendente ese paisaje, para trasladarte con la imaginación, o simplemente estar y deambular. Salud y vete afilando cantos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cantos afilados. Stop. Prepara la nieve, y que esté bien. Stop. No vaya a derretirse y ya no quede estas navidades. Stop. Un abrazo, brother. Cambio y corto.

      Eliminar