martes, 12 de noviembre de 2013

La Maliciosa por la cuerda de los Porrones y retorno por el rio Manzanares.

Vertiente Sur - Este del pico de la Maliciosa
De la misma forma que los penachos de nieve sobre las crestas y cumbres indican gran ventisca, cuando desvaídas nubes  cubren y transitan veloces sobre las cimas, dejándolas ver durante segundos para taparlas de nuevo, quiere decir que el azote del viento y la falta de visibilidad están garantizados. Tal es la situación de hoy: franja nubosa cubriendo la montaña a partir de los 1.800m desplazándose de Norte a Sur y mucha humedad en cualquier cota.

Elijo un itinerario que me permita deambular por naturaleza agreste y solitaria y que, a la par, cuente con los colores del otoño.

El circuito arranca del Collado de Quebrantaherraduras (portal de acceso a la Pedriza) y sigue el trazado de la cuerda de los Porrones hasta el Collado de las Vacas, ascensión a la cumbre de la Maliciosa, descenso por el collado del Piornal hasta el nacimiento del río Manzanares llegando al Puente de los Manchegos. A partir de éste el recorrido sigue paralelo a la margen izquierda del Manzanares para desembocar en la pista que sale de la Charca Verde, retornando al punto de partida tras pasar por Canto Cochino.

Son las 9h de una mañana fría y húmeda cuando comienzo el trote en el Collado de Quebrantaherraduras (1.138m). El viento es fuerte y viene del Norte, una franja de nubes cubre las cimas.

Voy adentrándome en el bosque de coníferas por un sendero de suave pendiente. La Cuerda de los Porrones, en su tendido Este – Oeste, va empinándose. La fría humedad espolea la marcha. Salgo del resguardo de los árbolesy el aire sopla con más fuerza. Me voy aproximando a la nube.

Alcanzo el roquedo que hay al pie de la Maliciosa Baja. Estoy a merced del vendaval. Por delante unos doscientos metros de cuesta algo exigente que, afortunadamente, se encuentra parcialmente protegida de las ráfagas.Una fugaz visión de la cima de la Maliciosa me induce a seguir, “a lo mejor acaba aclarando”; a continuación, retorna la bruma.

En medio de una fuerte ventolera alcanzo el Collado de las Vacas (1.900m). La pala somital Este de la Maliciosa Alta, que se eleva 300m desde aquí hasta la cima, ni siquiera se ve. Todo yo, gafas incluidas, estoy cubierto de finas gotas.Empinada pendiente a merced del fortísimo viento sostenido  que azota inmisericorde. Temperatura de 4ºC y sensación térmica de “varios bajo cero”. Tengo problemas para mantener el equilibrio, los bastones se me cruzan con frecuencia mientras voy “batallando” contra los elementos.

A punto de coronar me encuentro con dos personas que, bajando hacia mí, me preguntan el camino ¡hacia la Barranca!Vienen de la cima y, tales son las condiciones meteorológicas que han confundido la vertiente Sur (por donde deberían ir), con la  Este, por la que están bajando. Los últimos metros hasta la cumbre los realizamos viendo no más allá de unos pocos metros por delante, sacudidos violentamente por los ramalazos. Desde la cima de la Maliciosa (2.227m), y durante unos pocos segundos, las nubes dejan ver el paisaje para cerrarse seguidamente.

Urge abandonar el pico y dirigirse a cotas inferiores, más protegidas. Una pareja, Verónica y David, retorna hacia el Collado del Piornal. Me uno a ellos. Atrochamos por entre los piornos, algo por debajo del camino marcado, rehuyendo la venteada cuerda, con la idea fija de abandonar cuanto antes semejante ventisca. La falta de visión nos lleva a salir de la nube unos cincuenta metros por debajo del Collado. Aquí nos despedimos, ellos suben para retornar al Puerto de Navacerrada y yo sigo bajando hacia la cabecera del Ventisquero de la Condesa. 

Arriba queda la borrasca, por delante, pasto húmedo y paraje con tintes pirenaicos por los que discurre el río recién nacido.

Curso inicial del río Manzanares. Al fondo, la Cuerda de los Porrones
Llego al Puente de los Manchegos, lugar donde las “zetas de la Pedriza” hacen un giro de 180º y vuelven hacia su origen, discurriendo al pie de la Sierra del Francés.

A unos 100m del puente comienza el sendero que discurre por la orilla izquierda del Manzanares, hasta casi llegar a la Charca Verde. Vegetación natural y apretada, pendiente trocha que discurre por solitario entorno.

Atrás queda el pico de la Maliciosa Alta, con su pala, y las nubes que cada vez ofrecen más claros.

Pico de la Maliciosa. Cara Este.
Comienzo la bajada internándome en un barranco cada vez más profundo. Los pinos autóctonos y las jaras predominan; los robles y mostajos proporcionan las tonalidades otoñales. 

Fruto del mostajo
El río se desploma en saltos, el caudal es cada vez más agitado y tumultuoso.

El Manzanares, tan apacible en su origen, varios cientos de metros más arriba, comienza su impetuoso discurrir por la garganta.

Enfrente, entre los retorcidos pinos, se ven las cimas de la lejana Pedriza.

Las tonalidades del otoño “pintan” el recorrido. Naturaleza en estado puro.



El estruendo del agua aumenta considerablemente.Me acerco a ver “los Chorros del Manzanares” y sus hermosas pozas.


Ya va quedando menos. Continúo ahora por un bosque de arizónicas; al poco tengo a la vista “el Puente del Retén”; rincón al que el otoño confiere un precioso toque impresionista.


En pocos metros más alcanzo los escalones de piedra que me dejan en la pista que lleva hasta la Charca Verde, mientras voy levantando la vista hacia alguna de las rocas singulares de la Pedriza del Manzanares, para tomar luego una senda que, pasando por Canto Cochino, me conduce de nuevo hasta el Collado de Quebrantaherraduras.


El Cáliz (aunque también hay quién le encuentra parecido con la cabeza de ET)

La Tortuga
Son las 15h cuando llego al coche, tras haber realizado un circuito de 20km, salvando un  desnivel acumulado 1.200 de D+, en un día en el que experimenté la primera sensación puramente invernal de este otoño.

4 comentarios:

  1. Las fotos son, como siempre estupendas e ilustran correlativamente tus andanzas Pedriceras...
    Ya lo habíamos hablado por el sistema más viejo y cálido; yo iría el sábado, todo el día, incluida la noche y al llegar al lar un Chivas de tanta chiva que vi arriba. Tú irías el siguiente, regresando al dominical almuerzo hogareño.
    Cuando remontaba la curva de la pendiente del estacionamiento de Quebrantaherraduras me lo pensé...Me quedo aquí? Pero las ganas de oir al río y subir tranquilo por el Laberinto, sin nadie a esas horas y otras intenciones, me hizo seguir; eran menos cuarto las ocho. Luego fue estupenda al encontrarme expertos gatos amurallados en la Pared de Santillana. La intención era quedarme en el Extraplomado del paso del Perro y esperar la puestas. Ocaso que no llegó a producirse porque no quedaba batería y como las nubes comenzaban a cubrir más de lo previsto éste no tendría los colores con los que despuntó por el Este. Decidí bajar y, además, acompañar a alguien que no conocía bien el lugar. Fue lo prudente y solidario, me pareció lo correcto.
    Ahora, aprovecho un descanso, para ver que casi siempre escogemos sendas próximas y algunas coincidentes que como otras tantas veces, seguramente hemos cruzado sin encontrarnos por haber atrochado en diferentes minutos o momentos. Es la diferencia de quien trepando corre y del que trepando anda. Trocha la trepa y trepa la trocha corriendo o caminando.
    Ya nos comeremos unas buenas setas de una sentada... :)))´ Para la primavera si hay cantarelos en lo alto de la Morcuera, eso haremos...o no :))´
    Salud, Libertad y Monte, amigo...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me acordé frecuentemente de ti, tanto cuando empecé el domingo (estaba claro que el tiempo del sábado había sido el ideal), como cuando era zarandeado por el viento en las proximidades de la cima (ahí ya sí que la tozudez de los de mi tierra me ayudó a continuar). Luego, acompañando al Manzanares en su barranco, y ver las setas, también pensé en las que tú habrías encontrado y cogido, como conocedor que eres. Los cantarelos son una buena razón para la primavera. Salud y Montaña, amigo Deicar.

      Eliminar
  2. Recorrido sugerente siguiendo como hilo conductor el curso de agua del Manzanares, tras la incursión en la cumbre de La Maliciosa. Subida no sé si a ritmo de Km vertical. ¡Quizás aupado por el viento! O mejor no, para llegar con más resuello y templanza. Descenso, esta vez sin tablas, por el afamado ventisquero hacia el corazón boscoso salpicado de pinceladas estacionales, y con un ojo en derredor para no perder detalle. Los meteoros que describes y las imágenes que muestras aportan un conjunto de indicadores climatológicos y estacionales, a modo de alertas, que ya anuncian un cambio de tendencia a la vista. La observación empírica aporta la frescura del dato sobre el terreno, que el cuerpo ya lo siente o más bien lo padece. Salud y Montaña

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Subida contra el viento, más propio es decir, llegando con húmeda visión a causa de las mojadas gafas. Descenso echando de menos el que realizamos (-remos otra vez) con las tablas. Absorción a tope del entorno en cuanto salí de la nube, tal cual nos ocurrió este invierno pasado. Tono otoñal pleno acompañando al río, para terminar con dos puntazos de Pedriza típica. El cuerpo lo siente y, si te descuidas, algo también se resiente. Salud y Montaña, compañero.

      Eliminar