domingo, 9 de junio de 2013

La Pedriza Anterior: un lugar para curiosear. El Elefantito, la Lagunilla del Yelmo y el Jardín de Peña Sirio.


Los recorridos por el mar de rocas que constituye la Pedriza Anterior, realizados en plan vagabundo, esto es, sin un aparente orden ni concierto, con el único objetivo de ver qué hay detrás de esos bloques, o adónde se irá por esa trocha que continua tras la roca marcada con un aspa, deparan sorpresas para los espíritus errabundos, ávidos de naturaleza y soledad. En algunos casos es el desconcierto el que se apodera de uno, cuando te encuentras en medio de altos bloques, pisando un terreno sin huellas, dudando entre trepar para seguir o retornar; en otros, la fascinación por lo que te rodea sirve de acicate para sortear recias jaras y redondeadas rocas, en pos del siguiente indicio. 
Amanece cubierto; el pronóstico es de muy nuboso, con lluvias débiles; tendencia a la estabilidad….. los días siguientes. Pero bueno, siendo débiles, vale la pena probar. Con cuidado, eso sí, porque en la Pedriza, cuando llueve, el áspero y adherente granito se convierte en deslizante losa que está ahí, al acecho de la pisada descuidada.
Son las 8:15h cuando inicio la marcha en el Tranco, emprendiendo la empinada subida hacia el Mirador y la Gran Cañada. Llovizna.
Esta vertiente Sur, que tan calurosa y agobiante resulta en verano, está hoy espléndida. Las flores se muestran radiantes; huele a cantueso y a jara.
Digitalis y Cantuesos
Malvas y jaras
La tormenta amenaza desde la Cuerda Larga, y el viento trae en volandas la lluvia.

Enseguida alcanzo la pradera por la que cruza la Gran Cañada; justo enfrente, el callejón de las Cerradillas, que es el lugar por el que me voy a adentrar en busca del Elefantito. Desde aquí, a la izquierda del barranco, distingo ya la mole de Cinco Cestos. El repiqueteo de las finas gotas de lluvia sobre la cara trae a mi memoria el sonido de la tormenta de verdad que me pilló el otoño pasado exactamente en este lugar.

Solitaria senda la de las Cerradillas, que discurre junto a un regato de agua, sorteando piedras y jaras. Los Cinco Cestos se yerguen sólidos y majestuosos. Hoy nadie viene a escalarlos.
Si se cuentan los bloques que componen la columna, salen 5
Unos metros más de subida y, a la derecha, se recorta la silueta del Elefantito que ofrece su cara N.O.

Lo circunvalo y alcanzo la pequeña pradera que hay en su cara S.E. Resultan sorprendentes estas figuras esculpidas en el granito, de las que la Pedriza es un museo.

Encuentro una estrecha trocha hacia el Este que discurre bajo la impresionante mole del Yelmo, y la sigo sin perder altura hasta que se cruza con la Senda Maeso.

El tramo de Senda Maeso hasta la portilla que da acceso a la pradera Sur del Yelmo discurre entre bloques y robles, con rocas erosionadas amontonadas por doquier.  

Al pie de la pared del Yelmo la lluvia cobra fuerza momentáneamente. No sé bien qué opción tomar, así que, para mantenerme en calor, me pongo a correr hacia la Torre de la Valentina al pie del enorme paredón. Nadie lo escala ni lo contempla hoy.
Al llegar a la base de la Torre veo a una persona, otro solitario, que deambula por las proximidades. Hablamos, se llama José María, y me dice que va buscando la Lagunilla del Yelmo. Hacemos causa común y, entre su GPS y mi mapa de cordales, nos ponemos en marcha destrepando por los bloques, buscando el camino.
Cabezas de ajo petrificadas, emulando a Capadocia, se muestran indiferentes a nuestro paso. La humedad lo moja todo.

Finalmente damos con el recoleto enclave de la Lagunilla. El brezo y los gamones en flor adornan el lugar. Por la escotadura del fondo se canaliza un fuerte y frío viento que nos azota de pleno. Es momento de ponerse algo más de ropa.

Bien abrigados, traspasamos le brecha y descendemos hacia el Hueco de las Hoces. Próximo destino: el Jardín de Peña Sirio.
Dejamos atrás la Lagunilla y emprendemos el descenso al Hueco de las Hoces
Alcanzado el arroyo que surca el fondo del Hueco lanzamos una mirada hacia el segundo paquidermo de la zona, el Elefantito del Yelmo; bastante más descomunal que el primero, aunque sea algo más difícil de visualizar su semejanza. El agua chorrea por las paredes de granito.

Una vez que se vislumbra la oreja, resulta más fácil ver el resto de la cabeza.
Remontamos unos metros el sendero que discurre junto al arroyo y tomamos la guía de los mojones que conduce a la brecha entre Peña Sirio y la mole de la Cueva de la Mora.

Tras las carrascas superiores se abre el paso al Jardín de Peña Sirio. El lugar, recogido y solitario, hace honor al nombre. Al fondo, dentro de la nube, se intuye la Pedriza Posterior. Brilla un tímido sol sobre nuestras cabezas.
Acceso al Jardín de Peña Sirio
Un camuflado pingüino de granito reposa en las alturas.

Cruzamos el Jardín hacia el Norte y nos acercamos al comienzo de la empinada e intrincada bajada hacia el Arroyo de las Majadillas. Al fondo, en la Pedriza Posterior, en la cresta de las Milaneras, la silueta de Tres Cestos (el Patriarca, le hemos rebautizado algunos) se recorta solitaria y claramente bajo la lluvia.

Hacemos un flanqueo lateral al pie de la Norte de la Cueva de la Mora, sin perder altura, hasta encontrar los mojones que indican recto y hacia abajo.  Bajada agreste y áspera como pocas que, con las rocas mojadas, nos obliga a extremar las precauciones para evitar resbalones. Aún así, tanto José María como yo protagonizamos sendas “sentadiñas” sin consecuencias físicas de relevancia.
Nos despedimos en el cruce de Canto Cochino y yo emprendo la carrera hacia el Tranco, llegando al coche a las 12:15h, tras haber realizado un recorrido poco común, solitario en su primera mitad, bien acompañado en la segunda, transitando y enlazando lugares de forma poco habitual, y teniendo la fortuna de sentir los perfumes y los colores realzados por la humedad y la lluvia.

7 comentarios:

  1. Esta vez no te pudistes zafar de la tormenta. A cambio el contraste de colores entre el manto verde, el granito y el cielo te dio la oportunidad de tomar buenas imágenes. El errante deambular te llevó en busca de elefantitos por terrenos complejos cuál cazador de fotografías. Nada comparado con las sabanas de Amboseli donde viven los paquidermos al pie del Kilimanjaro.
    "El Kilimanjaro es una montaña cubierta de nieve de 5895 metros de altura, y dicen que es la más alta de África. Su nombre es, en masai, «Ngáje Ngái», «la Casa de Dios». Cerca de la cima se encuentra el esqueleto seco y helado de un leopardo, y nadie ha podido explicarse nunca qué estaba buscando el leopardo por aquellas alturas." Las nieves del Kilimanjaro (Ernest Hemingway) Salud y Montaña

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    1. Supongo que alguien habrá que llegue a preguntarse qué andaría buscando el individuo(s) aquel que vió adentrarse en tal laberinto de rocas, lloviendo y de aquellas trazas, pero algunos también sabemos la respuesta a tal pregunta. Nos queda aún bastante por recorrer. Salud y montaña, Manuel.

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  2. Bonita ruta Carmar ... por allí cerca andábamos nosotros, en este caso por la Pedriza Posterior, surcando collados (a ver si lo publico cuanto antes).

    Llevas toda la razón ... pocas cosas hay más entretenidas que buscar formas, piedras escondidas, pequeños rincones, ... todo tipo de detalles en la Pedriza. Además, cada curva que das, parece que vuelves a empezar ... nuevas formas, nuevos detalles ...

    Sin duda una montaña muy particular.

    Un saludo.

    Trasgu

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    1. Pues si a mi me llovió en la Pedriza Anterior, me imagino el día que os tocó a vosotros en la Posterior, donde la nube estaba bien agarrada. Lo de surcar collados será por el agua que os cayera encima ¿no?
      Montaña sin duda muy particular que tenemos la suerte de tenerla tan próxima. Un saludo y mucha montaña.

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    2. jejeje ... que no ... curiosamente la lluvia nos respetó ... un chispeo y poco más.

      Aguantamos toda la mañana ... aquí te lo dejo ...

      http://uno-gradistas.blogspot.com/2013/06/el-bautismo-del-troll-pedricero.html

      S2

      Trasgu

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  3. Nunca se cansa uno de ver rincones pedriceros por los que ya ha pasado, y menos se cansa de volver a visitarlos. Pedriza que enamora y atrapa, en la que ser su vagabundo es un privilegio, y seguir "buscando lo absurdo" un necesidad.

    Enhorabuena por la ruta. Un abrazo

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    1. Necesidades las nuestras fáciles de satisfacer. Un rincón natural, unas sendas poco transitadas, unas piernas para llevarnos y a por ello. Un abrazo y que el árnica montana nos acompañe.

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