lunes, 6 de mayo de 2013

Peña del Mediodía, o Picón. Genuino representante de la Sierra de Guara.


No parece que sea este un pico muy visitado, y eso que ahora la senda ha sido limpiada y marcada convenientemente, cosa que agradece la piel y la ropa de quien se aventura por ella, ofreciendo  su ascensión la oportunidad de adentrarse en lo más solitario de la Sierra de Guara.
Desde la distancia presenta un aspecto retador, irguiéndose sobre unos contrafuertes rocosos en apariencia difícilmente franqueables. Después, en el trato corto, pues se deja subir. Hay que, eso sí, atinar con la trocha correcta, no perder los mojones, afrontar una tirada final de unos 200m de desnivel con una pendiente de las que hay que tomar con determinación y superar un paso aéreo y delicado bien asegurado por una cadena; en resumen, un recorrido completo por un paraje típico de la Sierra de Guara, en un entorno de barrancos, moles de conglomerado, vegetación abigarrada y con unas vistas extraordinarias tanto a lo largo de marcha como desde la cima.
Para iniciar la excursión hay que acercarse a la localidad de San Julián de Banzo y, antes de entrar en el pueblo, tomar una pista a la derecha, bien señalizada, hacia San Martín de la Val d’Onsera. Dicha pista, a escasos 15 metros de haberla iniciado, se bifurca de nuevo a la derecha, hacia el parking de San Martín, si bien, para ir al Picón, no hemos de coger éste, sino un segundo desvío, también a la derecha, que sale unos 20 metros después de haber pasado el anterior y por el cual llegaremos al lugar donde se dejan los coches, tanto para ir a la Peña de Amán como al Pico del Mediodía o Picón.
El paraje está fresco y húmedo, los farallones rocosos se alzan sobre una superficie verde de arbusto bajo. La mañana incita al trote por la senda, ligeramente descendente hasta cruzar el barranco de San Martín, para luego continuar en claro ascenso hacia el Collado de Sopilata.
El agua rezuma y gotea sobre los característicos estratos de arenisca, la humedad flota en el ambiente. Resulta delicioso correr por esta trocha, donde bojes y aliagas flanquean la marcha.

En el ascenso dejo a la izquierda el sendero que se dirige hacia la Peña de Amán, mientras yo sigo recto. Posteriormente desciendo unos metros y cruzo el barranco de la Corbeta, retomando la senda al otro lado; voy bordeando los farallones de conglomerado. A la vista tengo ya el Collado de Sopilata. Por entre las carrascas aparece la proa de la Peña de Mediodía o Picón, haciendo honor a su nombre. Voy imbuido por un paisaje que alegra mis pensamientos.

Alcanzado el collado me detengo un momento. El paisaje es hermoso:
Hacia la derecha, la silueta completa del Picón mostrando la cara Sur, con sus dos cimas, la Oeste, la más próxima y puntiaguda (1.403m) y la Este (1.402m), formando entre ellas una estrecha meseta ligeramente deprimida en el centro.

Hacia la izquierda 3 peñas principales: al fondo, el salto de Roldán, con las Peñas de San Miguel (cima plana y con restos de una construcción), algo tapada por la más próxima, la de Amán, y en primer término, el Pico de Sopilata. 

La vegetación lo cubre todo con una engañosa y acogedora apariencia, cuya punzante realidad se experimenta en cuanto uno se sale de la estrecha senda. Zona para “jabalinear” como pocas, tan pronto como uno se despista lo más mínimo.
Doy la espalda al Sopilata y me encamino hacia el barranco del Águila, al pie de la cara Sur del Picón, por una senda estrecha que discurre entre espesas carrascas, bien marcada y con evidentes signos de “estar recién abierta”. La neblina que envuelve la zona va y viene, sin acabar de disiparse, manteniendo una humedad persistente que lo moja todo. Huele a boj, las prímulas y los narcisos jalonan esta primera parte, camino de la Peña del Mediodía.

Aquí hay que correr con cuidado, las piedras resbalan y las abundantes raíces aflorando obligan a extremar la atención.
Y así, sin darme cuenta, entre matas de boj y carrascas, alcanzo el lugar donde comienza el empinado ascenso final hacia el Picón buscando el punto débil de su estructura, una travesía lateral en la pared de conglomerado, para alcanzar un embudo entre las dos cimas, y posterior subida por ladera muy pendiente hasta salir próximos a la punta Oeste. Observo aliviado que el sol ha cobrado fuerza momentáneamente. La roca se irá secando.

Siguiendo los mojones, que procuro no perder, voy trepando por las franjas rocosas en busca del paso de la cadena. El entorno solitario y agreste hace que vaya con los cinco sentidos puestos en ello.
Enebros y bojes enraizados en las pétreas paredes, aprovechando cualquier zona con un mínimo de sustrato, completan una estampa típica de la orografía y paisaje de Guara.

Una estrecha trocha pedregosa conduce hasta el inicio de “la travesía de la cadena”. Un enebro pequeño enganchado al conglomerado, junto con una cuerda colgante, pegada a la pared, señalan la entrada “al paso”.

Antes de comenzar con la faena me hago las siguientes reflexiones: a) tengo suerte de que la roca esté seca (espero y deseo que no acabe lloviendo), b) la cadena aporta una seguridad reconfortante en la travesía horizontal (muy de agradecer yendo sólo), y c) como del extremo de cuerda colgante me fio poco (a saber las inclemencias que ya haya tenido que soportar), me ayudo del oportuno y pequeño enebro que hay en la entrada del paso (parece mentira lo bien enraizado que está) para dar comienzo a la travesía.

Son unos 8 metros de flanqueo lateral, muy bien asegurados por el pasamano de eslabones. Al finalizar, me giro y veo al fondo, ya lejos, cómo se recortan las siluetas del collado y pico de Sopilata. 

El resto del itinerario consiste en ir superando de nuevo varias terrazas, con gran patio, hasta salir casi al lado de la cima Oeste del Picón.
Desde la soledad de esta atalaya, y bajo la tenue niebla que ha vuelto a adueñarse del ambiente, puedo contemplar el Salto de Roldán, entre las Peñas de Amán (en primer término) y San Miguel.

A pesar de mi creciente inquietud por la persistencia de las nubes (¡Sólo faltaría que lloviera, aunque no fuese mucho, y tuviera que “disfrutar” del conglomerado mojado!), decido acercarme a la punta Este de la Peña del Mediodía siguiendo una estrecha y sencilla senda entre los erizones. Desde ella observo la gran pendiente de la ladera por la que ha discurrido el itinerario de ascenso.

Sin más demora retorno a la punta Oeste para comenzar a bajar, cosa que hago con sumo cuidado, tanto a dónde poner el pie como a no perder los mojones, para alcanzar rápidamente el flanqueo de la cadena antes de que pueda llover.
Una vez que dejo atrás “el paso”, y como parece que la amenaza de lluvia se queda en nubes, decido que es el momento de hacer un alto para comer un plátano y beber un gran trago de agua, mientras contemplo, ahora ya más relajado, los escarpes de la Cresta de la Cobeta, enfrente, al otro lado del barranco del Águila. Es el primer bocado (y acabará siendo el único) que tomo desde que comencé la marcha esta mañana.

Una vez de vuelta al fondo del barranco puedo retornar a la carrera, literalmente envuelto por carrascas y altos bojes (de más de 2 metros de altura) e impregnado de  su característico aroma, mientras en la lejanía se recorta la silueta de la Peña de San Miguel.

Desde el Collado de Sopilata se tiene una vista espectacular del cauce del río Flumen separando nítidamente el verde oscuro del monte bajo de Guara, del verde claro y brillante de los campos de de cultivo de la Hoya de Huesca.

Última mirada hacia la Peña del Mediodía antes de iniciar la carrera hacia el coche, a donde llego con la gran satisfacción de haber deambulado por una zona muy silvestre, a menudo asilvestrada, durante una corta jornada en la que no me crucé con nadie, adentrándome en los cautivadores entresijos de la Sierra de Guara que tanto atractivo tiene y que tantos rincones ofrece todavía por descubrir. 

6 comentarios:

  1. Qué maja es la subida al Picón, qué majas también sus vistas y qué solitario.
    Todavía puede ser más asilvestrado si bajas por la otra vertiente del Picón, donde hay que salvar una vertical pared con unas clavijas que nos deja en una barranquera, que en los mapas aparece con senda, pero que no existe. Ahí si que se jabalinea de lo lindo!!!
    Enhorabuena por explorar estos insólitos lugares guareños tan preciosos.

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    1. Sabía de su existencia. Lo había leído en tu blog. Me acerqué a ver la entrada, desde la cima Este, pero como mi preocupación era no pillar roca mojada en la bajada, y el tiempo andaba incierto, decidí que, yendo sólo era mejor dejar esa exploración para mejor ocasión, porque es tan bonito que ya tengo pensado volver.
      La Sierra de Guara es un insólito y poco visitado lugar, que nunca defrauda. Un seguro de pasarlo bien en plena naturaleza.
      Tengo que convencer a Manuel para que venga por allí también. Salud y Montaña, Silvia.

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  2. Guara: cárcavas profundas, trochas estrechas, sotobosque en estado puro, caminos pindios, y además algo de ferrata. ¡Vaya lugar! Compendio de un prepirineo con entidad propia. Ya estoy convencido. Hace falta un plan. Salud y Montaña

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    1. Haremos ese plan, y lo pondremos en marcha antes de que se aposente "la calor", que el tiempo todavía es proclive,y como casi siempre, a la hora de llevarlo a la práctica, sobre la marcha y como quien no quiere la cosa, introduciremos alguna "ligera" deriva, quizás un detalle o una observación aparentemente inocente, cuya consecuencia será que de hecho enriqueceremos tal plan con una puesta en práctica infrecuente y que nos permitirá vivir el entorno en toda su amplitud. Salud y montaña, Manuel.

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  3. Guara, sierra que no conozco y que va siendo hora de ir a visitarla. Este país tiene tantos rincones, que serían necesarias más de una vida para conocer todos. No nos queda más remedio que aprovechar al máximo la que tenemos. Bonitos lugares nos muestras Carmar.

    Un saludo

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    1. Toda una vida no es suficiente para abarcar todo lo que hay ahí fuera, así que vamos dedicando nuestras inquietudes y tiempo disponible a conocer y apreciar a fondo lo que está a nuestro alcance, porque ello nos da vida. "Ja dormirem quan ens morirem", o lo que es lo mismo "Ya habrá tiempo después para descansar, cuando no haya otro remedio". Gracias por leer y opinar. Tus palabras son muy motivadoras. Salud y Montaña, Rafa.

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