lunes, 9 de julio de 2012

Pico Gratal, desatendida atalaya sometida al peaje de tener vecinos poderosos.


La vista se dirige inevitablemente al llamativo Pico Gratal cada vez que se enfila el puerto de Monrepós saliendo de Huesca rumbo al Pirineo. Su altiva y rocosa cara Sur se yergue sobre la Hoya de Huesca; se intenta, sin conseguirlo, trazar un itinerario imaginario de subida, pero tan pronto como las curvas de la carretera requieren de tu atención el Pico pasa a segundo plano y se deja de lado. Y ahí se queda él mientras uno se centra en la conducción, camino de cimas más altas en el cercano Pirineo.
El camino parte del pantano de Árguis y discurre por la vertiente Norte, cuya accesibilidad contrasta con la disuasoria y abrupta cara Sur. Hoy es el momento adecuado para visitar a este cercano desconocido que hace tanto que espera.
Son las 9 de la mañana cuando emprendo la marcha. Me detengo unos instantes en la presa, abocándome sobre el murete para contemplar las aguas embalsadas.

Recuerdo que alguien, hace años, un día de mediados de marzo, se fue del lugar, entre el aire y el frio, echándose dentro, habiendo dejado su bicicleta cuidadosamente apoyada contra la piedra. Este suceso, y los pescadores que habitualmente se apostan con sus cañas, conforman la imagen que siempre tengo cuando paso junto al pantano y al paredón de hormigón que retiene sus aguas. Nunca hasta hoy había ido más allá.
La comodidad de la pista que sale a continuación de la presa, con el pantano a la derecha y la montaña a la izquierda, permite un trote sostenido de calentamiento. La pendiente es suave, las sensaciones son buenas, y de momento, aunque los pinos y bojes son de pequeño porte, la sombra del Norte protege del sol.
Al poco, unos 10 minutos, se alcanza un cartel indicador, hacia la izquierda, marcando el camino hacia “Las Calmas”. Se dejan de lado cartel y barranco, y se continúa por la pista hasta llegar a una bifurcación. Hay que tomar el ramal de la izquierda.
Hace un rato que la pendiente va picando más pronunciadamente, el sol también comienza a picar sobre los hombros, la sombra se va retirando y el arbolado sigue siendo bajo. El aroma a boj se intensifica con el calor.  Vuela la mente, las zancadas resuenan amortiguadas, la ligera mochila se mantiene bien ajustada, las solanas alternan con las umbrías.
La bruma mañanera va disipándose, dejando una claridad que permite saborear unos paisajes frescos y diáfanos.

La buena pista llega a otro barranco, el segundo, donde, al no poder continuar de frente por unas paredes, hace un giro cerrado a la izquierda. En este punto otro cartel indica "Pico Gratal" e invita a subir directos por el barranco, aprovechando el camino realizado para un gaseoducto y que está jalonado por los rótulos amarillos que marcan el trazado de la oculta tubería. Ahora la senda comienza a empinarse de veras.
Al fondo se ve un cortafuego cuya pendiente infunde respeto. Asumo que he de seguir directo, ajusto el trote ante semejante hecho y ….. justo antes de ponerse más duro, unos mojones de piedra señalan un sendero a la derecha que se adentra entre arbustos. Sin dudarlo, abandono gustoso la idea del cortafuego, y me voy hacia el amparo de la sombra de la senda.
La trocha sube cómodamente siguiendo el barranco por la izquierda, derivando ligeramente hacia la derecha, discurriendo por entre pinos y bojes.

El terreno mantiene la humedad y algo del barro originado por las tormentas de los días anteriores. Hay que ir con cuidado para no resbalar.
El paso va estrechándose y los erizones en flor empiezan a tomar posesión del terreno. Se agradece llevar las piernas cubiertas y protegidas de los refrotones con estas espinosas matas, robustas y engañosas, que tan acogedoras se muestran de lejos y tan ariscas al tacto resultan de cerca, así que mucho ojo con un descuidado traspié que te lleve a caer sobre ellas.

Finaliza la subida por el sendero y éste desemboca en un prado pletórico de colorido. Quedas momentáneamente anonadado por la explosión de luz y naturaleza. Erizones en flor (genista), bojes, y en lo alto, la luna.

El sendero gira hacia la izquierda, apuntando de nuevo hacia el gaseoducto. En un par de minutos se llega a una pista, en la que se ha de tomar el sentido de la izquierda.
En un par de zancadas más la pista se bifurca, y los mojones inducen a tomar la variante ascendente de la derecha. Los diversos desvíos siempre están muy bien marcados por hitos de piedra.
Sobre la vegetación, únicamente de boj y genista, asoman las cortantes aristas de la roca caliza propia de la zona.

La pista alcanza una loma desde donde  por fin se da vista al Pico Gratal, que destaca de forma muy llamativa, mostrando su verde pala cimera, por donde discurre la vía normal de acceso a la cumbre.

Para llegar al pie de la pala hay que bajar a la pradera, unos 70m de desnivel,
pasando junto a una caseta pequeña detrás de la cual hay una
fuente, interesante si no hemos tenido la precaución de acarrear el agua
Los mojones indican perfectamente el camino a seguir hasta alcanzar el comienzo de la directa subida final consistente en una estrecha senda bien asentada, discurriendo en fuerte pendiente hasta arriba, por entre matas de boj de poca altura que sirven de asidero en más de una ocasión, sobre todo a la bajada.
Desde la cima del Pico Gratal (1.536m) las vistas son amplias y espectaculares, sobre todo en un día claro como el de hoy.
Hacia el sur está la enorme planicie de la hoya de Huesca,  hacia el Este, las sucesivas ramificaciones de la Sierra de Guara culminan con la más lejana silueta de la Peña de Guara, el pico más elevado del conjunto.

Hacia el norte las montañas lo inundan todo, con el Pirineo al fondo, destacándose la frontera de tresmiles que nos separan de Francia.

En estas contemplaciones el tiempo pasa sin sentir, y tras un rato en la cima, un plátano, agua y barrita energética (¡todo un banquete!), toca bajar por el mismo camino, prestando atención a no resbalar por la pendiente, emprendiendo la vuelta al coche por el itinerario de subida.
El recorrido es tan franco y las sensaciones tan buenas, que permite hacerse corriendo en todo momento, con paradas ocasionales para mirar hacia atrás y tomar alguna foto o para ajustar una zapatilla.

Pronto alcanzo a ver de nuevo la presa del embalse, llegando al coche a las 12h, con tiempo suficiente para estirar bien (la lesión recién superada aún me recuerda cuán importante es esto, y cuantas veces lo pasamos por alto), recoger todo y estar de vuelta en Zaragoza en hora para comer, tras haber realizado un recorrido de unos 15km, salvando un desnivel total acumulado de unos 700m de D+, por una zona tan próxima, tan colorida en esta época del año, y tan “dejada” a causa de estar en un enclave donde otros destinos acaparan la mayor parte de nuestra atención. Vamos, que si no es por la dichosa recuperación, a lo mejor no habría tenido la oportunidad de dedicarle tiempo, lo que hubiese supuesto una gran oportunidad perdida.

2 comentarios:

  1. ...Me recuerda al Matterhorn...
    d:D´

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    1. Running up this little Matterhorn, as alone as I could be.
      I reached the top, and when I stopped I heard a mystic melody.
      Seguro que el P. Gratal agradece de veras la magnífica comparación. Ya era hora de que alguien lo rescatara de su abandono.
      Por mi parte, la melodía la sentí durante todo el recorrido, y especialmente en la cima, extasiado por las vistas. Salud y montaña Deicar.

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