domingo, 10 de junio de 2012

Rudimentarios asientos que acaso nos esperan


Están ahí, en los rincones por los que pasamos, o a lo largo de las veredas por las que deambulamos a largas zancadas.

No los solemos usar, pero sí que los miro. Si es caso, alguna vez apoyamos sobre el  borde la zapatilla para ajustarla mejor, o descansamos la mochila mientras estabilizamos la carga o buscamos el chubasquero cuando comienza a llover.

Han estado ahí desde hace mucho; estoicos, indiferentes a las miradas de soslayo, pacientes, ofreciendo su lomo a sabiendas de que en algún momento, algo más que la vista, la zapatilla o la carga posaremos.

Mientras transitamos acelerados ellos perduran, esperan sosegados viendo deambular a los que, tarde o temprano, interrumpirán su animoso caminar y se les acercarán para compartir un rato.

No se mueven, pero tampoco es preciso, ya acudimos, y cuando esto sucede, su tosca robustez se torna temporalmente amable y acogedora.

Los que más me atraen, y con los que mayormente topo, son en su mayoría humildes y sencillos; una simple piedra o un elemental tronco transformados en modesto asiento.


Poco cómodos a simple vista, aunque algunos traten vanamente de disimularlo con pretencioso respaldar.

Todos al cabo del rato resultan duros, muy duros, lo cual les confiere la común característica de que es la sensibilidad de la rabadilla la que determina el momento de levantarse, al percibir ese dolor sordo e intenso con el que acaba la sesión de reposo y que obliga a soltar un ¡Ay! mientras de reojo miramos en derredor.

Retornamos nosotros a la marcha, quedando ellos de nuevo solitarios.

5 comentarios:

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    1. Belleza y sensibilidad. Con la entrada de hoy, la vista y el oído pueden cerrarse con paz y sosiego hasta mañana. Gracias.

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    2. Sentidas palabras que tocan el interior. Tal como dices, tras ellas, puedes recogerte confortado, buscando el cobijo del sueño, que todo mal amortigua. Mañana se hará de nuevo de día y faltará menos para volver a deambular con ánimo y energía. Salud y montaña brother.

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  2. ...La soledad del corredor de fondo se encuentra en recíproca respuesta de las soledades de los bancos del fondo. Son estos quienes ayudan a descansar, bien sentados, bien tumbados si fue menester. Pero siempre pendientes para en cualquier momento, circunstancia o tiempo, ofrecer reposo y sustento. Necesarios al abrigo de los muros, bajo los árboles, a pleno sol y rendimiento me venía yo peguntando cuál era el motivo de tan dedicada página; sin encontrar respuesta ni palabras que escribir, por fin caí en la cuenta y ahora sí puedo decir. Es metáfora de un dolor, es metáfora escondida de una hinchazón, estaba escondida tras un traspiés y, no sólo en las palabras estabas describiendo lo ocurrido sino que el necesario y obligado reposo de una cura algo larga. En determinadas ocasiones vemos bancos vacíos (a algunos les inyectan parné, pero no son de los que hablo)que se pueden llenar con un sólo cuerpo solo o con dos; si es siesta, tumbados; si es cansancio, sentados. Pero si es lastimoso, esperando.
    Es cierto que no son cómodos para no hacer de ellos nuestro acomodo diario, aunque muchos se incomodan cuando los ocupamos por completo y no encuentran otro donde respirar temprano.
    En ocasiones veo taulas bajas, veo aras de sacrifico...deportivo, veo tablas, camas rasas de frescas piedras, de maderas cálidas, de horizontales ocasiones que requieren prolongadas curas por carreras largas.
    Qué te mejores, y la próxima dilo más claro...agua?...jeje
    Saúde, Ceibedade e Esquilmo
    d:Deíca-r d:D´

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    1. Al solitario deambulador, visitador silencioso de lugares y parajes, sus pensamientos le acompañan como permanente compañero.
      Zapatillas, mochila ligera, ánimo, atención y unas cuantas horas por delante para sentir y pensar.
      Por las trochas transitando, fijándose y grabando en la mente el entorno, aprende a amortiguar el quejido. Así se mimetiza y entronca con el lugar.
      Pasa desapercibido, no hace ruido ni se deja aconsejar, pero sí agradece, levemente sonriendo, y alzando los ojos, cuando percibe un apoyo, un gesto de ánimo, que conforta y ayuda en su proceso.
      La metáfora, cuando es cabalmente interpretada, satisface el doble.
      Salud y montaña, amigo Deicar.

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