domingo, 20 de mayo de 2012

Tras las rejas.

Los veo a través de las rejas, sin saber si están preservados o retenidos. Da la sensación de que piden que les presten atención, esperando que alguien se acerque y los contemple.
Abigarrados,  exuberantes, apiñados sin aparente orden ni concierto se muestran algunos.

Más distantes y sobrios se manifiestan otros.

A veces, al pasar, se oye desde fuera una actividad vibrante, un jolgorio descarado de pájaros albergados en sus ramas.

Los vocingleros se serenan temporalmente y alguno de ellos hasta se posa en tierra de vez en cuando, sin alejarse demasiado del vecino cobijo, por si acaso.

Están recluidos pero no se quebranta su dignidad. Sufren condena por delitos que no llegaron a cometer aunque quizá sí los presenciaron.

Cadena perpetua llevada con  gallardía, no exenta de cierta resignación por el hacinamiento impuesto junto a otros distantes congéneres, con los que el tiempo obliga a avenirse.

El aroma de la frondosa espesura sale a través del enrejado, alcanzándome de pleno.

Sometidos y alineados llevan adelante su existencia, evolucionando con las estaciones. Estoicos inviernos seguidos de pletóricas primaveras que dan paso a sofocantes estíos precursores de flamígero otoño.

¿Acaso ofende su belleza y por eso están tras las rejas?

Los han dejado confinados, y sin embargo reaccionan, percatándose a través del enrejado, de la penetrante y curiosa mirada de mi yo transeúnte. - ¿Aprecias lo que ves?

Abocados, aferrados en desigual y vana pugna con las recias barras, se retuercen y asoman propiciando el fugaz contacto que desde el exterior se rehúye por áspero y desconocido.

Amenazantes barrotes someten cualquier exceso. El altivo porte se ha de conformar con lucir contenido, atrayendo desde lo alto ¿Sabemos alzar la vista y atender a la imperceptible llamada?



Y yo prosigo mi camino contemplando su vida, la vida, a través de las rejas.

4 comentarios:

  1. Bos días:
    Llevo días dándole vueltas a unas fotos en las que me quiebro la cabeza para saber por donde empezar. El caso es que también están tras las rejas, otras, pero tras ellas. Aquí, entre tanta reja me pregunto si como todo cautivo no vivirá más que en los peligros del bosque, amenazados por incendios o talas furtivas. ¿No seremos nosotros los cautivos (de ellos) que nos franquean de vez en cuando las barreras para sentarnos bajo sus sombras? Para leer, para dormir, charlar, respirar…otro bocadillo o un refresco…
    Muchas veces se delimitan espacios para distribuir una demografía de cemento y alquitrán de otra de tierra, de otra tierra; demografía que si la dejas cubriría incluso la orografía de sus alcorques, de sus sombras, de sus copas y embriagarían de peso sus comarcas ahora delimitadas por barrotes que los protegen...Creo (pero sin fe)
    Breves saludos
    Deica logo amicus...
    [PD: Para cuándo vas a quitar las letras de sus casillas de coments...]

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    1. Algo cautivos, mejor diría yo "cautivados" por ellos, sí que debemos ser, cuando vamos a buscarlos allá donde estén. Tan hermosos son, que capaces somos de marchar, trotar y correr entre ellos con el sólo objetivo de verlos, olerlos y sentirlos ¡Hurra por los barrotes protectores! que en las ciudades nos los preservan. De alcorques recalcitrantes que se encaran al cemento y al asfalto ya hablaremos en próxima ocasión. Salud y montaña amigo Deicar.

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  2. Bonita entrada, es curioso pero en todas nuestras ciudades tenemos cárceles parecidas. Preciosos presidios que a mi juicio protegen a sus moradores lo mismo que las paredes de un valle o de un barranco proporcionan abrigo y sombra a los árboles que prosperan en su interior. ¡¡Un saludo!!

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    1. De veras agradezco que con tantísimas carreras como corres, y cuyo sentimiento y sensaciones tan bien trasmites en tu blog, encuentres tiempo para no sólo leer mis entradas, sino también para comentarlas. Coincido plenamente en tu juicio ¡Ánimo y a no desfallecer!, que la temporada de carreras y alta montaña en zapatillas no ha hecho nada más que empezar. Salud y montaña tocayo.

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