domingo, 13 de mayo de 2012

Callejón de la Abeja desde el Canto del Berrueco. Recorrido inusual para “paladares” exigentes.

Que por mayo era, por mayo, cuando face la calor, cuando las jaras se ponen de blanco, y muestran los cantuesos la flor.
Comienzo algo tarde una excursión para innovadores, apartada de los recorridos habituales, buscando enlazar zonas agrestes y con encanto.
 La cigüeña vigilante y atenta, ajena a las cercas y vallas que delimitan las propiedades privadas, ya está “a la faena” sobre el Canto del Berrueco (950m).
Son las 9:30h cuando comienzo el trote por el sendero, en dirección al Hueco de San Blas, remontando el Arroyo Mediano. Alcanzo la zona de aparcamiento de la Fuente Grande, cruzo la barrera que cierra la pista,  y sigo la misma durante 1,5km, por medio de fresco pinar hasta encontrar, a la izquierda, los mojones que marcan el inicio de la trocha que asciende hacia el Oeste; por medio del bosque y todo tieso salva 300m en menos de 1km,  hasta enlazar con una pista superior. El hambre ha venido a sumarse a la sed (está claro que me he alimentado escasamente los días anteriores), así que, en vista de la situación y de la pendiente que vislumbro, hago un alto antes de afrontarla, tomo media barrita energética, echo un trago de agua (pienso que ¾ de litro van a resultar escasos), saco los bastones, y comienzo la cuesta con decisión y entereza, siguiendo los hitos, en dirección al Collado de la Ventana.
Alcanzo la pista superior, la atravieso, busco los mojones del otro lado, para seguir subiendo, y como no los encuentro, recuerdo mentalmente el consejo básico del manual del “perfecto bosqui-man”, que dice: “Cuando ascendiendo por un bosque vas, y las marcas o sendero dejas de ver: sube recto por la línea de máxima pendiente que la vegetación y tus fuerzas te permitan”. Tras el esfuerzo de memoria no me queda otra que aplicarlo, y comienzo “por libre”, aproximándome a un claro entre los árboles, del que afloran unas rocas, para buscar alguna referencia visual.
Bien abajo queda ya el verde Hueco de San  Blas, al pie de la Najarra, con la Cuerda Larga extendiéndose desde ella hacia la izquierda, por los Bailanderos.
Hacia arriba, la mole granítica que reúne a la Pared de Santillana y La Torre de los Buitres, lugar hacia donde me dirijo, recibe el sol de pleno.
Una vez orientado retorno al bosque y enseguida alcanzo la escondida y atractiva Lagunilla del Lomo, ubicada en la única hondonada que ofrece esta empinada ladera por la que transito. Hermoso y atípico lugar que pone una pincelada de sosiego en el esfuerzo.
La bordeo, retomando la ascensión tras esta breve tregua, ¡Encontrando de nuevo los mojones desaparecidos!
Apuro la sombra que dan los pinos cada vez más escasos, y la que proporciona la cara Norte de las rocas a cuyo pie discurre la traza, saliendo a la descubierta del sol, para alcanzar poco después el Collado de la Ventana (1.785m).
Hago un alto, termino la media barrita energética que empecé en el Hoyo, tomo un plátano y un trago de agua, que decido racionar a partir de ahora porque, como voy bien de tiempo, opto por alcanzar la entrada del Callejón de la Abeja haciendo un rodeo.  Sigo la Senda Termes bordeando el Cerro de los Hoyos hasta pasar a la vertiente Norte, y desde allí llegar al Collado de los Hoyos (1.800m).
No es el itinerario más habitual y lógico, pero esto va hoy de “trazados inusitados y atractivos”. El tramo es muy pedricero, y tiene dos puntos de especial entretenimiento. Así que a por ello, que el calor aprieta cada vez más.
Las marcas amarillas y blancas indican el camino al pie de las moles grises de granito que conforman el Cerro de los Hoyos. El primero de los pasos se muestra justo enfrente, en forma de fisura estrecha “por la que desafortunadamente no se cabe”, así que hay que entretenerse trepando por el lateral exterior izquierdo para, una vez arriba, “descolgarse dentro” en la parte superior final de la misma ¡No defrauda!
Tras esto, recompongo el ánimo, respiro hondamente un par de veces, y sigo las marcas hacia la cara Norte.
Llego a un mirador desde el que, por entre las rocas, entreveo el apacible verdor del Hueco de San Blas, pero no me entretengo en la contemplación, porque el segundo “pasito”, el que te deposita al pie de la cara Norte, hay que darlo de forma controlada para que el aterrizaje sea suave. No tiene mucha dificultad, pero las piernas se quedan cortas para llegar al suelo, así que exige algún que otro jeribeque corporal que conviene calibrar bien.  
Una vez hecho, alcanzar el Collado de los Hoyos no presenta dificultad alguna. El sendero es claro y los hitos guían.
Desde él, el visible Collado de la “U”, portal del Callejón de la Abeja, se alcanza fácilmente, coincidiendo este corto tramo con el recorrido habitual que recorre la Pedriza Posterior.
El collado de la "U" visto desde el collado de los Hoyos
El descenso por el Callejón es pendiente y agradable. Sé que podré reponer agua en el arroyo que nace a la altura de la Aguja del Sultán, y eso me anima, porque el calor aprieta aquí de lo lindo. Es plena cara Sur.
La Aguja del Sultán desde el Callejón de la Abeja
Las Damas, desde el Callejón de la Abeja. Al fondo el Caballito de Ajedrez y las Buitreras.
Llego al lugar donde he de abandonar el Callejón para adentrarme en el bosque que, desde el Prado Peluca en la Pedriza, asciende al collado de la Ventana, acompañando al arroyo del mismo nombre. El entronque se encuentra en la cota de 1.450m. Subo por el sendero principal del fresco bosque hasta encontrar “la vira” hacia la derecha (en el sentido subida) que, a la cota de 1.650m, tomo, abandonando la vereda por la que venía, y por la que, sin perder altura, bordeo las Buitreras y alcanzo la Pradera de Navajuelos en el camino hacia mi próximo destino, el Collado de la Dehesilla (1.451m).
Curiosas y muy particulares son las formas rocosas que jalonan este tramo, cuya interpretación y bautismo dejo al albedrío e imaginación de cada cual.
El Mogote de los Suicidas tiene hoy compañía.
Voy corriendo a la velocidad que el calor, ahora sofocante, me permite, buscando llegar al siguiente punto del itinerario y en particular al arroyo que nace unos metros por debajo del collado, en la vertiente del Hueco de San Blas.
El descenso por la ladera del risco de Mataelvicial es rápido. La sed aprieta. El collado de la Dehesilla, inusualmente desierto, muestra el efecto benefactor de las lluvias que ha recibido las semanas pasadas, aunque yo me entretengo sólo lo necesario para: acabar la comida y el agua, antes de emprender la bajada hacia el Canto del Berrueco.
Collado de la Dehesilla.
El sol es aplanador. Confirmado que he empezado tarde la marcha. Usé el baremo del invierno para el primer día de agobiante verano. Encuentro el agua, lleno la botella; está bien fresca y me da el empuje para este último tramo, ¡Todo bajada ya hasta el Canto del Berrueco!
Las tiernas hojas del roble proporcionan exíguas sombras en esta vaguada tan soleada
Llego al coche a las 3:30pm, tras haber realizado un recorrido de 18km, salvando un desnivel acumulado de 1.300m de D+, en un día de tórrido calor veraniego de este mes de mayo, encadenando varios parajes llamativos, agrestes y poco frecuentados, que por sí mismos ya merecen una visita individualizada por parte de quien decida conocerlos.

6 comentarios:

  1. Bos días Carmar:
    ...Que por mayo el sol hace jeribeques al calor de junio...
    [Suenan bien esas palabras con retórica de castellano antiguo, al desuso, aunque vigentes]
    Recorrido alucinante, en sentido inverso, inusual y entretenido. Genial.
    De las buenas fotos sólo tengo buenos ojos para verlas. Cómo se disfruta...
    [Pero el agua de los arroyos circunstanciales transporta pocos minerales. ¿Más bien deshidrata?]
    Breves saludos
    Salud, Libertad y Monte
    Deica d;D´

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cierto que los arroyos recién nacidos pocos minerales transportan, es por eso que acarreo yo los elementos esenciales aparte, en forma de polvos, para añadir en el momento oportuno. Cuestión de reducir al máximo el peso en la mochila. Salud y montaña dilecto Deicar.

      Eliminar
  2. Siguiendo un trazado serpeteante, a la par que disfrutón, vuelves a dar otra vuelta de tuerca al espacio que delimita La Pedriza por su parte este, desde ese lugar con topónimo indicador de vacío cuando más bien debiera calificarse de auténtico corral o circo montañero. Salud. Manuel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuan verdad es, Manuel, que en cuanto alteras los sistemas clásicos de referencia, moviendo el origen de las coordenadas a tu criterio, empiezan a aparecer itinerarios raros e interesantes que al modo tradicional nunca se nos habrían ofrecido. Es una de las ventajas de dejarse llevar por los sentidos, asimilándonos en un entorno que en los orígenes fue el nuestro. Seguir la llamada de la Naturaleza, ni más ni menos. Salud y que la sigamos escuchando mucho tiempo. Hasta pronto.

      Eliminar
  3. ¡Pardiez, cuan razón tienes!. Los sentidos nos llevan por el camino, con el olfato del buen catador y la curiosidad innata del rapaz, para descubrir ese no se qué dificil de describir para aquéllos que no deciden subir, ver y vivir desde las alturas las emociones que proporciona un sencillo ejercicio de escuchar, percibir y otear a nuestro alrededor. Al final, bajaremos a regañadientes para contar y no parar nuestras vivencias, porque de eso se trata de narrar Historias. Sigamos escribiendo con pulso firme nuestra propia trocha. Pura vida

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Satisface enormemente estar en sintonía con los compañeros y amigos. Gracias Manuel, continuaremos viviendo y escribiendo nuestras propias trochas.

      Eliminar