sábado, 24 de septiembre de 2016

La Maliciosa por la Barranca y la Cuerda de las Cabrillas.


La Maliciosa (pico más elevado); a su dch. el Peñotillo; delante la Cuerda de las Buitreras. Más a la izq. el Collado del Piornal. Vista desde la Cuerda de las Cabrillas
Ascender a la cima de la Maliciosa por cualquiera de los itinerarios de su cara Sur conlleva estar dispuestos a superar cuestas muy empinadas, pues se salva un gran desnivel en pocos kilómetros.

En esta ocasión trazo una circular que, subiendo por la Barranca hasta el collado del Piornal (2.074m), permite enlazar el Pico de la Maliciosa (2.227m) con el Alto de Guarramillas (2.258m), para después recorrer en descenso la Cuerda de las Cabrillas (1.950m) hasta el collado de los Emburriaderos desde donde, por el Camino de la Tubería, enlazar con el Mirador de la Barranca (1.750m), descendiendo finalmente al punto de partida en el Hotel de la Barranca (1.150m). En resumen, un circuito de unos 15 kilómetros de longitud, salvando un desnivel total en ascenso algo superior a los 1.000 metros de D+.

La subida por la Barranca hasta el collado del Piornal, que consta de tres partes bien diferenciadas, se inicia suavemente y se termina resoplando a fondo.

En verano conviene empezar suficientemente temprano como para que el sol comience a darte cuando ya estás asomando al collado, de otra manera el último y fuerte repecho puede resultar bastante penoso.

La primera parte, saliendo de la zona de aparcamiento que hay junto al hotel de La Barranca (1.150m), consiste en un agradable y paulatino ascenso en dirección Sur – Norte por la buena pista que atraviesa el pinar, aguas arriba del río de Navacerrada, flanqueados por la Cuerda de las Cabrillas (a la izq., en sentido subida) y por la Cuerda de las Buitreras (a la dcha., en sentido subida), pasando por un par de fuentes, la de Mingo (1.550m) y la de la Campanilla (1.675m), donde aprovisionarse de agua es posible y conveniente, pues no se encuentran más durante el resto del recorrido.

Cuerda de las Buiteras
 
En la segunda parte la pista se transforma en un sendero que, orientándose de Oeste a Este, se interna en el Regajo del Pez. Los helechos y los brezos van sustituyendo a los pinos.  Doscientos metros de desnivel por pendiente pronunciada hasta alcanzar la altitud de unos 1.850m, a partir de la cual comienza,

 
Cuerda de las Cabrillas, desde la Barranca
La tercera y última parte que se supera por una descarnada y a tramos deslizante senda, muy empinada. Piornos de bajo porte y algún pino aislado por toda vegetación. Los vientos soplan violentamente en estos altos. Doscientos metros de cuesta en la que hay que centrarse, hasta alcanzar los 2.050m de altitud, punto en el que la pendiente se suaviza para alcanzar el Collado del Piornal (2.074m).

Última parte de la ascensión al Collado del Piornal
Llegando al Collado del Piornal
En el collado puedo recuperar el aliento mientras contemplo los contornos de la Pedriza.

Contornos de la Pedriza
Seguidamente asciendo al pico de la Maliciosa (2.227m), la cima está muy concurrida debido a las personas que suben partiendo del Puerto de Navacerrada (1.868m) o desde la punta de Dos Castillas (2.179m), lugar al que llega el telesilla que lo une con el Puerto.


Vertiente Sur de la Maliciosa, desde la cumbre. En primer término, el Peñotillo
Permanezco en la cima el tiempo justo para mirar en derredor y después pongo pies en polvorosa (¡Qué de gente alrededor!) hacia el Alto de Guarramillas, pasando de nuevo por el collado del Piornal. El Alto parece estar más cerca de lo que luego resulta. Los +200m de desnivel hasta alcanzar las antenas de la aplanada cumbre se me hacen largos ¡Y menos mal que ya están ascendidos los 1.000m de desnivel de la circular de hoy, porque a pleno sol el calor aprieta!

Abandono el Alto y bajo a la carrera por la hormigonada pista en pos del comienzo de la Cuerda de las Cabrillas. Tal es la pendiente de la pista que he de ir frenando constantemente para evitar embalarme demasiado.

La Cuerda de las Cabrillas desde el Alto de Guarramillas
La Cuerda de las Cabrillas discurre de Norte a Sur y, sin dificultad técnica alguna, tiene un entretenido transitar de sube y baja a las sucesivas puntas o amontonamientos rocosos que la componen. Al Este (izq., en descenso) la Maliciosa y el collado del Piornal; al Oeste (dcha., en descenso), el Regato del Puerto, por donde discurre la carretera de acceso al Puerto de Navacerrada.

 
La Maliciosa desde la Cuerda de las Cabrillas
 
La imaginación interpreta la forma de las rocas a la manera de cada cual.

Adusta y pétrea faz
Finalmente alcanzo el collado de los Emburriaderos y, abandonando el cresteo, continúo la bajada por el inequívocamente denominado Camino de la Tubería, que discurre a pie de cresta por el pinar que cubre la ladera Este (izq., en descenso).

Camino de la Tubería
El Camino pierde altura paulatina y suavemente hasta desembocar en el Mirador de la Barranca. Atrás queda la Cuerda de las Cabrillas.

 
A partir de aquí, y a pesar de ir entre árboles, el calor aprieta de lo lindo. Pista, trocha para acortar, sendero que se interna en el bosque, helechos; estoy completando el circuito, y ya entronco con la pista de inicio que tomé por la mañana, a pocos metros de los embalses (dos) que hay próximos a la zona de aparcamiento.

 
 
Los frutos del serbal ponen una luminosa nota de color a una bonita circular por esta parte de la Sierra de Guadarrama.
 

domingo, 18 de septiembre de 2016

El Ocejón (2.049m). Circular desde Valverde de los Arroyos.

 
Pico Ocejón visto desde el Sur
El pico Ocejón es una montaña del sistema Central, al noroeste de la provincia de Guadalajara de la que es el pico más destacado y característico. Su atractiva silueta es visible desde la distancia. Sus dos accesos más habituales discurren: por la cara Este, desde Valverde de los Arroyos, o por la Oeste, desde Majaelrayo ¡Y qué distintas entre sí son ambas vertientes!

Majaelrayo: negras lajas de pizarra, caducifolios rebollos, aromáticas jaras, seco entorno y rápidos jabalíes.

Valverde de los Arroyos: laderas tapizadas de gayuba, brezos y cantueso, abundante en agua.

Ambos pueblos, asentados en su falda,  acostumbran desde antiguo a comunicarse entre sí a través del Camino del Correo.

La circular que diseñamos para esta ocasión consiste en ascender a la cima del Ocejón por la ruta normal desde Valverde de los Arroyos (incluyendo la visita a las Chorreras de Despeñalagua), descender pasando por los Castillares de Arriba y de Abajo y retornar a Valverde por el barranco de la Angostura. En total un recorrido sinuoso de unos 16.5km de longitud, salvando un desnivel total en ascenso de 900m de D+. Senda clara durante la subida, atrochando después hasta los Castillares, y enlazando finalmente con un buen sendero que comunica con Valverde desde una toma de agua en el barranco de la Angostura.

Antes de iniciar la marcha en Valverde a las 9:30 de la mañana nos detenemos unos instantes para observar la ladera por la que descenderemos del Ocejón. Mentalmente trazamos la línea por la que transitaremos después y la guardamos en nuestra memoria poniéndonos seguidamente en marcha.


De los dos itinerarios posibles para la bajada, optamos por el "amarillo"
El sendero de ascenso se toma junto al campo de fútbol, sale recto y llano por en medio de una zona de castaños.
Buena promesa de castañas para el otoño
A los 400m se llega a una bifurcación, que tomamos hacia la izquierda, en dirección a las Chorreras, lugar donde el arroyo que nace al pie del Ocejón se desploma en hermosas cascadas de agua, cayendo unos 100m.

La senda, flanqueada de brezos, enfila decididamente y sin apenas pendiente hacia el oscuro paredón por el que cae el agua, en varios saltos en la parte alta, para llegar abajo resbalando sobre la roca.


"Chorreras de Despeñalagua"
Por el mismo sendero, pero en sentido inverso, volvemos al entronque con el Camino del Correo y continuamos hacia arriba por una pendiente suave y prolongada. Los brezos dan paso a la gayuba, que de ahora en adelante se hace permanente durante todo el recorrido, formando una ininterrumpida alfombra verde que, a la par que fija el terreno, embellece el paisaje.

El Ocejón es visible durante gran parte de la subida, así como los Castillares.
El camino apunta hacia el vado del arroyo de las Chorreras, lugar donde se abandona la dirección del Correo y se enfila hacia la cima por la senda de la Penitencia, paralela al arroyo de la Pineda y a un extenso pinar.
Llegando al vado del arroyo de las Chorreras
Tras unos 400m de cuesta, la más dura hasta el momento, se accede a la majada de Cañamarejo. Un cartel marca, hacia el frente el Collado de García Perdices; nosotros, en cambio, giramos hacia la izquierda, hacia la bien visible cima del Ocejón. 

Una continua y tupida alfombra de gayuba lo cubre todo. Sus bayas están listas para el otoño.
Desde el pico Ocejón contemplamos el amplio panorama y buscamos la manera de conectar con los Castillares.
Cima del Ocejón
Majada de Cañamarejo vista desde la cima.
Hay dos formas de llegar a los Castillares desde el la cumbre del Ocejón: bien siguiendo en altura el espinazo pedregoso que, bordeando la majada de Cañamarejo, se desprende del Ocejón, abandonándolo en la cota 1.950m (en la vertical sobre los Castillares; rápida y directa), o bien descendiendo en diagonal por la alfombrada ladera que se abre sobre la majada, buscando el paso al otro lado por la parte baja de dicho espinazo en la cota 1.750m (más larga y sinuosa); nosotros optamos por ésta última.

En un momento determinado damos con una estrecha trocha que, siguiéndola, nos lleva al punto exacto de cambio de vertiente. Todo es verde gayuba en derredor.

Avanzamos por intuida trocha

Y entonces nos percatamos de que hemos derivado hacia el N más de lo que hubiésemos deseado. Los Castillares se han quedado bastante más atrás de lo que esperábamos; pero todo  es cuestión de ir hacia ellos. Tan sólo una mancha de pinar entre nosotros y nuestro próximo destino. Más kilómetros, más diversión.

Tras la mancha de pinar, el Castillar de Arriba;  a la izq., el Castillar de Abajo.
Encontramos unos mojones que, en descenso, pensamos aproximan hacia los pinos, así que los seguimos. Fuerte pendiente pero que se baja bien, hasta que en la línea de los 1.650m de altitud los mojones enfilan directamente hacia abajo. Sopesamos la alternativa de perder bastante altura hasta un camino que se ve en la parte baja del pinar, para luego volver a ascender hasta la explanada entre los dos Castillares, frente a la de mantener el nivel y atravesar el bosque (“Total, no parece tan ancho”); nos decidimos por el pinar.

Tramo agreste, enmarañado con duros piornos y flexibles brezos,  por el que penamos durante un rato hasta conseguir salir al otro lado con restos de resina, ramas y algún arañazo.

Saliendo por fin del pinar tras trabajosa travesía
Una vez al pie del Castillar de Arriba, descendemos con sumo cuidado por pedrera sazonada de piorno hasta alcanzar el prado que hay entre ambos Castillares.

Lugar de rocas horadadas, con numerosas grutas y presentando formas curiosas, sobre una zona cubierta de seca vegetación. 


El Castillar de Arriba y sus oquedades


Ya se han acabado las complicaciones; desde aquí resulta fácil descender por el barranco de la Angostura en busca del buen camino que se distingue más abajo y por el que retornaremos a Valverde de los Arroyos, mientras unos cientos de metros por encima queda el “acogedor” pinar que con tanto trabajo hemos cruzado un rato antes.

Siguiendo el camino llegamos hasta una balsa de agua, punto del que arranca un sendero estrecho que se interna entre los robles, proporcionando sombra y moscas.

Por ellas acompañados hasta el mismo coche completamos una circular muy poco convencional por el hermoso entorno del Ocejón, en la cual, como en tantas otras ocasiones, lo menos relevante es tocar cima, siendo el recorrido en su totalidad lo que nos mueve.
El Ocejón y los Castillares, junto con las hojas y frutos de los castaños, quedan prendidos en el paisaje de la tarde.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Parrizal de Beceite y Moletes d’Aranys. Circular por el río Matarraña.


El río Matarraña nace en la Reserva Natural de los  Puertos de Beceite en un lugar llamado el Parrizal. Espacio caracterizado por el profundo cañón excavado por el río, con abundantes roquedos y fuertes pendientes donde la vegetación crece libre y primitiva.

Eduardo y yo optamos por un itinerario en una zona con buen tiempo garantizado, y un recorrido variado: pozas y cruces sucesivos hasta llegar als Estrets que, si están con agua, resultan infranqueables a pie seco, obligando al chapuzón en las frías aguas, o a rodearlas por el Pas den Romeret, continuando después hasta la embocadura del Barranc d’Espada, ascendiéndolo para alcanzar la parte superior de Les Moletes d’Aranys, retornando por lo alto del cañón del Matarraña y descendiendo finalmente a pie de cauce.

Ruta circular realizada:

Aparcamiento del Parrizal – Cauce del Matarraña – Els Estrets (ida y vuelta) – Pas den Romeret – Pont de la Guimerana – Barranc d’Espada – Caseta de Maçana – Pla de la Creu – Moletes d’Arany – Fenellasa (Pla de la Mina) – Aparcamiento del Parrizal. En total unos 17km de longitud salvando un desnivel total en ascenso de algo más de 800m de D+.

Al comienzo vamos aguas arriba acompañando al río. Tras pasar unos túneles excavados en la roca llegamos al Pla de la Mina, lugar desde el que arranca un sendero señalizado hacia La Balanguera / Les Moletes d’Arany, que no tomamos y por el que retornaremos después. 

A continuación cruzamos el río para ir a ver las pinturas rupestres de Fenellasa, figuras humanas asociadas a caballos.

Un poco más adelante, de vuelta en el camino, pasamos junto a la Cova de la Dona y seguimos el río aguas arriba, contemplando las sucesivas pozas de aguas verdosas y cristalinas sobre cuya superficie se reflejan las soleadas partes altas del barranco.

 
Mientras nosotros eludimos el agua por pasarelas y troncos, “otros” caminan sobre ellas.

Paulatinamente el paisaje va transformándose, surgen los peñascos bajo los cuales siguen sucediéndose las badinas de agua transparente, y el paso va cerrándose.

 
 
La vegetación, variada y primitiva, contribuye a componer un entorno sereno, todavía no disturbado por las voces de los grupos que seguro vendrán más tarde.

 
 
Al final del sendero el río se acaba en una especie de anfiteatro, con un paredón húmedo a nuestra izquierda al pie del cual una visible indicación escrita en rojo marca el inicio del Pas den Romeret (desvío que cogeremos posteriormente), las aguas han desaparecido prácticamente, filtradas al subsuelo, y el cauce se encajona en Els Estrets, entre paredones de 60/100 metros de altura.  

 
Estamos a final de agosto y tan sólo quedan unas pozas de agua retenida en el fondo dels Estrets, por lo que decidimos atravesarlos en una rápida ida y vuelta, para después bordearlos en altura por el Pas den Romeret. Las paredes de ambos lados, en algunos tramos, se pueden tocar a la vez extendiendo los brazos.

Una vez traspasados els Estrets, y alcanzado al otro lado el punto en el que se confluye con el extremo final del Pas den Romeret, nos damos la vuelta, deshaciendo lo andado hasta el húmedo anfiteatro inicial, donde ahora ya se han congregado varios grupos de personas.

Enfilamos ladera arriba por el empinado sendero del Pas den Romeret alegrándonos de “escapar” del bullicio. A partir de aquí seguiremos las marcas en forma de estrellitas azules pintadas en las rocas (Travesa Estels del Sud).

Este Pas es en realidad una vía ferrata. En su comienzo la senda es de las que hacen sudar, y durante todo el recorrido discurre entre vegetación muy cerrada, ganando en verticalidad, pues no en vano bordea los estrechos por su parte alta.

 
 
El “patio” es considerable y el entorno de moles de roca muy atractivo y agreste.

Si bien las partes más expuestas de la senda están aseguradas (cables, grapas y cadenas), el vértigo es libre y potestad de cada cual.

En la parte final llegamos al paso más aéreo y largo, asegurado con grapas y una cadena. Dos tramos continuos de unos 20-30 metros, con un destrepe final, nos permiten alcanzar el nivel del río nuevamente.

Estamos en el punto en el que nos dimos la vuelta tras atravesar els Estrets por el fondo. Paisaje más abierto “aguas arriba”; las “estrellas azules” nos continúan guiando en un recorrido gimnástico a través de los bloques del cauce, mayoritariamente seco.

Alcanzamos una indicación hacia la dcha., en sentido subida, hacia la Font Ferrara, que no tomamos. Aquí dejamos de seguir las “estrellas” y continuamos por el cauce hasta encontrar el siguiente entronque, a mano izq., que se adentra en el Barranc d’Espada.

Va quedando cada vez más abajo el cañón mientras ascendemos por el largo sendero. Ejemplares de tejos, acebos, arces y cuesta arriba por el bosque de pinos y bojes que todo lo cubre, en prolongada pendiente hasta salir a las partes altas.

 
 
Fuera de la protección de los árboles, y tras la subida que llevamos, el sol hace que tan sólo echemos un vistazo a las ruinas de la Caseta de Maçana mientras continuamos la marcha. Nos pesan las piernas y buscamos la sombra del pinar que hay algo más arriba, para entroncar con el GR-8 (marcas roja y blanca) y posteriormente el PR-TE 153 (marcas amarilla y blanca), que nos llevará de vuelta al Pla de la Mina.

Llegamos primero junto al Povet d’en Borràs, singular pozo de agua, en desuso, desde donde nos encaminamos a la zona de les Moletes d’Arany por el PR. Agradecemos ir ya de vuelta, a la sombra y con la mayor parte de la subida terminada.

A lo largo del sendero vamos trepando y asomándonos a los sucesivos miradores, sumándonos a los que contemplan los frondosos barrancos que componen el vasto entramado de cañones de los Puertos de Beceite.

 
 
 
Siguiendo los mojones alcanzamos un espacio abierto a partir del cual se comienza a bajar ininterrumpidamente. El sendero desciende por un barranco amplio, con buenas vistas. Estamos cerrando el círculo que comenzamos por la mañana.
Casi de una tirada, serpenteando incesantemente, bajamos todo el nivel ascendido, entroncando finalmente con el cauce del Matarraña en el Pla de la Mina, desde donde ya nos cuesta poco llegar al coche, con la satisfacción de haber realizado una circular muy variada, en la que ha habido: vadeo repetido del río, pasos gimnásticos, ferrata, trochas aéreas y empinadas, vegetación agreste, y bonitos miradores, todo ello por la zona de los cañones de Los Puertos a la que seguramente volveremos.