miércoles, 22 de junio de 2016

Integral de la Pedriza. Soledad y mimetismo.

Una ruta circular clásica, exigente y dura, que permite transitar por los pintorescos paisajes del mayor conjunto granítico de Europa.

Ascender, descender, remontar, gatear, serpentear, trepar,... Realizar la integral de la Pedriza consiste en la adecuada sucesión y encadenamiento de estos simples actos, y puede recorrerse en el sentido de las agujas del reloj, o en el contrario. Los puntos de partida / llegada son, o Canto Cochino, o el Tranco.

Lo que pretendemos hoy Luís, Paolo y yo, cuando a las 8:15h comenzamos la marcha en Canto Cochino (1.000m), camino del Collado del Cabrón, es contemplar las formas y los contornos tan propios y particulares de la zona, mientras recorremos sus empinadas sendas y sorteamos sus singulares bloques rocosos.

Modificamos ligeramente el trazado “ortodoxo” de la integral por la Senda Termes, de forma que nos permita visitar el Puente de los Pollos y el Dedo de Dios, dos enclaves apartados y originales.

Recorrido (en sentido de las agujas del reloj): Canto Cochino – Collado del Cabrón – Puente de los Pollos – Tres Cestos – Collado del Miradero – Las Torres /El Dedo de Dios – Comedor de Termes – Pedriza Posterior – Collado de la Ventana – Navajuelos – Collado de la Dehesilla – Pradera del Yelmo – Canto Cochino. El itinerario resulta en algo más de 18km, salvando un desnivel total ligeramente superior a los 1.400m de D+.

La fría mañana contribuye a que nuestra marcha sea muy viva mientras ascendemos por la buena pista que, a través del bosque, surca la ladera Oeste de la loma sobre la que se asienta el Cancho de los Muertos. Dejamos abajo y en la distancia la Charca Verde y alcanzamos el Collado del Cabrón. Lugar acogedor y cruce de caminos.

El Cancho de los Muertos desde el Collado del Cabrón
En este punto el trazado “normal” de la Integral por la Senda Termes nos llevaría a encaminarnos hacia el Pajarito y el collado de la Romera; en su lugar introducimos la primera variante, porque queremos visitar el Puente de los Pollos, y tomamos la Senda de Icona, que bordea por la base y por el Este la cresta de las Milaneras, a la que accederemos después.

La Senda de Icona permite contemplar unas vistas espléndidas tanto del fondo de la Pedriza como de los contrafuertes y riscos del Este de la herradura que forman sus erizados cordales.

Vistas desde la Senda de Icona
En un punto determinado, en el bosque de los Llanillos, un elaborado hito en forma de puente en miniatura indica el desvío para acceder al Puente de los Pollos. Lo tomamos y seguimos hacia las moles rocosas que conforman la base de Las Milaneras.

Hito indicando el desvío hacia el Puente de los Pollos
La pendiente se acentúa, la senda se estrecha y por fin aparece el Puente de los Pollos. Uno de los “monumentos” de la Pedriza.

Puente de los Pollos
Unos instantes para contemplar el extenso panorama que enmarca el vano del arco.

Traspasado el cual continuamos pendiente arriba en busca del entronque con la senda Termes y de las señales blancas y amarillas que la marcan.

Granito adherente, bloques y molondros amontonándose, creando ventanas y estrechas fisuras por las que pasar.


Entorno agreste, resoplidos, mimetismo de buitre y roca, lagartijas asoleándose para templar su sangre y poder comenzar la actividad.

La pared de las Milaneras es empinada y requiere de una gimnasia integral para alcanzar su punto débil, el collado de Tres Cestos, aislado y hermoso enclave entre pinos,  donde la figura del Patriarca (denominación propia) se erige dominando ambas vertientes, la Este, de la que venimos, y la Oeste, por la que continúa la Senda en dirección al Collado del Miradero.

Empinadas paredes las de las Milaneras
Tres Cestos o El Patriarca
Cambiar de vertiente, descender ligeramente, ladear entre bloques, remontar hasta alcanzar el Collado del Miradero o de La Bota.

Collado del Miradero, seguidamente la cresta de las Torres
Breve descanso antes de iniciar el cordal de Las Torres (son cuatro), tras el cual, al Norte, se encuentra el Comedor de Termes, lugar que hemos de alcanzar para, desde él, internarnos en el roquedo granítico cuyos riscos limitan y conforman la parte curvada de la herradura de la  Pedriza Posterior.

Iniciamos la clara senda hacia el Comedor, que discurre al pie y ladeando la vertiente Oeste de las Torres para, en un punto determinado, abandonarla y ascender directamente hacia las  brechas en el cordal de las Torres.Traspasada una de ellas se accede a la base del Dedo de Dios. No sabemos cuál es exactamente, así que vamos probando una tras otra.

Así como la vertiente Oeste de las Torres resulta cómodamente transitable, la vertiente Este es áspera y enriscada. Buen refugio de un rebaño de cabras a las que sorprendemos y que, con curiosidad nos observan desde sus posiciones.

Por el sistema de prueba y error damos finalmente con la brecha adecuada (punto más alto de la integral de hoy) y pasamos al otro lado. A nuestra derecha: el Dedo de Dios,

El Dedo de Dios
A nuestra izquierda, tras un enorme bloque partido que vete a saber cuánto durará en su sitio, otra brecha hacia la que nos encaminamos. 

Tras ella podemos descender al Comedor de Termes, seco lugar rodeado de rocas inclinadas, y punto de acceso al tramo más externo y curvado de la herradura.

El Comedor de Termes
Sin detenernos en él afrontamos el recorrido de la parte más pétrea de la Pedriza Posterior, que nos llevará hasta el Collado de la Ventana. Alejado y retirado tramo: trepar, serpentear, ascender, descender, atentos a las marcas. Un paisaje lunar de belleza salvaje.



Desde el punto medio del recorrido, al fondo, en línea recta, Canto Cochino

“Salimos” del roquedo, echamos la vista atrás, grabamos el duro paisaje en las retinas y continuamos hacia el Collado de la Ventana

El Puro, enhiesto vigilante del roquedo
El Collado resulta un lugar cómodo y agradable en el que aprovechamos para tomar un plátano y unas barritas energéticas. El setenta por ciento de la integral ya está realizado. La parte que sigue es menos áspera y hay más verde, si bien la gimnasia no se ha terminado en absoluto. Por detrás, el rocoso territorio que acabamos de abandonar.

Continuamos hacia el Collado de la Dehesilla pasando bajo la Pared de Santillana, hoy inusualmente libre de escaladores.

El calor comienza a notarse. De los 7.5ºC de esta mañana hemos pasado a los 20ºC que tenemos ahora. Agradecemos la sombra del breve tramo de bosque antes de llegar a Navajuelos.


Bola de Navajuelos
Al pie del risco de Mataelvicial comienzan una nueva sesión de pasos gimnásticos y de pendientes empinadas, suerte que es en bajada. Aún con todo, las piernas ya dan señales de lo recorrido.

La vista del próximo collado de la Dehesilla nos anima, si bien el pendiente sendero que desde él se encamina hacia el Yelmo pasando por las Cuatro Damas, se nos atraganta en la distancia.

Collado de la Dehesilla y senda que sube desde él hacia el Yelmo
Apenas nos detenemos en el collado y emprendemos la última subida del día. Doscientos metros más por delante para sumar a los mil doscientos que llevamos ya. El sol calienta de lo lindo, así que, sin demorarlo más, y con la idea fija de llegar cuanto antes a la pradera del Yelmo y a la fuente que hay en ella, ponemos “el turbo” y damos cuenta de la cuesta en un santiamén.

La Cara, las  Cuatro Damas, Snoopy, el Acebo, Caperucita, rocas y contornos familiares que vamos dejando atrás en nuestra búsqueda del agua al pie del Yelmo.

Pausa junto al pétreo Snoopy
Siluetas, testuces, mimetismos, y alcanzamos la base del paredón Sur del Yelmo. 



Varias cordadas surcan sus vías.

Comenzamos el franco descenso a la carrera; seiscientos metros de desnivel para llegar de vuelta a Canto Cochino. El tramo menos gratificante de la integral. Senda descarnada convertida en torrentera de tanto ser transitada, arenilla deslizante, sequedad y calor, con la temperatura en los 28.5ºC ¡Cuádruple de la que tuvimos por la mañana!

Llegamos abajo, cruzamos los dos arroyos y cerramos el círculo tras siete horas de intenso transitar, culminando uno de los itinerarios “clásicos” y más exigentes de la Sierra de Guadarrama que te dejan con un regusto salado en las comisuras de los labios y unas imágenes radiantes que después iluminan los recuerdos.

Notas:

1.       La ruta puede realizarse en el sentido o en contra de las agujas del reloj.

2.       Conviene tener presente que el circuito discurre mayoritariamente por zonas rocosas donde no se encuentra agua habitualmente, y que el número de horas necesarias para concluirlo depende de la forma física, del hábito para moverse por terreno abrupto y del número de integrantes de la partida: cuanto más personas a trepar / gatear en  los pasos conflictivos, más tiempo total empleado en realizarlos. En cualquier caso, hay varios puntos desde los cuales se  puede abandonar en caso de necesidad (collados y callejones por los que se va pasando)

3.       Otra descripción pormenorizada del itinerario se encuentra aquí.

lunes, 13 de junio de 2016

Por el monte de Luesia. El Hayedo de L’Artica, uno de los más meridionales de Europa.

El monte de Luesia y su vecina sierra de Santo Domingo constituyen el cuarto paisaje protegido de Aragón, el único en Zaragoza. Los otros tres son: Fago y San Juan de la Peña, en Huesca y los Pinares de Rodeno, en Teruel.

A Eduardo y a mí nos agradan los bosques, y más en tiempo de calor. Correr entre los árboles, las zancadas amortiguadas por las hojas caídas, acompañados por el canto de los pájaros y por el rumor de los arroyos proporcionan unas sensaciones de lo más gratificantes. Con cuidado, eso sí, para no tropezar con las trampas ocultas en forma de raíces, huecos, ramas o piedras que acechan al desprevenido.

Para esta primera vez que visitamos el entorno de Luesia diseñamos un itinerario corto que transcurre por robledales, pinares, hayedos, encinares, lomas, barrancos, matorrales,... todo sucediéndose en esta ruta circular que además ofrece unas magníficas vistas de la Sierra de Santo Domingo. En total 16km de longitud superando un desnivel acumulado en ascenso de 930m de D+.

En síntesis, el zigzagueante recorrido es el siguiente: Refugio de L’Artica (950m) – Collado Balsiruela (1.204m) – La Mata del Pueyo (1.222m) – Puy Fonguera (1.307m) – Puy Moné (1.303m) – Punta Cabo Bal (1.312m) – Mal Paso – Collado Erica la Fosa (1.131m) – Barranco de Embite (900m) – Collado Palomeros (1.241m) – Collado del Correo (1.162m) – Refugio de L’Artica (950m).

La aproximación la hacemos desde el pueblo de Luesia, siguiendo en coche por la buena pista que hay hasta llegar al Refugio de L’Artica. El enclave es de lo más acogedor, verde pasto, varios caballos y un burro que, en cuanto nos ve llegar, se viene directo hacia nosotros.

Refugio de L'Artica

Cariñoso y tozudo ejemplar que no se nos despega ni en broma, literalmente hablando, con la cabeza pegada contra nuestro cuerpo, fija la vista en nuestras manos, sobre todo en lo que manejamos con ellas, pendiente de cualquier cosa comestible que le podamos ofrecer. Finalmente compartimos dos plátanos.

Tras carantoñas y agobios varios, logramos escapar de su insistencia dejándolo “al cuidado” del coche.

Camino del Collado de Balsiruela nos internamos en un frondoso pinar que posteriormente da paso a un hayedo, el primero de la jornada, mientras vamos cogiendo altura sobre la Bal de Valongar.

Hacia el Collado de Balsiruela
Salimos del bosque y alcanzamos al Collado. Desde él se divisa, justo enfrente, el Puy Moné, inconfundible por la caseta de vigilancia forestal construida sobre la cima.


El Puy Moné
El cordal del monte de Luesia, separador de la parte de Biel, está formado por una sucesión de lomas redondeadas cubiertas de pasto, por las que resulta muy cómodo transitar.

Posponemos temporalmente el Puy Moné, al que iremos luego, porque antes queremos visitar un tejo milenario que hay en un pequeño hayedo situado en la Mata del Pueyo, por lo que tomamos un camino hacia el E / SE que comunica con él, alejándonos del Puy.

Al poco alcanzamos la linde del hayedo, en el que nos internamos, zona húmeda y fresca que por su aspecto anticipa la presencia del tejo. 


El gran porte del ejemplar es señal de su antigüedad, y de que medra bien en este recoleto enclave.

Tejo Monumental
La senda continúa hasta desembocar en la Fuente del Pueyo, junto a una pista, lugar adecuado para coger agua y tomar una barrita energética.

El Puy Moné desde la Fuente del Pueyo
Ahora ya es momento de orientarnos hacia el Puy Moné, por lo que retornamos y enfilamos directos hacia el N, loma adelante, pasando sucesivamente por el Puy Fonguera y Cabo de Bal, alcanzando finalmente el Puy Moné.

El recorrido del cordal permite ir contemplando la Sierra de Santo Domingo.

Sierra de Santo Domingo desde el cordal
Entre los diversos contornos, el de los Mallos de Riglos
Tras tomar un plátano en el Puy Moné retornamos al Cabo de Bal para, desde él, tomar el camino que desciende a la vertiente de Biel por el Mal Paso, loma de conglomerado que, a pesar del nombre, está recorrida por un sencillo sendero.

Cordal del Malpaso
Tilo al comienzo del Malpaso
Conglomerado en el Malpaso
Perdemos altura hasta llegar al Collado Erica la Fosa. Hacia la izquierda sale una senda que comunica con el Pozo de Pígalo, cuya visita nos planteamos pero que, como andamos justos de tiempo, dejamos para otra ocasión. En su lugar tomamos la trocha que sale hacia la derecha, y emprendemos rápido descenso por el Barranco de Embite o de la Carbonera, en dirección a Biel.

Descenso hacia el Barranco de Embite
Entre pinos y bojes corremos pendiente abajo; el rumor del agua indica que estamos próximos al cauce del arroyo, al que llegamos enseguida; lo cruzamos varias veces, continuamos por una pista y alcanzamos el punto donde un cartel indicador advierte del arranque de un sendero que, abandonando la pista, se enfila de vuelta hacia el Puy Moné.



Estamos a 900m de altitud. Toca ascender ahora todo el desnivel descendido a la carrera. Los primeros doscientos metros son muy empinados y nos hacen sudar de lo lindo.

Sierra de Santo Domingo
Después la pendiente se suaviza algo, el arbolado se torna menos denso y salimos a una zona de matorral, superada la cual alcanzamos de nuevo el cordal principal que separa Biel de Luesia en el Collado de los Palomeros.

Desde el Collado de Palomeros vemos, abajo, de donde venimos
Vista sin obstáculos de la Sierra de Santo Domingo
Detalle de la Sierra de Santo Domingo, con el Pirineo al fondo
A partir de aquí sólo queda recorrer la cuerda hacia el Sur, pasando junto a las curiosas Ripas Altas, y con Biel visible en la distancia  a la izquierda, camino del Collado del Correo (el  punto más bajo de la cadena, por el que pasaba el correo entre  las poblaciones de Luesia y Biel).

Las Ripas Altas, con el pueblo de Biel abajo y al fondo
Desde el Collado del Correo se ve ya el valle de Bal, en la vertiente de Luesia, y la pradera sobre la que se asienta el Refugio de L’Artica.



Valle de Bal y pradera del refugio de L'Artica
Para llegar abajo atravesamos el hayedo de la Bal transitando por amplia y mullida senda.

Hayedo de la Bal
Retornando al coche a hora temprana, no encontrando ahora al pertinaz asno que nos recibió por la mañana, con lo que podemos realizar los estiramientos y recoger las cosas ordenadamente, lo cual hubiera sido imposible en caso de que él hubiese aparecido.