jueves, 29 de enero de 2015

Pico de Peñalara desde la Granja de San Ildefonso, con esquíes.

Cima de Peñalara
La belleza no mira, sólo es mirada (A. Einstein)

Es difícil encontrar unas condiciones de nieve adecuadas para realizar esta ascensión íntegramente con esquíes, pero cuando se dan, cosa que ocurre alguna vez cada cierto número de años, merece la pena aprovecharlas.

Mi amigo Manuel y yo estábamos pendientes de tal confluencia desde hacía un par de años, esperando el momento oportuno para realizar este itinerario en el que hacer cima no es sino un hito más en el circuito.

A diferencia de la cara Sur, muy concurrida desde su inicio en los aparcamientos del Puerto de Cotos hasta la misma cima, el ascenso al Pico de Peñalara (2.430m) por la cara Norte discurre en un ambiente de alta montaña: soledad, espléndido bosque (Valsain), desnivel total positivo considerable (1.450m de D+) y 23 kilómetros de recorrido. Para afrontarlo relajadamente y realizarlo en un tiempo moderado se requieren fondo físico y capacidad para esquiar en todo tipo de terreno: bosque, palas abiertas, diferentes calidades de nieve...... La recompensa vale la pena.

Nos ponemos los esquíes junto al palacio de la Granja, en la Puerta de Cosio, a pie de coche y sin nadie alrededor. Hace frío, estamos a la sombra y por ella transitaremos la primera parte del recorrido de hoy. El bosque está silencioso, la nieve es abundante y la marcha cunde. En las encrucijadas seguimos las indicaciones sobre antiguos carteles de madera, descoloridos por el tiempo, que precariamente se aguantan en su sitio.

La pendiente se va acentuando, el sol empieza a adivinarse por encima de los pinos y al rumor de los esquíes deslizando se suma el sonido de un pájaro carpintero dedicado a su faena. Somos unos más en este pacífico entorno a resguardo del viento.


Un poco más arriba empezamos ya a notar las primeras ráfagas de aire, que vienen cargadas de cristales de nieve. Detenemos la marcha por un instante, sintiéndonos en plena armonía con la naturaleza.


Continuamos ascendiendo y pronto empieza a aclararse el arbolado, el sol alcanza ya a tocar el suelo, la silueta de la montaña se hace visible.


Pico de Peñalara
Salimos al espacio abierto dejando atrás el denso bosque, a pleno sol, allí donde los pinos disminuyen su porte y el horizonte se ensancha.



Risco de los Pájaros
Nos aproximamos al Puerto del Nevero que aparece inmaculado con el blanco manto.

Puerto del Nevero. Al fondo, el risco de los Pájaros
El viento sopla sin cesar. Nos cuesta poco decidir que hoy no es el día adecuado para realizar equilibrios sobre la helada cresta que une Pájaros con Claveles, transportando las tablas sobre las mochilas.

Risco de los Pájaros y cresta hacia el Claveles
En su lugar, optamos por flanquear por el Norte, bajo la cuerda, en la vertical del Chozo de Arángüez, con las ráfagas azotando fuertemente. La nieve se deja transitar, el canto del esquí muerde bien y no son necesarias las cuchillas.

Flanqueando por la Norte
Finalmente ascendemos la última pala hasta la venteada cima del pico de Peñalara (2.428m), inusualmente desierta. 

Llegando al pico de Peñalara. Detrás el pico de Claveles

Cima de Peñalara. Enfrente las Cabezas de Hierro (izq.), Valdemartín (centro) y la Bola (dcha)
Un descanso mínimo para tomar algo de alimento, quitar pieles y poner equipo y mente en modo descenso antes de enfrentar los más de 500 metros que nos separan del Chozo.

Esquiamos con cuidado por la loma de la Majada Hambrienta, procurando no romper la fina costra superficial que se ha formado sobre el paquete de nieve polvo que ha caído en los días precedentes.

Abandonamos la loma para encarar el descenso hasta el Chozo. En esta zona la costra se torna quebradiza y las siluetas de las rocas escasamente cubiertas de nieve polvo se muestran amenazadoras. Extremamos las precauciones para descender este tramo.

El Chozo de Arángüez, en el límite con el bosque, donde la Norte de Peñalara cede en su inclinación, es un remanso de paz donde descansamos un momento y comemos algo más.

Chozo de Arángüez
Lanzamos una mirada hacia atrás antes de internarnos entre los abigarrados árboles y emprender la marcha de vuelta al punto de partida.

De nuevo esquiamos con sumo cuidado, procurando no salirnos del estrecho surco abierto por las raquetas y esquíes de otros que por aquí pasaron antes, hasta llegar finalmente a enlazar con la pista  por la que hemos ascendido esta mañana.


A partir de este punto la esquiada se torna rápida y fluida, llegando al coche tras haber realizado un bello recorrido largamente imaginado, salvando un desnivel y una longitud considerables, que nos deja una gratísima impronta en mente y espíritu.

La belleza es armonía; la mitad de ella depende del paisaje y la otra mitad de quien lo contempla.

martes, 20 de enero de 2015

Sierra de Algairén. Bellos montes que no ansían ser montañas.

Panorama desde el Cerro del Espino
<<Alejado de la urbe que queda en la llanura, desde el Cerro del Espino paseo la mirada por el horizonte. Trato de contar los distintos planos que la vista alcanza, su belleza me confunde, sus contornos se difuminan, yerro la cuenta y torno a empezar. Vuelvo a perder el hilo, pero no me importa, y no cuento más. Me dejo transportar por el paisaje en esta mañana fría, envuelto en una gran paz>>

Muchos años hace que Felipe, nacido en Aguarón, decía que, sin ser el Pirineo, el monte de Aguarón era muy bonito y adecuado para buenas excursiones. Él ya lo conocía bien, en cambio yo he tardado unos cuantos lustros en venir a verlo, correr por sus sendas, internarme en sus bosques de carrascas, robles y pinos, tomillos y jaras en las zonas soleadas, acebos y ruscos en las umbrías, y en lo alto, re-corriendo la cresta de la Sierra, los paisajes de un entorno montañoso que apenas se intuye desde la planicie. Desniveles de unos 500m que invitan a bajar a los valles de la otra vertiente ¿Qué más da que luego haya que volver a subir? Y con esta premisa, subes, bajas, transitas por bosque de solana y umbría, mientras los sentidos se van llenando de naturaleza.

La altitud media de la Sierra de Algairén, largo pliegue que separa Aguarón de Alpartir, está en torno a los 1.000m, con picos relevantes como el de Valdemadera (1.275m), el Mirador de la Falaguera (1.177m) y el Cerro del Espino (1.188m).

Punto de partida y de llegada del itinerario de hoy: fuente del Raso de la Cruz

Circuito: ascender por el barranco de Valdecerezo, coronar los picos de Valdemadera, Mirador de la Falaguera y Cerro del Espino, descender hacia el Valle del Amor (¿cómo resistirse?) desde el collado del Tío Francisco, volver a subir al collado y ya descender definitivamente hacia el punto de partida por la senda, luego pista, que lleva a Cosuenda.

Cartografía utilizada: un boceto a mano alzada dibujado por mi hermano, gracias al cual, y a sus explicaciones, anduve orientado durante la mayor parte del recorrido.

Es fría la mañana, y la pista que conduce al Raso de la Cruz está blanqueada por la escarcha, con los charcos congelados. Solitario lugar el Raso en el día de hoy; bien distinto deben de ser los fines de semana de primavera y verano. Miro los abundantes carteles indicadores que hay mostrando las distintas sendas que, partiendo de este sitio, llevan a lo alto de la Sierra. Tomo el que marca “Collado de Valdecerezo y La Nevera”.

El camino se embosca pronto. Robles con sus caídas hojas alfombrando el terreno, 

yedras arropando los desnudos troncos, algún que otro acebo,


luminosas bayas de rusco atrapadas en el medio de falsas hojas y una pendiente por la que se trota bien. 

Ruscus aculeatus
La humedad ambiente cubre de vaho los cristales de las gafas mientras voy alcanzando el collado.A la derecha del mismo se encuentra la cima del Pico de Valdemadera, el más elevado de la zona y repleto de antenas y repetidores, al cual se llega siguiendo la trocha que discurre paralela a los postes del tendido eléctrico. Abandono la frescura del bosque para transitar junto a la frialdad de las cercanas pilonas.

A la drcha, el collado de Valdemadera; en primer plano, pilonas que ascienden hasta el Pico de Valdemadera
Junto a los repetidores instalados en lo más alto del Pico observo el siguiente objetivo, el Mirador de la Falaguera.

Mirador de la Falaguera (con su pista de hormigón), desde el P. de Valdemadera
Un resbalón sobre la pátina helada que cubre una de las piedras, nada más empezar el descenso, hace que corra con prudencia, especialmente en las zonas umbrías. El frío es intenso, pero hay suerte porque no se mueve el aire.

La larga pista de hormigón que cubre los últimos cuatrocientos metros hasta la caseta colocada en la parte más alta del Mirador de la Falaguera es muy empinada, así que, para no detener el trote, los hago en zigzag. 

Vuelvo a descender y me dirijo al último punto elevado del circuito, el Cerro del Espino. 

Jaras, poco aromáticas ahora en invierno,

Al fondo, el Cerro del Espino
y luego pinos, 

paso junto a un Belén que, según reza el cartel, han montado los de Cosuenda en una zona de carrascas bien al propósito, 

Belén de Cosuenda
y tras empinada y larga pendiente (está más lejos de lo que parece desde el collado) llego a la cima. Excelente mirador el Cerro del Espino y bello panorama el que se contempla. A lo lejos, los planos sucesivos de sierras lejanas que me dejan ensimismado temporalmente. 

En la proximidad, el arqueado lomo recorrido hasta aquí desde el Pico de Valdemadera, en medio, el Mirador de la Falaguera.

Desde la cima del Cerro del Espino, enfrente, los repetidores del P. de Valdemadera, a su drcha., el Mirador de la Falaguera.
Noto frío, y aún me queda visitar el Valle del Amor. Retorno a la carrera hasta el Collado del Tío Francisco (1.050m), en la divisoria entre la vertiente de Aguarón y la de Alpartir. 

Desciendo unos 300m de desnivel por el denso robledal que cubre el Valle del Amor. Las hojas, los líquenes y la luz del sol filtrándose entre los árboles se alían para ofrecer unas imágenes cautivadoras. Para nada me importa bajar y volver a subir por el mismo camino.




De vuelta en el Collado del Tío Francisco, y siguiendo la indicación del cartel, inicio, ahora sí, el retorno hacia el Raso de la Cruz, al principio por alfombrada senda entre los pinos, hasta salir a la pista que lleva a Cosuenda, alcanzando finalmente el Raso donde sigue sin haber nadie.

El Raso de la Cruz
En total, un circuito de 15km, salvando un desnivel total de 1.100m de D+, por un entorno boscoso muy atractivo y cuyos sube y bajas entonan de lo lindo. Habrá que recorrerlo también en primavera y otoño, para deleitarse con toda la paleta de colores que ofrecerá.

Agradecimientos:
  • ·A Felipe, que puso la semilla en mi cabeza mucho tiempo ha. No cayó en barbecho.
  • ·A Manumar, por su claro boceto e indicaciones, que bien útiles fueron.
  • ·A mi memoria que, independientemente de mí, asimiló lo primero y fue administrando lo segundo, permitiéndome ambas influencias descubrir un nuevo y atractivo entorno en las proximidades de Zaragoza.

miércoles, 14 de enero de 2015

Esquí de travesía tras el Portalet: Cirque d’Anéou y Rau de Rébec / Gave de Bious.

Cirque d'Anéou
Cuando la nieve no abunda, o si tan sólo se busca un deslizar por parajes apartados y tranquilos, con desniveles en el entorno de los 500m, este sitio, que se encuentra en la falda Sur del Midi d’Ossau, es ideal.

Del Midi d’Ossau (2.884m), coloso de la zona, se desprende una línea montañosa orientada de Norte a Sur: Peyreguet (2.487m), La Gradillère (2.271m) y Pico de la Canal Roya (2.345m). A la derecha de la cadena (Este) el Cirque d’Anéou, lugar muy concurrido por los que ascienden a cualquiera de las cimas anteriores; en el otro lado, a la izquierda (Oeste) la Ray de Rébec, zona en la que encuentras silencio y largos valles en los que el límite de “hasta dónde descender” lo pone uno mismo.

Tiempo hacía que mi hermano Manuel y yo queríamos explorar estos parajes, así que acompañados por Boira (cachorro que camina bien y se despista de vez en cuando), iniciamos la marcha tras pasar el Portalet, dejando el coche en la carretera, junto a la cabaña de l’Araille.

Comenzamos recorriendo de Este a Oeste el bello Cirque d’Aneou en pos del primer objetivo del día, el Pico de la Canal Roya.

Transitando por la sombra y con la luna en el horizonte, bordeamos el Pico de la Glére.

Pic de la Glére
La pendiente se mantiene suave, y finalmente, tras contornear completamente la Glére, tenemos enfrente el Pico de la Canal Roya.

El pico de la Canal Roya recibiendo los rayos del sol
Entre bellos paisajes vamos superando las suaves pendientes que nos conducen a la cima sin complicación técnica alguna.


Hacia la izquierda el gran Balaitous (3.144m) hace acto de presencia.

Llegando a la cima del pico de la Canal Roya. A la izq., el pico Balaitous
Tan sólo encontramos a una persona en la cumbre. Otras van aproximándose desde el collado.

Sin más demora nos acercamos a la vecina punta del Pico de Mala Cara; apenas unos metros en los que la dureza de la nieve nos obliga a calzar los crampones. Una mirada en derredor y, de nuevo sobre los esquíes, iniciamos la exploración del valle de Rau de Rébec que tenemos por delante.

Cima del Pico Mala Cara
Con el Midi d’Osseau al fondo vamos esquiando a la sombra de la cadena que separa este barranco del d’Aneou. Soledad, calma y amortiguado rumor de los esquíes sobre la nieve virgen, mientras vamos dejando de lado los varios collados por los que podríamos remontar hacia el circo vecino en caso de encontrar algún obstáculo. Ganamos confianza y continuamos bajando.

De izq. a dcha., Midi d'Ossau, Peyreguet y, sin nieve, la Gradillère
Atrás va quedando el Mala Cara, recibiendo los rayos del sol
Continuamos moviéndonos en la sombra
El soleado collado de la Gradillère resulta atractivo por lo que enfilamos hacia él. Para otro momento, con más tiempo por delante, dejamos pendiente el llegar más abajo y remontar después por el hoy todavía lejano col de l’Ou, al pie del Peyreguet.

Col de Gradillère
Salimos de la sombra y entramos en la luminosidad del Cirque d’Aneou. El pico de la Gradillère está sin nieve, así que dejamos los esquíes en el collado, y subimos por el empinado y herboso repecho hasta la cima. Cumbre con fuertes pendientes a cada lado y buena atalaya del entorno vecino. 

Desde cima del Gradillère: al fondo izq. el P. Canal Roya, a su dcha. el P. Mala Cara. En el centro, al fondo, el Aspe.
Desde cima del Gradillère: a la izq. el Pallas, en el centro, el Balaitous
Hemos culminado tres cimas y dimensionado un paraje nuevo, escenario de futuros recorridos. Es momento de retornar.

Al otro lado de la línea se encuentra el silencio.

Al otro lado hay otra realidad.

Juntos, al caer de la tarde, y mientras las sombras nos rondan, ansiamos terminar, regresar y descansar.


Recorrido de unos 15km de longitud, salvando un desnivel total de unos 1.000m de D+, realizado en Francia, “allí donde siempre hay más nieve, los valles son más largos y los bosques más frondosos”.